Final

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Y allí me encontraba yo, con las manos ocultas en los bolsillos y la mirada baja sintiendo solo nerviosismo y timidez entre tantas personas que murmuraban y cuchicheaban con emoción algo que no era capaz de entender

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Y allí me encontraba yo, con las manos ocultas en los bolsillos y la mirada baja sintiendo solo nerviosismo y timidez entre tantas personas que murmuraban y cuchicheaban con emoción algo que no era capaz de entender. El lugar estaba sumergido bajo una luz completamente tenue. No había tanto ruido a pesar de las constantes conversaciones mencionadas, solo de fondo resonaba una melodía que resultaba relajante.

A pesar del tiempo transcurrido desde que mi vida había dado tal cambio, no lograba acostumbrarme del todo a este tipo de situaciones. Es decir, ¿cómo hacerlo de un día hacia otro? No era sencillo, mucho menos cuando me había acostumbrado a la soledad y el encierro. Me estaba esforzando por salir de mi zona de confort, porque de verdad quería seguir avanzando y mejorando, pero no podía negar sentir miedo casi siempre.

Seguí caminando y me senté en la mesa más alejada posible con el fin de pasar desapercibida y no tener alguna mirada incómoda sobre mí. ¿Dónde me encontraba? En un restaurante un viernes por la noche; nada de otro mundo, pero para mí aún era difícil exponerme a lugares donde habitaban numerosas personas.

Habían transcurrido solo tres meses desde que salí de aquel centro de rehabilitación después de pasar casi un año allí. Mi vida había cambiado de muchas maneras desde que fui internada prácticamente en contra de mi voluntad —ahora es algo que agradezco—.

No fue fácil, ningún comienzo lo es, menos cuando se trata de superar una adicción como la que yo padecía. Pero sinceramente recibir ayuda fue lo mejor que pudo sucederme, y creo que nunca lo hubiese logrado por mí misma. Antes no estaba bien, y cuando lo acepté, fue cuando todo comenzó a cambiar. Entendí que ese es un punto al que todos debemos llegar: al de aceptar. Yo lo hice y puedo decir con mucha certeza, seguridad y orgullo que... ahora sí estaba bien.

Por supuesto, seguían habiendo problemas, una que otra decaída, pero ahora sí conocía las herramientas correctas para enfrentar tales acontecimientos.

Ya no vivía en ese mismo departamento desordenado, ahora había pasado a obtener otro que era quizás más pequeño que aquel, pero mucho más acogedor y ordenado. Ya no tenía un enorme cuarto de juegos y miles de consolas, ahora pasaba mi tiempo haciendo cosas que resultaran edificantes para mí y mi crecimiento personal. Jennie me había ayudado a conseguir un empleo cerca de casa en una librería. Poco a poco estaba aprendiendo a sentirme cómoda con la presencia de los demás sin necesidad de tener cerca consolas o algún videojuego que "distrajera" mi mente.

La situación con mi familia siguió exactamente igual. ¿Qué esperaban? ¿Que todo se resolviera mágicamente? No, así no son las cosas. Mi vida poco a poco tomaba el rumbo correcto, pero la situación familiar siguió igual, probablemente esto nunca cambiaría.

No volví a ver a mi padre después de aquella golpiza, solo supe que él estuvo detenido por un par de semanas para después ser liberado al pagar alguna enorme fianza. Mi hermano Jin seguía más cerca de mí que nunca, ambos nos habíamos vuelto más cercanos, después de todo él también resultaba afectado con nuestro pasado.

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