capítulo ocho

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La escuela era aburrida. No tenía color, la bulla de sus compañeros lo desesperaba. No sabía si hoy todos estaban un poco más idiotas o el estaba más irritado. Y como no lo estaría, Jeongin había faltado durante dos días seguidos y sentía como si le hubieran quitado el color a su vida.

Ew. Eso había sonado tan patético y cursi, pero era exactamente como se sentía. Cuando se sentaba junto al chico siempre se reían de cualquier cosa, tenía su mismo sentido del humor, se quejaban juntos de las tareas, comían a escondidas en clases, incluso los habían sacado del salón por reírse. Jeongin era el mejor compañero de puesto que había tenido, claramente lo extrañaba y le preocupaba su falta.

Así que cuando la campana para el recreo sonó, tomo una decisión riesgosa y tonta, pero era algo que Jisung haría sin dudar.

Tomo su mochila y salió de la sala buscando a Changbin, ya que quería hablar con él antes de hacer la locura que quería cometer.

Lo vio sentado en el patio con una bota ortopédica debido a su lección, quiso reírse por su cara de aburrimiento al no poder jugar fútbol como siempre lo hacía en los recesos. También observo que su hermano no se encontrará cerca, ya que eso arruinaría su plan.

Así que se acercó a el cuidadosamente. — Hola, lisiada.

Changbin lo miro de mala manera mientras el sonreía.

— Cuando me saquen está maldita cosa te la voy a poner de sombrero.— le gruño cruzándose de brazos.

— Tranquilo, recuerda que ahora hacemos el amor y no la guerra.— le dijo aunque se retracto de inmediato al pensar en lo raro que había sonado eso.

— ¿Que quieres?.— le pregunto haciéndole recordar que debía ser rápido.

— Quiero que cuides de mi hermano porque voy a escaparme.— le dijo seguro. El menor lo miro sorprendido.

— ¿Por qué?.— le pregunto.

— Porque... Tengo que solucionar un problema.— respondió.

— ¿Necesitas ayuda?.— pregunto. Jisung sonrió, porque sabía que si necesitara ayuda Changbin incluso lo ayudaría a escaparse, pero estando lesionado no era de gran ayuda.

— No, no te preocupes. Solo necesito que estés pendiente de mi hermano, que si alguno de los idiotas lo intenta molestar le pones tu botita de sombrero.— le sonrió como si sus palabras fueran amables.

El otro le sonrió de igual manera.— Se las voy a meter por el trasero, si se atreven a molestarlo.— la sonrisa desapareció a medida que hablaba.

— Gracias, que amable.

— Ni siquiera tenías que pedirme esto, sabes que lo defiendo de todas maneras.— dijo dejando de mirarlo.

— Entonces me voy, no le digas a Félix que me escape, haceme ese otro favor.— pidió.

— Está bien, no diré nada. Pero Félix, es lo suficientemente inteligente para darse cuenta solo.— le dijo.

El sabía eso, sabía que en cuanto Félix notará que no estaba se daría cuenta que se había escapado.

— Nos vemos.

Se despidió caminando normalmente hacia la parte trasera de la escuela, había un salón abandonado dónde solían dejar sillas rotas o cosas que no usaban. Nadie iba por ahí, al menos que fueran a dejar sillas rotas. Para su suerte el lugar estaba despejado. Abrió una de las ventanas saltando por ahí, al otro lado había un espacio reducido que daba con una pandereta. Lanzo su mochila hacia el otro lado para luego saltar sobre la pandereta y salir al otro lado.

› Padres 2 ꙳໋͙ HyunMin ⌕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora