CAPITULO 7

62 23 1
                                    

—¿Qué? ¿Por qué?—. Reproche molesto.

—Mira Tay si yo quiero voy a concederte tu deseo pero ya que eres un chico tan mierda no te lo voy a cumplir. Así que tienes a Jumpol para más rato—. Respondió sorbiendo de su taza.

—Esto es una puta injusticia, no sé para qué haces el comentario a tus víctimas sobre los deseos—. Me crucé de brazos aún molesto.

—¿Quieres hablar de injusticia? Tú haces tu miserable vida una injusticia, te dejas golpear por la gente y te quedas callado para no meterte en más problemas, así que no eres el indicado para venir a hablarme de injusticia—. Concluyó.

No podía decir nada, analizando sus palabras tenía absoluta razón. Todos los días me levantaba con miedo a que alguien se aprovechará de mi, la justicia no era algo en lo que me pusiera a pensar más seguido pero sus palabras me habían hecho reflexionar.

—¿Quieres seguir hablando?—. Preguntó sin mirarme.

—No...tienes razón—. Musite.

—Y tal vez después no quieras que me vaya como esa película de una niñera magica—. Comentó.

—¿De que hablas?—. Le dije pero en ese momento llevaron la comida.

—Una vez que terminemos de comer puedes irte a la escuela—. Agregó.

—Ya perdí mi primera clase así que ya no vale la pena ir—. Suspiré.

—No importa, debes de ir. Yo incluso puedo acompañarte—. Propuso.

—¿Qué? ¿Para qué?—. Inquiri.

—Ha pasado mucho tiempo desde que no estoy en una escuela, quiero ver qué tal se han modernizado—. Le dio el último sorbo a su taza de café.

—¿Qué crees que va a decir la gente cuando me vean llegar contigo?—. Dije histérico.

—No lo sé y no me interesa ¿nos vamos?—. Se levantó.

—¿Qué no vamos a pagar?—. Pregunté.

—La comida para mí siempre es gratis así que vamonos—.

Cuando gire para ver si alguien nos estaba viendo me di cuenta que éramos los únicos en la cafetería, literalmente los únicos, no se escuchaba ruido y solo había el ruido de fuera. Me levanté con algo de inquietud y salimos del recinto. Yo caminaba cabizbajo con las manos metidas en los bolsillos, él en cambio me seguía en silencio,; a una calle de para llegar a la escuela me detuve y él chocó contra mi.

—¿Y ahora que sucede?—. Me preguntó molesto.

 —¿Enserio vas a entrar conmigo a la escuela?—. Le pregunté con ojos suplicantes.

—Ya te lo había dicho ¿no? además no voy a estar contigo—. Respondió.

—Si es así entonces me par...—. Un grito me interrumpó.

—¡Tay!—. Gritó la voz de Namtan.

Me giré con las pupilas reducidas y el cuerpo tenso, venía corriendo hacía mi con un rostro de niña infantil y detrás de ella venía Tul a toda prisa.

—¡Ven para acá Nam! ¡¿Por qué te comiste mi barra de chocolate?!— Gritaba el chico desde atrás.

Namtan al llegar se escudo detrás de mi en espera de Tul, este al llegar quería quitarme de su camino para sujetar a la chica pero ella me interponía con suma fuerza, fuerza que no sabía que tenía.

—Ya te lo dije, te compraré uno mañana—.Le gritaba con desesperación desde mi espalda.

—¿Sabes cuanto me costó conseguir ese chocolate?  Lo venden hasta el otro lado de la maldita cuidad y tú lo devoraste sin mi permiso—. Se quejó con la cara un poco roja.

Ambos se estaba peleando conmigo siendo sacudido entre ellos, no sabía si el demonio seguía detrás de nosotros pero su voz confirmo mi duda.

—¿Quieren dejar de pelear de una puta vez?—. Dijo con la voz más intimidante que haya escuchado. 

Los tres nos giramos para mirarlo, él cruzado de brazos nos digirió una mirada indignada. No sabía que explicarles pero no creo que a ellos les importase saberlo pero aun así tuve que intervenir. 

—Él es...ehm... es un conocido mío, se llama...—. Me detuve ya que no sabía que más responder.

—Eso a ellos no les importa, nos veremos aquí a las 3:00 p.m, si llegas tarde  ya sabes lo que puede pasar—. Me dijo antes de irse.

—¿Quien es ese sujeto?—. Preguntó Tul.

—No importa, es mejor que vayamos a clase—. les propuse antes de caminar hacia el edificio.

—No parece muy amigable—. Comentó Namtan.

—Solo es un conocido mío,  vino de visita pero ya quiero que se vaya—. Solté un suspiro.

—Pídele que lo haga, tipos como él me desagradan bastante—. Tul se veía incluso más indignado que yo.

—Tal vez lo haga, si reúno todo el coraje...—. Lo último casi lo dije como un susurro.

—Si no puedes yo se lo diré—. Dijo Namtan con determinación.

—Gracias Nam pero creo que yo mismo tengo que solucionar todo esto

EN TU ETERNIDAD (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora