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Los días pasaron, la diversión no acababa y las vacaciones seguían, así que aún no se iban del lugar. Durante esos días habían sentido como si alguien los vigilará, pero nunca veían ni encontraban nada, así que suponían que empezaban a alucinar cosas por lo lejos que estaban de la civilización, sus padres y demás familiares. Lo que no sabían es que si eran observados, la misma chica era quien los observaba y en las noches salía dejando de ocultarse para poder admirar la hermosa luna que parecía salir del agua dejando una preciosa mangata.

Esa noche, el ser mítico estaba sentada en una roca viendo la luna, pero en la casa iba bajando Aidan por un poco de agua cuando iba de regreso la vio. Se veía hermosa. Meneando su cola mientras miraba la luna, recargando su espalda en la roca. El mismo podría describirlo como algo mozzafiato; algo majestuoso que, literalmente, detuvo su respiración.

Al momento en que la sirena sintió su mirada, frunció levemente su ceño y giro su vista hacia la casa donde vio al azabache de ojos verdes. Ella le sonrió y lo saludo tranquila, siendo correspondido con un poco de torpeza. Cuando Aidan ya se iba, avanzaba hacia atrás sin despegar la mirada de la hermosa chica provocando que choqué contra una silla que estaba en el paso, casi callendose y causando una linda risa en ella. Finalmente, vio como se hundía en el agua para proceder a irse, mientras Aidan la miraba con los ojos brillosos, para volver a subir a su cuarto con sonrisa boba en su rostro.

Sin darse cuenta la chica con cola de pez lo miraba escondida detrás de la roca con una tierna sonrisa en su rostro. —¡¿Enloqueciste?!— le pregunto el otro chico en susurro —Si dice algo nos van a mandar a matar a todos, Aglaope— la regaño.

—Tranquilo, Dylan, no dirá nada de eso estoy segura— aseguro la chica sin dejar de mirar a la casa

—Mas te vale. Hay que irnos o papá se molestará con nosotros— informo para hundirse junto a la chica e ir a casa.

[...]

Cuando se hiso de día los chicos se apresuraron a salir de la casa para explorar una isla de corales cerca de donde estaban. Una vez que se pusieron el equipo necesario para poder bucear un rato, se adentraron al agua y fueron hacia el coral.

Era hermoso, podían ver de todos los colores y peces de distintas razas, o especies. Cada determinado tiempo salían del agua para poder seguir con su pequeña excursión, pues no eran buzos certificados, así que se aseguraban de no perder la respiración tanto tiempo como para que se desmayen en un lugar tan apartado. Mientras veían todo, Cameron sintió la precensia de otra persona, pero no vio a nadie. Así estuvieron por un buen rato hasta que todos  salieron del agua para tomar un respiro y, entonces, salto algo, o alguien, sobre ellos dejando ver sus largos brazos, su hermosa cabellera morada y su gran cola con mezclas de azul y lila con la punta larga y hermosa. Simplemente algo maravilloso.

Eso los dejo a todos sorprendidos, pero a Aidan solo le dio más curiosidad sobre aquel ser. Aglaope, rápidamente, se alejo de ellos con una sonrisa divertida en su cara mientras Aidan se hundía en el agua para ver por dónde se fue y si podía seguirla, pero fue inútil porque ya estaba demasiado lejos de ellos.

Al regresar a la casa nadie dijo una sola palabra, solo fueron a sus habitaciones para cambiarse y tomar una ducha mientras el de ojos verdes cocinaba algo para comer, pero encontró una nota en la cocineta.

Para el chico de ojos verdes y cabello oscuro como la noche.

Decía la nota. Así que la tomo abriéndola y leyendo su contenido, donde una linda y fina letra en cursivas descansaba.

Me agradas. Mi hermano dice que les dirás qué me viste y nos manden a matar, pero yo tengo la esperanza de que no lo harás. Por favor, no lo hagas, ya es bastante difícil el tener que ocultarnos porque nos cazan y si tú les cuentas que me viste sería peor. Así que, no digas nada respecto a mi. Confio en ti. Por cierto, me gustan tus ojos, me recuerdan a algunos corales que hay en mi casa, también me recuerdan a mi madre.

~Tu sabes quién soy

Pd. Me llame Aglaope

Al leer esto, Aidan solto una pequeña sonrisa tonta y guardo la carta en su pantalón para que nadie la encontrara. Después se apresuró a hacer la comida para que puedan comer.

En la noche, estaban afuera de la casa, en la terraza, jugando algunos juegos de mesa que habían llevado. Cuando, de repente, vieron como algo estaba sentado en la roca así que se Tj saco la cámara y le tomo foto. Su error fue el no quitarle el flash, pues ese ser se dio cuenta de lo que hicieron y se hundió en el agua mientras se alejaba del lugar a gran velocidad. El cast al ver esto se decepcionaron y regañaron a Tj por no haberle quitado el flash, pero, al final, entraron a la casa conectando la cámara a una laptop para revelar la imagen. Cuando lo hicieron se dieron cuenta del gran hallazgo que habían hecho, encontraron pruebas de que las sirenas son reales. Que esos seres mitológicos con los que muchas niñas sueñan con ser algún día, son reales. —Debemos decirle a alguien de que las sirenas son reales— pronunció la chica haciendo que todos coincidan con ella, menos Aidan.

Él al escuchar esto se llevó una gran sorpresa, provocando que se ponga pálido y recuerde la carta que Aglaope le había dejado hace solo unas horas. —No creo que dejamos decir algo— debatió provocando que todos lo miren sorprendidos.

—¿Por qué no?— indagó Dante

—Piensen un poco, siempre creímos que las sirenas no son reales y tampoco creímos los cuentos de los demás marineros que decían haberlo visto, ¿por qué diríamos algo? Primero, no nos creerían. Y segundo, tal vez no sea tan bueno que se entere el resto del mundo— argumento —Podrían cazarlos y nosotros seríamos los culpables de eso, incluso de su extinción— explico dejando a todos pensando —Ya hemos extinguido a muchas especies de animales por todo el mundo, ¿por qué extinguir una especie que ni siquiera se ha dado a conocer?— finalizó viendo como todos estaban cabizbajos por lo que acababa de decir. Al final todos coincidieron con Aidan y decidieron no decir nada a nadie.

Cuando ya todos estaban dormidos Aidan bajo de su habitación para ver si se encontraba a su querida Aglaope. Y así fue. Se encontraba sentada en la arena frente a la casa con la punta de su cola tocando el agua del mar. Aidan se sento a su lado sin decir ni una palabra, solamente viendo la luna que estaba frente a ellos. —¿Tu eres Aglaope?— le pregunto a la chica recibiendo un dulce asentimiento —Soy Aidan, Aidan Gallagher— dijo él

—Aglaope, Aglaope de Atlantis, hija de Azariel— contesto ella viendo como el pelinegro sonreía y asentia agachando su cabeza hacia la arena —Gracias por defendernos, usaste un buen argumento— pronunció ella llamando su atención —Normalmente, cuando se enteran de que existimos nos cazan hasta que encuentran dónde vivimos y extinguen a los habitantes de ahí, después vuelven esperando encontrar más, pero ya no hay así que lo usan como sitio de excursión— informo con algo de lástima por los amigos y conocidos que perdió gracias a la caza de sirenas.

—No tienes por qué agradecer, solo dije la verdad— dijo de manera suave casi pareciendo susurro. Siguieron hablando un buen rato hasta que la sirena noto que Aidan empezaba a dormirse y, entonces, se despidieron con una dulce sonrisa.

Definitivamente, algo bueno va a salir de esto.

Definitivamente, algo bueno va a salir de esto

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