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Ha pasado un buen tiempo desde que Aidan y Aglaope se conocieron y hablaron sentados frente a la casa de vacaciones. Desde ese momento se les hizo costumbre platicar durante las noches cuando todos estaban dormidos hasta que Aidan empezará a sentir los ojos pesados o Aglaope viera a su hermano llegar con una mala cara. Pero mañana se va Aidan.

Es de noche, Aidan salió de la casa encontrandose a Aglaope con su cola hecha piernas, parada en la orilla del mar con la intención de que el agua no la toque, pues si lo hace se convierte en sirena de nuevo.

Para Aidan no fue una sorpresa esto, pues hace unas noches le había dicho que se puede cambiar de sirena a humana, así fue como dejo la carta en la isla de la cocina.

—Agla— la llamo con cariño haciendo que ella voltee a verlo con una sonrisa adornando su rostro. —Hola— la saludo estando a su lado.

—Hola— lo correspondió.

—Linda falda— la halago notando la falda azul bordada que descansaba en su cadera con un corte en diagonal, donde la parte izquierda era el lado más corto y el derecho más largo, mientras unos pequeños corales la adornaban.

—Ah, gracias— agradeció viendo un poco su falda y meneando su cadera en un inocente vaivén. —Mi mamá quería que tuviera algo para usar mientras caminaba por Atlantis y que al mismo tiempo adornara mi cola— comento.

—Entiendo, se te ve bien— agrego recibiendo otro 'gracias'. —Tengo algo que decirte— pronunció algo nervioso y sin saber cómo decírselo. —¿Recuerdas que te dije que solo venía de vacaciones?— le pregunto recibiendo un asentimiento. —Bueno, dentro de unos días regresaremos a clases y...— no pudo terminar sabiendo el cómo podría ponerse su nueva y extraña amiga —mañana me voy— soltó por fin después de unos segundos de silencio e intriga provocándole una mirada triste —, tal vez nos alcancemos a ver de lejos, pero ya no vamos a poder hablar— finalizó viendo la mirada triste de su amiga.

—Entiendo— pronunció sintiendo sus ojos arder un poco. —Entonces este es un adiós.

—Mas bien es un tupananchiskama— dijo dejándola confundida. —En el idioma quechua no existe la palabra adiós, así que de dice así porque significa hasta que la vida nos vuelva a encontrar— tradujo sacándole una linda sonrisa mientras su cabello morado cubría la mitad de su rostro. —Ten— le dijo rompiendo el silencio que se había creado entre los dos mientras le extiende una pequeña caja aterciopelada.

—¿Qué es?— le pregunto curiosa mientras lo toma con sus manos.

—Solo ábrelo.

Al abrirlo se encontró con un hermoso collar en el que había una pequeña sirena agarrada a los extremos de su cola y una mano que tenía extendida, pero teniendo el toque distintivo de que el cabello de está era morado. Al verla se quedó sorprendida y maravillada.

—Es de titanio, así no se va a oxidar— informo viendo un ligero brillo en sus ojos.

—Gracias, me encanta— dijo con una sonrisa hasta que recordó un pequeño detalle. —Yo también te traje algo, solo cierra los ojos— pidió viéndolo obedecer.

Ella se acercó a una silla que estaba y tomo una caracola blanca que descansaba en el lugar, la cual había dejado con anterioridad ahí.

—Abrelos— él abrió los ojos viéndola extender dicho paquete y acariciarle la parte superior con su dedo anular haciendo que se abra solo.

Dentro encontró una pulsera de pequeños corales del mar y teniendo un pequeño toque distintivo de una perla color plateado. Eso le saco una sonrisa a Aidan pues le gusta usar pulseras, o brazaletes, sin hacer que lo hagan ver afeminado.

—La perla es de verdad— comento la chica llamando la atención de Aidan. —Le pedí a uno de sus amigos que me regalara una así que la puse en la pulsera— detallo la chica notando un brillo especial en los ojos de Aidan.

—Me gusta mucho, gracias, Agla— le dijo con cariño para tomar la concha entre sus manos y regresar su mirada a los esmeralda de la chica.

Sentía un deseo inmenso por besarla y probar esos rosados labios que poseía, pero tenía miedo de ser rechazado por ella o que recibiera una buena paliza por parte de su hermano. Pero al mismo tiempo sentía nervios por hacer esa acción. Aún que, al final, se dejó llevar por su impulso y tomo la mejilla de la chica para acercarse a sus labios dejando una suave, tierno y dulce beso que sorprendió a Aglaope.

A pesar de que Aglaope había recibido múltiples propuestas de matrimonio por parte de distintos hombres de todo Atlantis —los cuáles rechazo y su familia tampoco los acepto—, nunca había besado a uno, así que no era una experta besando a comparación de Aidan —quien ya tenía experiencia besando—. Pero no lo rechazo y solo colocó su mano en la mejilla del contrario para sentir los labios de Aidan moverse un poco y empezar a succionar su labio inferior, por lo que ella succionó el superior.

Fue un beso tierno, cariñoso, dulce, suave y uno que demuestra el cuánto se van a extrañar mutuamente.

Cuando sintió la mano de Aidan bajar a su espalda baja, sintió la piel de su espalda erizarse. Cuando el chico sintió esto, se separo para succionar el labio superior de la chica siendo correspondido y tomo con su mano la de la contraria para colocarla en su cuello y acercar su cuerpo más al de ella, abrazando su cintura con la mano sobrante mientras ella rodea su cuello con ambos brazos tratando de evitar que se separen. Pero esto les fue imposible por la falta de aire en sus pulmones, separandose unos pocos centímetros para poder respirar escuchando estas un poco agitadas y pegando sus frentes con cariño, abriendo sus ojos para mirarse con un brillo especial en estos, finalmente, regalandose una sonrisa. Aidan le dio un pico en los labios para rodearla con sus brazos en un cálido abrazo haciendo que sienta su calor por todo su frío torso, cerrando los ojos ante la refrescante sensación.

—Te voy a extrañar, Aidan— murmuro en su hombro.

—Yo también te voy a extrañar, Aglaope— correspondio chocando su respiración con la piel de su hombro. —Estás más fría de lo normal— comento sintiendo la temperatura de su cuerpo y acariciando su espalda.

—Es que está haciendo un poco de más frío a lo acostumbrado— respondió haciendo que él se separe de ella, pero sin despegar por completo sus cuerpos.

—Tengo una idea— dijo separandose. —Por qué no te quedas está noche y te vas mañana— sugirió —, tal vez al amanecer— propuso dejándola pensar un rato para ver una sonrisa formarse en su rostro y su cabeza asentir.

Al final, entraron juntos a la casa agarrados de la mano, subieron las escaleras tratando de no despertar a nadie y entraron a la habitación cerrando la puerta con mucho cuidado. Cuando Aidan cerró la puerta y volteo a ver a la chica, pudo notar cómo observaba cada detalle del cuarto mientras se abrazaba tallando sus manos delicadamente contra sus brazos tratando de hacer fricción. Con esto, se dirigió hacia un mueble de ropa tomando dos prendas suyas que podrían ayudar a la chica para calentarse un poco.

—Ten— le hablo mostrándole un pantalón y una playera de algodón. —Son mías, pero tal vez te pueden quedar— comento para verla tomar la ropa con sus manos e indicándole la dirección del baño.

Esta iba a ser la última vez que vería a Aglaope en toda su vida. O eso es lo que creía él.

 O eso es lo que creía él

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