9.- Una prioridad.

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Luke Lewis,

Hoy no era precisamente el mejor de mis días. Había discutido con mi promotor a primera hora de la mañana, parece ser que no respeta la decisión de "reducir" mis peleas sobre el cuadrilátero, pero, ¿qué puedo hacer? Ya está decidido.

—Sí. Trataré de volver a casa temprano —murmuro sosteniendo el teléfono contra mi oreja con uno de mis hombros mientras busco la llave del club—. Te llamaré cuando...

Suelto una maldición al ver una motocicleta estacionada justo en la entrada del club. Grandioso, ¿qué creían que esto era un estacionamiento?

—Cariño, te llamo en un rato. Alguien tomó la entrada de mi club como estacionamiento.

Less me da una respuesta diciendo que no olvide ser educado con la persona que cree que ha encontrado un buen lugar para estacionar, y luego cuelga.

Guardo de nuevo las llaves en mi bolsillo, y miro alrededor intentando encontrar al dueño de la motocicleta. No parece haber nadie cerca, así que considero que llamar a una grúa es una buena idea.

Cuando marco el número y avanzo, lo veo. Bajo el celular, mirando al chico dormido que está justo en el callejón que se encuentra a lado de mi club.

Cuelgo la llamada aun cuando me responden del otro lado y no dudo en acercarme, me alarmo creyendo que tal vez está herido, o alguien lo dejó ahí pero cuando estoy lo suficientemente cerca, noto en realidad sigue vivo.

Bueno, eso es un alivio.

Lo primero que mis ojos captan es la herida del brazo, y luego los moretones en el rostro y el resto del cuerpo.

Parece que le dieron una paliza.

Me acerco, sacudiendo con ligereza uno de sus hombros, despierta casi al instante, sobresaltándose al mirarme frente a él.

—Hey, ¿estás bien? —inquiero. Se talla los ojos y observa por unos cortos segundos a sus costados.

—Sí —responde. Se incorpora y no me pasa desapercibida la manera en la que sujeta uno de sus costados.

No debe tener más de dieciocho años, lo que me hace cuestionarme, ¿qué hace un chico como él en un callejón?

—Supongo que esa es tu moto —señalo—. Está cubriendo la entrada de mi club.

—Oh, lo lamento —sacude la cabeza y rebusca algo en su bolsillo. Lo sigo hacia afuera del callejón, lo miro colocar las llaves en la motocicleta y luego, intentar moverla.

Hace una mueca de dolor, supongo que debida a la herida en su brazo así que me acerco de nuevo.

—Déjame que te ayude —se aparta cuando tomo la moto—. Deberías buscar otro sitio, la policía no es muy amigable con los chicos que duermen en un callejón.

—Ha sido la primera vez —parece incluso avergonzado, así que lo deduzco.

Él no es un chico de la calle, no parece alguien que viva en callejones, de hecho. Vuelvo la atención a la herida de su brazo, la tela con la que está cubierta ahora tiene un tinte rojo, y es la clase de herida que, si no se cuida, se puede volver grave.

—Esa herida se ve mal.

—No es importante —dice pasando una mano por su cabello—. Lamento haber...

—No, no. No hay problema —lo observo un poco más. Debatiéndome si sería buena idea ofrecerle entrar al club.

Es extraño, una parte de mí siente como si debiera ayudarlo, como si el chico frente a mí fuese algo más que un simple desconocido.

Antes de que el fuego se extinga.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora