Capítulo 2

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Katsuki se miraba al espejo con desagrado. Odiaba el uniforme de la academia. Definitivamente estaba muy feliz de que ese fuera su último año. Sus ojos reflejados mostraban todo menos cosas bonitas, mientras pasaba el peine por su larga y dorada cabellera. Era demasiado temprano para enfadarse, lo sabía, y eso la enojaba más.

No tenía ganas de estar encerrada un día más con las personas secundarias en su academia. Era cierto grupo el que se salvaba y ni aún así tanto, pues sus amigas tendían a ser unas estúpidas y el único hombre en su grupo se burlaba siempre que podía.

Se levantó de la silla a juego con su tocador y alisó su falda. Tomó su bolso para después salir de su habitación y bajar las escaleras con premura. Su padre desayunaba en un lado minúsculo de la mesa mientras su madre utilizaba el espacio restante para cortar y marcar telas.

Ella era una mujer reconocida en el área de la moda y siempre estaba con sus telas de aquí para ella.
Mitsuki Bakugo en especial había diseñado el uniforme de la academia U.A.

—Me voy —murmuró la chica, moviendo su mano en señal de despedida.

—Recuerda buscar a Izuku, es su primer día en la escuela y puede ser difícil para ella —dijo Mitsuki, sonriendo—. Ayúdala.

Katsuki no respondió, recibió la despedida de su padre y salió de su casa.

El día anterior, Izuku había vuelto a Musutafu y no paró de hablar durante tres horas sobre su vida en California. Izuku hablaba hasta por los codos.

¿Podía siquiera molestarse? Katsuki no había escuchado su voz en casi diez años. Fue como melodía a sus oídos, lo único que le molestaba era no saber quienes eran las personas que mencionaba.
Había hecho demasiados amigos en ese tiempo y a Katsuki no le gustaba saber eso.

En realidad, eran pocas cosas las que podrían gustarle a esa chica malhumorada y muy antipática.
Apenas dio un paso para ir a la casa de Izuku, esta salió despidiéndose de su madre a gritos y risas.

El uniforme le quedaba bien.

Y la corbata le quedaba horrible.

—¡Kacchan! —gritó la chica, sonriendo con alegría. Katsuki aceleró el paso para poder caminar junto a ella—. ¿Cómo estás? ¿Has tenido una buena noche? ¿Volviste temprano a tu hogar? Me sorprendí mucho cuando ayer te fuiste apresuradamente con tus amigas, ¡pero de seguro fue divertido!

—Deku, arregla tu corbata —dijo en cambio, sin responder a ninguna de sus preguntas—. Vamos, apura el paso. Llegaremos tarde.

Izuku tomó el brazo de Katsuki y se colgó amigablemente. Le gustaba poder pasar tiempo con su vieja amiga.

Debía reconocer que la rubia se había vuelto un poco fría e indiferente, pero sabía que muy en el fondo seguía siendo esa niña que había conocido hace mucho tiempo, a la cual admiraba. Valiente, sin miedo a expresar su rabia y lo que no le parecía justo. Siendo solo una infante lograba defender a todos los que la necesitaban. Volátil y muy expresiva.

Izuku vió siempre a Katsuki como la niña más genial del mundo, y ahora seguía viéndola así.

Cuando su madre dijo que volverían a Musutafu, estaba tan rebosante de felicidad que no le molestó mucho dejar toda una vida detrás. Ella extrañaba muchísimo a su amiga de la infancia. Desde que cumplió quince y sus padres decidieron darle un teléfono, había buscado a Katsuki en las redes sociales que cualquier adolescente pudiera tener, pero para su sorpresa, ella no tenía nada. Ninguna red social. Nada.

Le daba vergüenza decirle a su madre que le pidiera su número a tía Mitsuki, tenía el miedo de que la rubia no se acordara de ella así que simplemente pasó sus días tratando de recordar los días hermosos de ellas dos siendo niñas.

Mi Deku (KatsuFem! x DekuFem!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora