Traición

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Sentada en la barra del bar, ordena un trago de whisky. Sus lágrimas se mezclan con el licor mientras bebe poco a poco. El sabor era de los más espantosos, pero quería sentir algo, lo que sea.

Se encuentra frustrada y algo estúpida por creer en las palabras de quien creía que la amaba como ella lo hacía. Levanta el vaso lleno de licor y lo vuelve a beber.

Aun lleva aquel vestido que había elegido, en la que se suponía que hoy sería una de las mejores noches de su vida. Sonríe por tan absurdo pensamiento. Revisa su celular y se da cuenta que son cerca de las 1 a.m. en las notificaciones tiene más de 42 llamadas perdidas del que era su novio y cinco llamadas de su mejor amiga. Vuelve a ordenar otro trago y empieza a recordar la traición que le había hecho, el canalla.

Hoy daría ese paso tan importante en una relación. Ya tenía un año de noviazgo, y para ella Miguel Brown era el hombre de su sueño ¡Un príncipe! Estudiaban juntos en la misma carrera universitaria y por ende en el mismo salón. Él siempre la protegía, la cuidaba cuando enfermaba y jamás la presionó para que ella se le entregara. Siempre atento y respetuoso "el hombre perfecto" pensó.

Lista para ese paso tan importante, asistió al departamento del que hasta ahora había sido su novio.

Estaba apunto de tocar la puerta, cuando un mensaje le llegó al celular. Algo confundida, pero feliz a la vez, decidió abrirlo. Era un número que desconocía y un video a la vez.

"Tienes que verlo" decía en el segundo mensaje.

Presionó el botón y empezó a reproducir el video.

Era una reunión en la que se encontraban sus compañeros y entre ellos estaba su novio con un vaso de licor en mano y sosteniendo de la cintura a una mujer ¡A una mujer!

- "Entonces, si consigues que Ashley se acueste contigo habrás ganado, pero si ella no lo hace, tú amigo mío, me darás toda tu colección de autos clásicos" - dijo Alex, uno de sus mejores amigos.

- "Tenemos una apuesta. Haré que ella se entregue a mí sin que se lo pida" - respondió el canalla sonriendo por su victoria.

- "Espero que no pierdas esa colección cariño, Ashley es muy conservadora. Además, es muy inteligente para no darse cuenta" - dijo Carolay, la chica popular del salón y a quien sostenía de la cintura. Se acercó a él y lo besó, él respondió aquel beso acercándola más a su pecho, ni siquiera la detuvo, simplemente la envolvió en sus brazos y la aceptó.

El corazón del Ashley se arrugó por tal confesión, sentía que su corazón se rompía en mil pedazos, latía con mucha fuerza como si quisiera salirse de su pecho.

Siempre había sido una apuesta, una absurda apuesta, todo lo vivido fue una mentira, su mundo rosa se le iba a bajo. Tomando con fuerza su celular, se quedó inmóvil, en ese momento la puerta se abrió.

Miguel salió a recibirla con una gran sonrisa, pero bastante fue su sorpresa cuando la vio. El rostro de Ashley estaba lleno de furia y tristeza a la vez. Vio el celular que tenía Ashley en su mano y escuchó la reproducción del video, en ese momento lo comprendió.

- Déjame explicártelo - dijo Miguel apresurado.

-¡¿Qué me quieres explicar? ¿Qué fui una estúpida en creer todas tus palabras? O ¿Qué estuve a punto de hacerte ganar esa apuesta?! - habló con bastante furia, todo su cuerpo se había puesto firme.

- Las cosas no son así. Acepto que en un principio si fue una apuesta, pero te fui conociendo y me enamoré de ti, yo.. yo te amo Ashley - su tono de voz sonó arrepentida y trató de abrazarla.

- ¡No me toques! - gritó ella, sus ojos emitían gran furia que con tan sólo verlo se le revolvía el estómago - No te vuelvas a acercar a mí en tu miserable vida, ni en esta, ni en la otra porque si lo haces vas a conocerme - tomó valentía y salió corriendo del lugar, Miguel fue tras ella.

Ashley fue más veloz que él, tomó el autobús y se fue. No sabía cuál era el destino, lo único que sabía era que quería estar lejos, muy lejos.

Fue así como llegó a otra ciudad. Entró a un bar que le pareció muy elegante. Jamás en su vida había estado en uno, tampoco había tomado alcohol, pero quería saber si era cierto que con el alcohol se libran las penas. Sólo bebió tres tragos, al final le pareció estúpido que tal elixir le ayudara con su problema de amor.

Volvió a checar la hora y la barra de notificación, ahora tenía más llamadas. Guardó su celular, estaba dispuesta a marcharse. Ya era muy tarde y su amiga debería de estar muy preocupada por ella. Jamás se había pasado el límite de hora.

Al querer levantarse, un joven muy apuesto se sentó a su lado.

Él la había observado desde que ella entró al bar. Le llamó la atención la forma que estaba vestida. Era un vestido pasado de moda, de color pastel con algunas flores, le quedaba algo flojo de la cintura y le llegaba un poco más arriba de sus rodillas y además, utilizaba unas zapatillas del mismo color.

Comúnmente las mujeres que asisten a ese bar visten de vestidos muy ajustados a sus cuerpos y que estén a la moda, de esta forma enseñan sus tributos de mujer. Pero ella, ella era diferente, se notaba que jamás en su vida había bebido, pues cuando lo hizo, su cara se arrugó por lo amargo y fuerte del whisky.

- ¿Puedo acomañarte? - preguntó con una voz seductora que hizo que toda su piel se erizara por completo.

Ashley se sobresaltó al escucharlo. Regresó a ver y se sorprendió por verlo. Un joven de al menos 28 años estaba sentado a su lado. Su tez muy blanca, sus ojos eran osuros que obligaban a mirarlo y saber más de él. De cejas pobladas y pestañas risas. Rasgos finos, labios gruesos, una barba de candado recorría su quijada, su cabello castaño, alto y de cuerpo musculoso. Llevaba una ropa cara, eso se notaba de lejos. Respiró profundo y dijo con algo de dificultad.

-Yo..yo ya me iba - puso sus cabellos detrás de las orejas, se moría de la vergüenza.

-Sólo acompáñame con este trago - dijo y le ordenó al barman servir dos Cocteles.

-De acuerdo - respondió Ashley algo dudosa por su invitación a beber.

Alzando el vaso, notó que este tenía un sabor diferente, era dulce y no amargo como los que había tomado.

-¿Te siente mejor? - preguntó él, mientras sonreía. Una sonrisa que derretía por completo a toda mujer.

-Mucho mejor - Ashley se dio cuenta que él había notado sobre la elección de tragos anteriores y se sonrojó por ello. No imagina sus muecas ser vistas por su acompañante.

- Bien, creo que deberías de irte.

-Claro - dijo ella esforzándose por sonreír.

Al estar de pie y apunto de marcharse, sonó su música favorita. Tomó la valentía suficiente para acercarse a él, respiró y le dijo con una sonrisa mientras estiraba su mano.

- ¿Quieres bailar?

Él sonrió ante su propuesta, tomó la mano de la chica y fueron al centro de la pista. Al estar tan cerca de ella, notó la belleza de la joven. Su piel era blanca, el cabello color castaño, le llegaba por los hombros, de ojos dorados como la miel, labios gruesos y de mediana estatura. No aparentaba tener más de 23 años, todavía era joven, una joven muy bella.

Sus cuerpos se movían al ritmo de la música. Ambos sonreían, olvidando todos sus problemas, dejándolos atrás en una caja fuerte que seria difícil de romper. Sus cuerpos hablaron por ellos en aquella ocasión. Continuaron bailando, la música terminó y ellos se miraron a los ojos. Sintieron esas ganas inmensas de besarse, él acercó sus labios a los de ella, ella no se rehusó y se unieron en un gran beso que rompía con toda barrera. Le gustó el sabor que emitían los labios de la chica, pues el whisky le había dado un sabor agridulce.

Nota del escritor:

Esta novela ya la subí antes y a petición de algunos lectores decidí subirla de nuevo por unos días. FELIZ VIAJE

No te pertenezco o tal  vez ¿Sí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora