Now these three knows.

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¿Quién sería el tercer afortunado en saber sobre la relación de Tokito y Genya?

Tenía que ser alguien sabio, que aporte sobriedad a la causa, alguien que conozca mucho a Sanemi y que hable con él, una persona capaz de contribuir y que, por obvios motivos, no le esté diciendo a todo el mundo.

Iguro era la persona perfecta, hasta venía con mascota y todo.

Kyojuro sabía perfectamente qué hacer para que ayude, pues, naturalmente él odia el chisme, lo detesta y cree que lo que haga cada quién con su vida no es asunto suyo.

Se encontraba reposando en ese bendito árbol mientras hablaba con Kaburamaru de lo linda que era la novia de la serpiente. Obanai estaba completamente indignado porque su bendito amigo/mascota tenía novia y él siquiera podía mirar a los ojos a la chica que le gustaba sin ponerse nervioso.

— ¡Iguro-san!

Hablando del rey de Roma, o en este caso, la reina.

Iguro se sorprendió y dio un leve salto sobre sí, tan leve que solo rompió la rama y aterrizó con esta incrustándose entre sus pompis.

Solo se escuchó un gritito para nada varoníl que salió de su garganta mientras todo el aire de sus pulmones parecía salirse de su cuerpo.

Se puso pálido, sus ojos estaban tan abiertos que parecía que se saldrían de su lugar.

"Bien hecho Iguro, ahora sí que lograste que Mitsuri se fije en ti"

Pensaba Kaburamaru.

— ¡Iguro-san! ¡Iguro-san! ¿Estás bien? ¡Iguro-san! —gritaba con desesperación Kanroji. Corrió hacia donde estaba el heterocromático y se agachó junto a él.

Oh, Obanai sí que sabía volver loca a la chica que le gustaba, aunque no en el sentido que a él le gustaría.

— ¡Iguro-san! ¿Estás bien? ¿Puedes oírme? ¡Iguro-san! —gritó eufórica.

— Tranquila querida, te aseguro que te está oyendo. —intentó decir Kaburamaru, aunque de su boca solo salió un "tzzzz".

El pelinegro estaba de todos colores, azul por la falta de aire, violeta por el vértigo que le dio su inesperada caída, verde por lo asqueado que quedó notando que su primer contacto íntimo estaba siendo con una maldita rama y rojo por la vergüenza de la situación.

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Ahora se encontraban los cuatro en la finca del amor, Rengoku, Mitsuri, Kaburamaru e Iguro.

El pilar de la serpiente agradecía al cielo porque los otros presentes juraron no hablar de su accidente con el árbol. Tomaban té tranquilamente, era obvio que sus amigos querían decirle algo, pero también era más que obvio que estaban totalmente nerviosos, muy posiblemente porque no lo ensayaron, tan típico de ellos. Siempre se lanzaban y una vez que se daban cuenta de que la habían cagado o estaban a punto de hacerlo, no podían darle marcha atrás a la situación.

— ¿Van a decirme algo o me trajeron aquí para drogarme con el té y venderme como fenómeno al circo? —habló el de menor estatura mirando directamente a Rengoku, tenía miedo de que algo así ocurra con él cerca. Cuando eran niños, Kyojiro le ofreció ese dulce trabajo y desde entonces no confía mucho en él.

— ¡No, no, no, no! Solo... —murmuraba la pelirosa.

Silencio incómodo.

— ¡Iguro Obanai! —Gritó Kyojuro, llamando la atención de posiblemente todo el continente. — ¿Desea usted emprender una aventura llena de misterio, fantasía, tragedia, muerte y amor junto a lo doncella Kanroji Mitsuri y, su servidor, Kyojuro Rengoku?

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⏰ Última actualización: May 30, 2022 ⏰

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