"La Misión De San Gabriel"

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Centro Federal de Readaptación Social-Zona N.º 1 de Lanceros y Fusileros del Ejército Mexicano

¡Capitán! - Grito el corpulento sargento de bigote tupido. —Capitán, hay una emergencia.

El capitán volteó levemente con cierta molestia, soltó un suspiro y sin despegar la mirada de sus documentos respondió.

—Sargento García, sabe bien que la falta de vino en la posada no es una emergencia. -Respondió Monasterios algo molestó. —Si no tiene una emergencia real puede retirarse sargento, estoy ocupado.

¡¡Hay una Zeta dibujada con fuego en las afueras de San Juan Capistrano mi capitán!! - Grito el corpulento hombre algo apurado.

El capitán se puso de pie de inmediato con cierta preocupación ante aquella noticia, tomó su sombrero y su arma del escritorio y salió a la par del sargento.

Por ahí hubiera empezado sargento, ¿ya mando al cabo González a apagar el incendio?

No mi capitán, estábamos esperando sus indicaciones. - Respondió García.

¡Ah! García es usted un imbécil. - Rugió el capitán muy molesto. —Bien, prepare mi caballo y a sus Lanceros ¡Armas listas!

Tras aquella orden García movilizó a sus hombres dejando solo al capitán el cual decía en bucle para sí mismo - El Zorro está muerto, no puede volver - el hombre se equipó su sable y arma en su cinturón, se montó a su caballo y encabezando la caballería en dirección a Capistrano, cabalgando a toda velocidad dejando el "Cefereso" y el cuartel completamente solo. Únicamente vigilado por la guardia militar de turno la cual era considerablemente menor a la cantidad de soldados que usualmente cuidaban el cuartel y la prisión.

Cabalgue entre las sombras con el sarape de color negro cubriendo mi cuerpo completamente. Mi plan había funcionado, la mayoría de guardias se fueron en búsqueda de un fantasma en la sierra mientras yo, intentaba jugar al héroe. Me puse de pie sobre el caballo, cubrí mi rostro con el paliacate dejando ver únicamente mis ojos bajo el antifaz, amarre el barbuquejo bajo mi barbilla para asegurar el sombrero, saque de mi cintura un látigo y con un simple movimiento cortando el aire lo enganche en lo alto de una viga de la torre de vigilancia, me columpie dando una pirueta en el aire para después caer en el interior del presidio.

Guarde el látigo en mi cintura y escondí el resto de mi cuerpo en aquel sarape cubriendo mi cuerpo de cabeza a pies y camine acompañado del único sonido en todo el lugar:El tintineo constante de las espuelas en mis botas. Me acerque a una de las ventanas y lanzando una roca qué tomé del suelo rompí aquel cristal, las alarmas sonaron y aproveche aquella alerta para simplemente entrar por la puerta principal en donde nada más había un guardia.

¿Así que esta es la seguridad del presidio militar? Vaya, no me impresiona. - Dije en el tono más chulo y prepotente que pude.

El soldado cargo su fusil y apunto a mí para disparar, cuando siquiera lo intentó lance en su dirección un cuchillo clavándolo acertadamente en su pie a través de su bota, dejándolo con dolor y clavado al suelo, su reacción reflejo fue soltar el arma de manera inmediata, cosa que me dio ventaja para acercarme y patear su pecho con fuerza para dejarlo caer al suelo unos cuantos metros. Saque mi espada y la coloque en su cuello para darme el tiempo de sacar a la fuerza el cuchillo de su pie.

Yo que tú, revisaría eso en vez de intentar detenerme. - Dije cortando en su mejilla una letra "Z" con la punta de mi espada.

Enfunde mi espada y continúe mi camino de manera serena y lenta, me adentre entre los pasillos de la prisión hasta llegar a uno de los pasillos donde dos soldados de infantería estaba ahí de vigilancia. Los hombres se alertaron de inmediato al verme, sacaron sus espadas y se pusieron en guardia esperando a mi respuesta.

El Renacer Del ZorroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora