Triunfo y fracaso
Ha pasado una semana desde la fiesta de Cassie y el pequeño incidente con el mayor de los hermanos maxwell. Después de ese día no supe más de Eros excepto lo que su hermana se limitaba a contarme hasta que le dejé en claro que no quería escuchar más sobre sus discusiones matutinas por el baño. Cada día era la misma cosa. Amelia tardando horas dentro del baño mientras Eros lucha contra la puerta para presionarla a salir. Raros.
Y ahora mismo Amelia está a mi lado averiguando como usar correctamente un programa que tiene que usar en la universidad.
—Maldito equis ese. —gruñó dejando de lado su computador.
—Excel... —la corrijo inmediatamente, riendo.
—Es imposible de usar. —no lo es, pero su frustración se nota aún más cuando sus manos van directamente a su cabeza. —toda marca error.
—Prueba no dejando espacios al escribir cantidades. —le digo como si eso fuera lo más obvio en el mundo.
—Eso ya lo...—se corta a si misma volviendo a sostener el aparato. Cuando relaja la mirada entiendo que ha solucionado el problema. —oh... era eso.
—Mel. ¿Cómo es que has usado eso por años y aun no aprendes ni su nombre?
—Mi profesor siempre termina ayudándome, es más fácil así.
—Claro que es más fácil cuando lo hacen por ti.
—No hace todo por mí... —ella dirige la mirada a mí, acompañada de una sonrisa. —Se niega.
—¿Qué quieres decir? —no me sorprende lo que dice, si algo se sabe es que Amelia se enamoró de su profesor. Es una larga historia, pero no es mía. —¿Sigues con eso?
—No...
—¡Amelia!
—Tú tienes una cita ¿No? —corta tratando de cambiarme el tema.
—¿Eso importa?
—¡Sí! —chilla emocionada mientras deja de nuevo su laptop. —No has salido en meses. Ya eres virgen de nuevo.
—Amelia, eso no siquiera es posible.
—¿Y? es una expresión.
—Okay... —me lo pienso antes de seguir el hilo de la conversación porque cuando Mel se lo propone puede llegar a ser demasiado insistente. —No tengo nada que ponerme esta tarde.
—¡¿Qué?! ¡¿Por qué me lo dices hasta ahora?! —inquiere con su tono típico de reproche, pero no me preocupa lo suficiente.
—Porque planeaba cancelar.
—¿Por qué? —esta vez me pregunta mas calmada y lo agradezco. Parece tranquila, casi como si le diera igual.
—No me siento cómoda saliendo con nadie.
—Otra vez... —su gesto cambia a uno mas cálido, verdaderamente eso me relaja. —Creí que ya habías superado eso.
—Yo también, pero de pronto volvió... —parece casi una estupidez hablar de eso, pero me doy cuenta que para mi no lo es cuando bajo la mirada mientras acaricio mi brazo.
—Oye —me habla Amelia suavemente del mentón haciendo que la mire. —Se lo acomplejada que sigues por ello, pero no puedes simplemente encerrarte. Diviértete y si ese tipo resulta un idiota y te hace sentir incomoda yo misma iré por ti ¿Bueno?
—No creo que sea buena idea.
—Esta bien si no quieres, tómalo con calma. —me asegura mirándome fijo. —si quieres podemos quedarnos en mi casa y ver algo. —supongo que nota mi expresión porque casi de inmediato agrega: —Eros no está.
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Nosotros entre constelaciones
RomanceNunca entiendo sus constantes cambios. Nunca entiendo a dónde va. Eros es extraño. Él es la definición de libertad. ¿A dónde vas cuando no tienes a dónde ir? Esa es la constante pregunta que me hago, junto con esta: ¿A dónde va él? Es difícil segui...