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Chūya había estado algo inquieto aún cuando trataba de distraerse. Quería tener a Ryūnosuke de regreso a casa, pero también debía aprender a confiar un poco en Dazai, y como dijo su ahora madre, la señora Suzuki, Dazai es padre de Ryū, y por más que los rechace, será incapaz de hacerle daño.

Mientras tanto, en el mundo humano...

Dazai había llevado a una clínica al niño para una revisión por su tos. Todo parecía indicar que se trataba de una gripe de temporada, y que tomando los medicamentos recetados por el médico, se pondría mejor.

Caminaban juntos por las calles de Yokohama. Dazai cargaba los medicamentos en una de sus manos, y con su mano libre, sujetaba la manita de Ryū, para evitar que cayera en algún repentino tropiezo.

Las luces de la ciudad, llamaban la atención de Ryūnosuke, quien contemplaba todo con gran emoción.

— Papi.

— ¿Qué quieres, Ryū?

— Tu ciudad donde vives es muy bonito.

— Habla bien, niño. Se escucha mejor "la ciudad donde vives es muy bonita".

— ¡Sí, eso! Papi.

— ¿Ahora qué?

— ¿Cuándo te irás a vivir con mamá y conmigo al mundo de los Demonios?

Dazai en verdad estaba enamorado de Chūya, pero en su mente había algo dudas acerca de su existencia. No sabía si creer o no en la existencia del pelirrojo que le robó el corazón hace algunos años. Tenía miedo de seguir sus sentimientos y desilusionarse. Pero Ryūnosuke estaba ahí, con él, sujetando su mano. ¿Era posible sujetar la mano de alguien que "no existe"? Incluso el médico lo miró y habló con él.

— Ryū. ¿A tí... Te haría feliz eso? ¿Serías más feliz si yo viviera contigo y con Chūya?

Ryūnosuke sonrió. Dió un par de saltitos de alegría, ocasionándose un poco de tos que ignoró, y abrazó las piernas de su padre de manera cariñosa.

— ¡Sí, papi! ¡Mami te quiere mucho y yo también! ¡Vivamos juntos! ¡Todos!

Su emoción hizo sonreír al castaño, quien se atrevió a levantar a Ryū en brazos y a besar una de sus mejillas.

— Lo pensaré, Ryūnosuke. Pero mientras no tome una decisión, promete que cuidarás mucho a tu mamá.

— Sí, papá.

★*★*★

Era de noche, Chūya contemplaba su cama, justo en el espacio donde Ryūnosuke dormía. Lo extrañaba mucho, pero debía estar tranquilo. Dazai no le haría daño a su hijo, podía sentirlo.

Se recostó en su lugar de la cama, y abrazó el cobertor del niño, derramando lágrimas que pronto limpió.

— Mi bebé... Ya quiero que sea mañana para verte, Ryūnosuke.

★*★*★

Dazai compartía su cama con el pequeño azabache. Había cancelado una salida al karaoke y una convivencia por el cumpleaños de uno de sus amigos, pues no podría llevar a Ryū, ni tampoco quería dejarlo solo.

— Papi.

— ¿Ahora qué, Ryū?

Contestó serio, soñoliento.

— ¿Por qué no fuimos a la fiesta de tu amigo? Yo... Quería conocer a tus amigos...

Dazai cubrió con el cobertor el cuerpo del niño, protegiéndolo del frío. Habían transcurrido diez horas desde la estancia de Ryūnosuke en el mundo humano, debía regresarlo pronto.

— Ellos no saben que existes, Ryū. Además, esas fiestas no son para niños.

— Mami me lleva a fiestas donde hay adultos.

Dijo, recordando la cena de la señora que es como una abuela para él.

— Pero yo no soy él. Ahora duerme, niño. Debemos ir con tu mamá.

— Pero... ¿Podemos traer a mami pronto a este mundo y vivir juntos?

— Sólo duerme, Ryū. Te dije que no tengo ninguna decisión ahora.

Hijo del Demonio [SOUKOKU] [DAZAIXCHŪYA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora