tranquility [l.s]

Capítulo 4

Harry se encontraba durmiendo plácidamente junto a su omega, abrazándolo por la cintura apegándolo a su pecho y encondiendo su nariz en la suave cabellera del castaño, inspirando el dulce aroma de este que se mezclaba un poco con los de sus cachorros haciéndolo aún más divino.

Amaba sentir la calidez que emanaba el cuerpo de su amado y lo anhelaba todo el tiempo, a cada hora, minuto y segundo.

Louis era como una luz para cualquiera. Aquel destello de luz resplandeciente que guiaba a través de la oscuridad y soledad.

Era tan afortunado de tenerlo, agradecía al universo que haya puesto en su camino a su compañero de vida. Nunca se arrepentiría de haber invitado a tomar una taza de té en una linda cafetería a ese precioso y tímido pequeño omega de tan sólo diecisiete años (siendo él de la misma edad) que lo hipnotizó con tan solo una mirada de esos peculiares ojos zafiro que atraían a cualquiera. Todavía recuerda esa tarde de primavera; los ojos de ambos adquiriendo un brillo único y especial al cruzar miradas, y sentir instantáneamente esa conexión junto a la sensación de que los dos se pertenecían uno a otro. Oh, y no olvidar el tinte escarlata que las mejillas del omega obtuvieron cuando el alfa le sonrió con sus singulares hoyuelos.

Sus almas estaban hechas y destinadas para estar juntas.

Harry fue el primero en despertar y lo primero que vislumbró fue a su esposo acurrucado un su pecho mientras suaves suspiros salían de sus finos labios. Estuvo un tiempo contemplándolo dormir mientras acariciaba su fino cabello, hasta que este se removió dando a entender que pronto despertaría.

Una vez que el omega abrió los ojos acostumbrándose a la tenue luz del sol que se colaba por la ventana y golpeaba delicadamente sobre su rostro, visualizó a su alfa con aquella dulce mirada que le expresaba amor y seguridad desde el primer momento en que lo vio. Le sonrió y luego también se dedicó a mirarlo en completo silencio.

La luz de los rayos del escaso sol, daba con los ojos del omega haciéndolos aún más claros causando que el alfa se pierda completamente en ellos. Eran como un océano cristalino en el cual te podrías hundir sin sentir o tener miedo alguno, porque sabrías que volverías a la superficie.

Por otro lado, el omega se encontraba hipnotizado en la mirada del alfa, una mirada con aquellos ojos verdes esmeralda, que ahora se encontraban algo oscuros, parecían cual bosque en donde te podrías perder, un bosque en donde encontrarías serenidad.

"Buen día, cariño" Louis rompió el cómodo silencio que se instaló en ambos hace quien sabe cuánto tiempo, pero aún seguían en aquella burbuja donde eran sólo ellos dos.

"Buenos días, mi amor" Harry le sonrió depositando un dulce beso en la punta de la nariz del omega y luego lo acercó un poco más hacía él, si es que eso era posible "Me pierdo tanto en tus ojos, ¿Lo creerías?" 

Louis ante el comentario del más alto, soltó una suave risa marcando aquellas arruguitas alrededor de sus bellos ojos. 

Oh, y Harry podría escuchar reír a Louis todo lo que le resta de vida, no le importaría en absoluto con tal solo escucharlo soltar aquella armoniosa melodía, aquella melodía que hacía que su corazón se infle de cariño y amor. Amaba verlo sonreír y daría lo que fuera para que siempre tenga esa dulce sonrisa en su rostro.

"Oh cariño, me sucede lo mismo" el omega dijo acariciando delicadamente el rostro de Harry, provocando que el mismo cerrara los ojos y disfrutara del toque del castaño con una leve sonrisa.

Era un sábado, por lo consiguiente, Anker no tenía escuela y Harry no trabajaba. Como la mayoría de los sábados, los pequeños adaptaron una manía la cual se trataba de despertar a sus padres justo a las nueve y media de la mañana. Louis y Harry realmente no entendían porque lo hacían y cómo eran tan puntuales y despertaban justo a tiempo. Ambos cachorros lo hacían desde hace meses, alfa y omega ya estaban acostumbrados a sentir las pequeñas manos de sus cachorros toquetear sus rostros mientras canturreaban tiernos 'mami mami mami' o 'papi papi papi'.