Prólogo

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El cielo estaba lluvioso, era ya tarde en el lago de Madrid, Charlotte se encontraba de vacaciones en el lago de la casa de campo, cuando decidió pedir una taza de té con menta en el restaurant y tostadas con mermelada de mosqueta, su favorita, llamo al mesero y ordeno, luego de que le trajera su orden este la miro a sus ojos, esos cálidos ojos color miel con lunares y decidió preguntar.

- ¿Me recuerda señorita Charlotte Elisabeth Montgomery Drew? – La observo detenidamente y enarco una ceja. – Sigues igual que siempre, muy guapa y muy tímida.

Charlotte lo mira y no puede saber quién es, su cara y gestos los había recordado, pero no sabía de quien, no quería entrar en pánico ni tampoco quería hacer sentir mala a esa persona, por lo que ella responde. – Claro que te recuerdo, no has cambiado en lo absoluto... estas muy guapo tú también.- Inhala y exhala, al ver las expresiones faciales del chico desconocido, pudo notar una paz en su interior.

- No te veía del último año de la educación secunda obligatoria, Benjamín y Catherine te extrañan desde entonces.- Se puso algo serio. – ¿No me recuerdas verdad? – Su voz se entrecorto.

Charlotte lo observo detenidamente y miro hacia abajo, tomo una bocanada de aire y lo miro. – Lo lamento, pero la verdad no te recuerdo, han pasado más de 6 años que no vivo aquí en Madrid, mi vida ha cambiado demasiado este último tiempo, pero si dices que Benjamín y Catherine me extrañan mucho, debes de ser Alexander o Dylan, o espero no equivocarme. – da un suspiro y se ruboriza por la vergüenza de su confesión, ellos eran hermanos gemelos, era evidente no saber cual era.

- Soy Dylan, Dylan Robinson Evans. – Su tono es suave pero triste. – Es lógico que no me recuerdes, la última vez que te vi fue para la graduación, solo tenías 16 años, y luego de unos días solo te fuiste y no te despediste, no teníamos contacto con nadie de tu familia por lo que no supimos cómo encontrarte.

Da un suspiro, se levanta y le dice. – Ven dame un abrazo. – Se acerca y lo abraza, un abrazo cálido, un abrazo que da paz. – Ya debo irme, se me ha hecho muy tarde y debo volver a casa, pero aquí tienes mi número de teléfono. – Toma un lápiz de su mochila y escribe en un papel su número de teléfono y se lo da. – Aquí tienes, ten y puedes dárselos a Catherine y Benjamín, estoy al pendiente. – Deja el dinero de la cuenta en la mesa y se retira.

Charlotte llega a su casa se saca los zapatos y dice en voz alta. – Creí que Dylan sería la última persona que me reconocería, esa era la razón por la que no deseaba volver a Madrid. – se saca la ropa y se toma una ducha, de esas duchas donde el agua esta tan helada que te hace olvidar todo a tú alrededor.

Buscando mi felicidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora