0. -Prologo

12 1 1
                                    




 Nublado, no solo el clima si no todo alrededor, no podía, no quería alzar la mirada sentía que, con solo mirar, se desplomaría justo como su hermano, oh su querido hermano, sollozaba sin parar a su lado con la cabeza bien levantada, lagrimas gruesas caían por su precioso rostro, sus rizos desordenados le tapaban un poco sus ojos oliva.

"¿Me veré rara?" se preguntó a sí misma, a diferencia de su contraparte, ella no soltó ni una lagrima desde que la noticia fue dada, manteniendo una expresión neutra casi calmada, algo raro de ver en una pequeña de 8 años la cual su madre acaba de fallecer, ni una expresión de dolor, de angustia solo una cara sin nada más que calma. Levanto un poco su cabeza y observo de reojo a su hermano, quien ahora soltaba sollozos a boca abierta cuando bajaron el ataúd, tomo su mano, lo único que podía hacer, lo único que en ese momento supo hacer.

"Pobres niños, debe ser duro para el" Escucho detrás de ella.

"Si, aun son tan pequeños, vivieron tan miserable y ahora, su madre solo les deja este horrible recuerdo". - ¿Miserable?, quería voltear para encarar a la persona que escucho decir eso, ellos no eran miserables nunca lo fueron, su vida, aunque no con lujos, era acogedora y feliz, no necesitaron de más cosas y, aun así, ¿esta persona se atrevía a decir que toda la vida que le pudo brindo su madre era miserable?

 Observo su mano derecha cuando escucho el sonido seco de la tierra, tenía un ramo perfectamente acomodado y adornado de manzanilla lo levanto hasta el cielo un par de segundos, a su madre le encantaba su aroma y el sabor del té y cada que podían, su hermano y ella le compraban, aunque sea un poco para verla sonreír. Lo apretó y levanto la vista, su expresión por fin cambio, apretando los labios y con el ceño fruncido camino sin soltar la mano de Azariel, quien fue arrastrado un poco antes de seguir su paso, se paró en frente del agujero donde se encontraba ahora su madre, y antes de que empezarán a llenarlo de tierra, le dio la mitad del ramo a su hermano, Azariel asintió levemente al recibirlo entendiendo todo, y juntos, casi coordinados, lanzaron el ramo de manzanilla el cual callo sobre su madre.

 Se alejaron levemente, Su hermano aun sollozaba y una que otra lagrima salía de sus ojos, Nazareth seguía con los labios fruncidos, la vista levantada y los ojos levemente cristalinos.

"Que mujer tan egoísta, dejar a sus hijos sin nada más que un pobre recuerdo doloroso ni siquiera se esforzó en dejarles algo digno" Comentarios malos salieron de repente, cuando el ataúd ya había sido enterrado.

"Era de esperarse, vivía tan despreocupada a pesar de su carente falta de dinero, no se esforzó en nada". - Tal vez si los ignoraba, desaparecería el enojo en su pecho, no quería hacer una escena.

"O, pero escuche decir que aún se vestía con las ropas más caras que consiguió de él, sinvergüenza, en vez de venderlas para darle, aunque sea educación a sus hijos."

"Escuche que también era muy avara, hacia comentarios sin ningún tacto a las demás mujeres de como deseaba tener esto y aquello". - Solo, solo contara hasta diez, si, contara hasta diez y todo pasara.

"Que miserable mujer..."

 No soporto, volteo bruscamente la cabeza con una expresión dolida y molesta, dispuesta a discutir con cualquiera que se cruzara en su visión. Inesperadamente alguien ya se le había adelantado.

 No lo distinguió bien ya que su vista estaba siendo nublada por las recientes lagrimas que no se molestó en dejar salir, pero, al notar la expresión desconcertada y molesta de Azariel, quien se dio la vuelta al mismo tiempo que ella, no era alguien querido por ellos... y deseo equivocarse cuando sus ojos volvieron un poco a la normalidad.

 Un hombre de unos 30 años de edad quien yacía de pie unos pasos más adelante que las mujeres, miraba con asco y odio estas quienes, desconcertadas y ofendidas callaron y desviaron su vista a algo más "interesante".

 Aquella cabeza azabache giro en dirección a ella y su hermano, su expresión, aunque todavía con el ceño fruncido, se relajó un poco, casi podría decir que era tranquilizadora si no fuese porque sabía exactamente quién era ese hombre.

 Un empresario exitoso, un hombre honesto pero rencoroso, Manuel Ramos, su Padre.

 Congelados en su sitio, con expresión desconfiada, ambos hermanos observaron como el hombre se acercaba a ellos, murmullos llegaron a los oídos de Nazareth, ella solo apretó más sus labios. Azariel tenía una expresión desconfiada, con la boca entre abierta sin creer lo que veía.

...

 Manuel se agacho al tamaño de los gemelos, levanto sus manos y las dejo caer en las cabezas de ambos quienes comenzaron a llorar al unísono en voz baja con la mirada en el suelo, Manuel los observo detenidamente, cada detalle cada expresión, mientras que Nazareth tenía el ceño fruncido y soltaba pequeñas lágrimas y sollozos, Azariel mantenía su mirada en blanco, su labio temblaba con la boca entre-abierta y lágrimas más gruesas salían de sus ojos.

-Desde ahora, ¿qué les parece venir conmigo? –Preguntó en voz baja, alegrándose de que los murmullos se detuvieran, le estaba empezando a doler la cabeza, ambos hermanos levantaron la mirada sorprendidos, les limpio las lágrimas a cada uno con cada mano, pensó que sería tranquilizador sonreírles un poco, puede que no haya funcionado ya que el niño comenzó a llorar a todo pulmón, mientras limpiaba con su manga sus ojos, y la niña, aunque más leve, de igual forma empezó a llorar.

 En un impulso los abrazo, importándole poco si mojaban su traje, esperando que no se sintieran incomodos o algo parecido. Espero un poco hasta que escucho a ambos hipear. Decidió cargarlos y dios, eran tan pequeños para su edad que sin dificultad alguna los llevo a su auto. Los sentó en el asiento del copiloto y para su sorpresa, cupieron ambos muy bien, se aseguró de que estuvieran cómodos y les coloco el cinturón, con una mirada hacia atrás, indico a los tres niños que lo seguían, subir en la parte trasera.

 Tenía que encargarse de aquellos murmullos ahora, le molestaron bastante y claro está que no lo dejara pasar, cuando los demás niños subieron, se acomodó la corbata y camino directo a aquellas mujeres que lo habían hecho encabronar bastante, nadie hablaba así de su familia.

...

 Mirando la espalda de aquel hombre por la ventana yendo a hablar con unas mujeres, simplemente se preguntó qué les diría ¿defendería a su madre? Negó la cabeza, ese hombre dejo en claro lo que sentía por ella abandonándolos a su suerte, aun recordaba, a pesar de tener 4 años en ese entonces, el rostro lloroso y suplicante de su madre quien en rodillas le suplicaba algo que no escucho por la fuerte lluvia, pero su rostro y la reacción inerte y vacía de su Padre le dio a entender muchas cosas. A él no le importaba Su madre.

 Observo el espejo del auto, los demás niños, yacían sin ningún tipo de emoción en particular, uno estaba tarareando de echo. Bajo la mirada con una expresión decidida.

 Apretando la mano de su hermano quien después de todo aun sollozaba dormido, se prometió que no dejaría que ese hombre los lastimara como lo hizo con su madre, aun si tiene que aguantar el vivir junto con él y esos... hermanos.




...

Actualizaciones lentas pero se compensa con capítulos largos a excepción de este.

Ramo de manzanillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora