Como si nada hubiese pasado, como si de una relación secreta se tratase para los ojos de los demás. Negaran algunos que 'ellos' no tienen nada que ver, que son simplemente amigos, que tal vez son algo más, que no pasa de ser amistad ya que se estiman como si de hermanos se tratase. En realidad, ni esos dos lo tenían claro. Tal vez el resto tenía razón, tal vez no. Lo único que saben aquellos hasta ahora, es que se van a querer y apoyar en todo.
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-Che ¿Dónde pusiste mi remera?
-La puse a lavar, gil de mierda, llegas borrachazo, encima me vomitas.
-A- Nah, no seas exagerado.
-¿Exagerado? Yo te dije ni bien terminó la reunión vamos, tú no me hiciste caso y te quedaste.
-Sí, pero vos te tenías que quedar más tiempo, vos organizaste la reunión, Y VOS- me dijiste que me ibas a dejar quedarme acá.
-¿Y eso? Te est-
El argentino sostuvo el mentón del otro, ya se habían besado un par de veces, y Perú no le decía nada, no le afirmaba que eran pareja, pero tampoco se lo negaba.
-Ya, ya, no estoy para tus huevadas.-Apartó la mano de este de sí.
-Bue, al menos ¿un piquito?
Perú lo observó de pies a cabeza, sonrió leve y le respondió para irse a ordenar algunas cosas, su casa ya no estaba tan ordenada que digamos.
-Báñate y ya vemos. -Dicho eso ya se había retirado.
El Argentino asintió y se fue directito a la ducha, no estaba tan sobrio al 100, se cayó en la ducha en una y Perú al escuchar un ruido en el piso de arriba, se alarmó, pero ¿Qué tan grave podía ser? Arge ya seguramente se había parado y no, fue directo a asegurarse al menos.
—¡Argentina! Respóndeme, huevon conchetumare.
—... —El Argentino no respondió ¿acaso fue tan grave?
—¡Oh' ¿Qué fue?! ...Yo no sé ah'—Dicho esto, abrió la puerta, estaba abierta al menos, eso era bueno, no tenía que ir por la llave, cuando entró, vio al otro hecho bolita, mojándose poco a poco, no estaba tan prendida la ducha pero las gotas caían humedeciendo los cabellos de Argentina.
—Ohh, Arge ¿Qué pasó? Tamare, me haces asustar.
—¿Vos me querés? –Dijo sin mirarle el rostro, con la mirada baja aún.
—¿Para eso?
Perú ya estaba por irse, pero la voz del otro volvió a sonar, la misma pregunta, el Peruano ahora era capaz de desvestirse para bañarse con él y decirle que su respuesta era positiva, que lo quería y amaba, que no solo eso, que lo apreciaba y que era la mejor compañía que pudo tener.
