⚜️ La Fin

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Llegó a la conclusión de que no se estaba haciendo ideas sobre lo mucho que le importaba al rizado cuando, una noche de cielo estrellado y peculiarmente despejado, se encontraban sentados en uno de los jardines en Surrey, algo lejos de la capital,...

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Llegó a la conclusión de que no se estaba haciendo ideas sobre lo mucho que le importaba al rizado cuando, una noche de cielo estrellado y peculiarmente despejado, se encontraban sentados en uno de los jardines en Surrey, algo lejos de la capital, y en completa privacidad. Era la noche previa a la boda, y si bien tenían que estar descansando en sus aposentos sin verse hasta la ceremonia, Brian lo había ido a buscar a la mitad de la noche, escalando la pared como todo un príncipe de cuento de hadas hasta su balcón, para decirle que lo acompañe un momento.

—Perdón, solo necesitaba escapar... todo ha sido muy abrumador estas últimas semanas, ¿no crees? —suspiró el rizado, y lo regresó a ver con una cálida sonrisa, que provocó que el rubio sonriera de vuelta sin pensarlo.

—¿Te estás arrepintiendo de pedir que me case contigo? —preguntó despacio, pues sí notó que Brian lucía algo cansado desde hace un par de días, y pasó evadiendo las preguntas de si se encontraba bien.

Brian, sin embargo, negó de inmediato y tuvo la gracia de lucir ofendido. —¿Por qué dices eso? ¿Sientes que no estoy interesado? —inquirió notablemente alarmado, y Roger se sintió culpable pues Brian no había sido menos que perfecto con él esos días.

—Para nada, me has hecho sentir dichoso, Bri —sonrió —Tu es ma joie de vivre.

[Eres mi alegría de vivir]

La sonrisa de Brian regresó de inmediato. Fue quizás la aceptación de que por sus castas lo que hacían era normal, pero desde hace rato que Roger dejó de lado su orgullo y aceptó que podían estar juntos sin que sea extraño, ni incorrecto, ni gay; y tomaba la iniciativa para decirle algo bonito en su dialecto, o tomar su mano, o de esconderse en su cuello para impregnarse de su aroma para que todos sepan que estaban juntos y en espera de ser una pareja. El hecho de que Roger sintiese algo por él implicaba que fue exitoso en el cortejo, pero ambos sabían en el fondo que, aún sin esos esfuerzos por impresionarlo, ya tenían algo fuerte que los mantendría unidos.

Su sonrisa regresó al instante, y asintió despacio, apretando ligeramente la mano que sostenía en la suya con cuidado. —Bien, porque honestamente me estaba empezando a desesperar porque no quiero esperar más para estar contigo.

—Es mañana — carcajeó el omega ante las palabras de su pareja, enternecido.

—Lo es, pero sigo teniendo este presentimiento de que algo pueda ocurrir, y que todo lo que hemos hecho vaya a desmoronarse. Podemos ser abiertos aquí, pero las personas de poder en el pueblo, o los Sacerdotes, o los ministros podrían arrepentirse de aceptarte, e insistir en algo más convencional de la noche a la mañana, y yo no quiero perderte — admitió el rizado, y Roger apartó su mano por un momento y mordió su labio nervioso. Estaba tan feliz ahí que jamás consideró que habían factores externos que podrían cambiar las cosas sin consentimiento de ninguno de ellos. —Aparte mis padres insistieron en que invitarían a algunas de las familias reales más progresistas, pero las noticias a veces se desvían de rumbo, van a querer saber quién eres, y si se enteran y las naciones equivocadas lo escuchan, no sé qué lío podría armar tu padre.

𝐻𝒶𝓃𝒹 𝓂𝑒 𝓉𝒽𝑒 𝒲𝑜𝓇𝓁𝒹 𝑜𝓃 𝒶 𝒮𝒾𝓁𝓋𝑒𝓇 𝒫𝓁𝒶𝓉𝓉𝑒𝓇 | ᴍᴀʏʟᴏʀ ᴀʙᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora