CAPÍTULO 3

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Estuve llamando toda la mañana, y nada. Llevaba horas llamando cuando de repente se me ocurrió la brillante idea: llamar a su madre. Sin embargo, la idea se me fue rápido de la cabeza porque no tenía su número de teléfono. ¿Qué había pasado? ¿Por qué estaba sola en aquella cafetería, con unas tostadas frías y los ojos llorosos?

Cuando decidí salir a la calle, ya eran las 2 de la tarde. Llevaba horas metida en la cafetería llamándolo como una loca. Por lo menos tendría 150 llamadas perdidas mías. Pero claro, ¿cómo iba a dejar de llamarlo si se fue sin decir nada? Ni siquiera me dio ninguna explicación de porqué se marchaba, o a donde. ¿Quién le había llamado? ¿Sería una emergencia familiar? Siempre podría presentarme en su casa, pedirle explicaciones y que me asegure que todo está bien... ¿Pero eso no sería un poco obsesivo? Incluso, acosador. No, no voy a insistir más, ya me avisará cuando tenga tiempo.

Esa misma noche decidí salir con Luli, mi mejor amiga. Luli siempre me daba la fuerza que necesitaba. Cuando estábamos en primaria Luli me salvó de Teo, el horrible matón de clase. No me pegaba ni nada por el estilo, pero siempre me robaba mi almuerzo a la hora del recreo. También me ayudó mucho cuando mi hermana decidió marcharse. Ella y yo nunca estuvimos muy unidas, pero nunca me cayó del todo mal. La horrible relación entre mi madre y ella fue el detonante para que se fuese finalmente de casa. Creo que vive en Londres, y estudia veterinaria allí. La última vez que hablé con ella fue hace 2 años, cuando se fue. Definitivamente Raquel no era la hermana que tanto deseaba tener, pero para eso ya tenía a Luli.

Cuando la vi, sentí una ola de tristeza inminente. Hacía mucho que no la veía, y no precisamente porque ella no se interesara por mí. En aquel preciso instante me di cuenta de lo metida que había estado en mi relación con Pablo. Durante todo el verano solo vi a Luli un par de veces, y una de ellas era con Pablo porque nos la encontramos por el centro de Madrid... Qué mal. A veces nos metemos tanto en nuestra relación sentimental con alguien que nos olvidamos por completo del mundo exterior, pero, ¿Cómo no hacerlo cuando aquella sonrisa me tenía cautivada de día y de noche? Era como un huracán de emoción volver a recordar de manera tan precisa aquella sonrisa...

-Tía, ¿Estás bien? ¿En qué piensas? Tienes la boca abierta y todo... Jajajaja.- Dijo Luli, partiéndose de risa. Mierda, ya estaba pensando de nuevo en Pablo... Tengo que parar de hacer esto.

-Si, si, estoy bien. Perdona, pensaba en los helados tan ricos que vamos a comernos. Qué hambre tengo...- Dije, sin embargo llevaba todo el día con el estómago vacío por lo ocurrido con Pablo. ¿Quién habría sido esa llamada? ¿Por qué se fue tan corriendo de aquel sitio, de nuestro sitio?

-Tía venga, vámonos y me cuentas. No te veo del todo bien, así que o me cuentas todo con pelos y señales, o llamo al FBI para que lo descubran por mi.- Dijo seria.

-Vale, vale. Ahora te cuento. Pero primero, vamos, que estoy asada de calor aquí.- Y con ese último comentario, nos dispusimos a andar los larguísimos 15 minutos al sol hasta la heladería del pueblo.

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⏰ Última actualización: Feb 05, 2022 ⏰

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