13-Mi conciencia pesa mil toneladas:

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La canción para este capítulo es Coney Island de TS.
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Estaba sentada en una silla, esperando que Adam se despertara. Ya eran las 12:00 de la noche, una hora perfecta para cometer un crimen. Él sólo roncaba con la boca abierta, y sin una preocupación en sus hombros. Tan fácil había sido amarrarlo y tan difícil iba a ser sacarle la información. No pude esperar más, así que me pare de la silla, me puso a su lado y le lanza agua fría en su cara. Él gritó de sorpresa y yo me volví a sentar en la silla, a mirarlo hasta que se diera cuenta de lo que estaba pasando. Él miro hacia los lados, desorientado, hasta que me miro fijamente y se rió: -Debo estar soñando, porque tu no deberías estar en mi cabaña.

Yo me reí sarcásticamente mirándolo fijamente: -Si crees que esto es un sueño, porque no miras tus muñecas.

Él miro hacia sus manos y sus pies, los cuales estaban atados a los postes de la cama, y grito de enojo: -¡Suéltame bruja! ¿Para que me amarraste? Te voy a meter presa.

Moví los hombros como si no me importara y le respondí, sonriéndole irónicamente: -Si crees que vas a salir de aquí con vida, puedes intentar meterme presa.

Adam grito y me maldijo varias veces, pero más se movía más se apretaban los nudos. Lo único bueno de tener un padre que sabía pescar, era aprender a hacer todos los nudos de pesca y saber cual nudo no jalar, porque si lo jalabas te quedabas atrapado. Yo lo seguí observando, sentada en la silla, con las piernas cruzada y mi bulto en un costado. Al rato Adam se cansó de gritar y dijo en voz baja, casi rindiéndose: -Si quieres dinero, te lo puedo dar. Sabes que tengo bastante.

-Yo no quiero dinero, y eso tu lo sabes. Yo quiero respuestas.

Adam volvió a gritar por frustración y me respondió: -No sé que quieres de mi, que quieres que te diga. Si es sobre Estelle, tu amiga estaba loca y me abandono.

Yo me pare de la silla y tome un cuchillo, que estaba en la mesa al lado de un pan comido a la mitad. Me le acerqué a Adam, y le dije al oído, mientras le presionaba la punta del cuchillo en el cuello: -No hables mal de amiga, menos cuando tu la mataste. Dime como lo hiciste... No me puedes mentir.

Adam tragó saliva, lleno de miedo, como me encantaba verlo así por una vez en la vida, él siendo la víctima y yo el victimario. Él me respondió temblando: -No te estoy mintiendo. Ella me dejo, te lo juro.

Yo soné mi lengua y camine de un lado al otro mientras lo miraba: -Me estas mintiendo, no lo hagas, esta es la segunda advertencia, a la tercera veras que pasara.

-Te lo juro, yo no hice nada. Estaba esa noche bebiendo en el bar, ni siquiera estaba con ella.

Yo me acerqué y le dije mirándolo con incredulidad: -Entonces, porque toda mi evidencia señala hacia ti. Le pediste a la prima de Jose, que usara la tarjeta de Estelle, tus botas tenían sangre de Estelle mezclada con la tuya, y tu lavadora tenía sangre solamente de Estelle. Además que esa noche desapareciste dos horas del bar, según Carlos, el dueño del bar, y Olivia, tu no estabas dentro del bar entre la 1:00 pm hasta las 3:00 pm, y las cámaras de seguridad de la tienda de tatuajes, confirman que un hombre entró con capucha a las 2:55 al bar y te vieron saliendo a las 7:00 am en tu carro unas horas después.

Adam negó con la cabeza varias veces, en desesperación: -Todo tiene explicación, ¡Créeme! Yo llegué al bar a las 6 pm después de pelear con Estelle, ella no tenía muchas ganas de salir y yo no me iba a quedar con ella en la casa. Estaba tomando con los muchachos hasta que me encontré a Olivia besándose en el bar con Ana en algún momento de la madrugada, y bueno si sabes la historia, como al parecer dices, sabes que ella y yo tiramos y después salí, eso es verdad, salí por la puerta de atrás y dormí un rato en mi carro porque estaba muy borracho como para manejar.

Llámame Si Me EncuentrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora