Capítulo 1: El salón de clases.

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El auto de mi madre es muy resistente, resiste a la lluvia fuerte, al barro y en especial la nieve, nuestro maldito problema en este momento. La ciudad amaneció blanca, las calles tapadas por la nieve y las hojas de los árboles cubiertas con la misma, si le sacabas una foto a la ciudad, cualquier persona que la vea, diría que es el polo norte, pero sin papá noel y mucho menos renos voladores y duendes trabajando en una fábrica.

—Tienes suerte que compré esa pala para la nieve, sino tu examen te lo perderías Dante. Dijo mi madre mientras conducía muy lentamente.

Yo estaba a su lado, comiendo una manzana y tomando un café con leche bien caliente. Tenia puesto un gorro de Lana negro, una campera larga azul, un jean clásico y unas Converse botitas con dos pares de medias gruesas que me calentaban los pies de tanto frío.

—Nos hubiésemos quedado en casa, sentados en el sillón frente a la  televisión, con una taza de chocolate caliente y mirando series, pero tu me querías llevar a la escuela y acá estamos, a dos por hora. Me quejé irónicamente.

Mi madre solo levantó la ceja y no dije más nada en todo el viaje. Cuando creí que nunca llegaríamos, estábamos frente a la escuela, las escaleras estaban totalmente blancas y afuera no había nadie y cuando digo nada, es nadie, ni un alma deambulando por la calle.

Entré lo más rápido posible y me dirigí al salón de clases, golpeé la puerta y el profesor de literatura la abrió dejándome pasar para poder sentarme y comenzar su clase.

Miré para todos lados buscando a Luca, mi mejor amigo, nuestras madres fueron amigas toda la vida y nosotros seguimos con esa tradición.

El levantó una mano y pude verlo, estaba en el ante ultimo asiento de la tercera fila con su gorro de evanescence y su mechón pelirrojo tapando un poco su frente. Fui rápido y me senté junto a él pero no pudimos hablar, el profesor no nos deja hacerlo si no es por la materia o trabajo en grupo.

Luego de hora y media, el timbre sonó y todos salimos del salón, solo podíamos estar en el patio cubierto, el de afuera lo habían cerrado por la cantidad de nieve que había y la que estaba cayendo. Según el profesor de literatura, hace quince años no había una tormenta de nieve tan grande como la de hoy, si nevó, pero fue una nevada tranquila y se podía salir a la calle para disfrutar de la misma.

—Sara me volvió a escribir. Dijo lucas mientras me mostraba el chat de Instagram desde su celular.

—¿No terminó contigo porque habia regresado con su ex?. Le pregunté confundido.

—Si, lo hizo pero parece que su antiguo novio se mudó a otra ciudad y ella está triste y la voy a consolar. Contestó el con una sonrisa ganadora.

Yo lo miré con una ceja levantada, quise decirle que saliera de ahí, que tenga un poco de dignidad pero hasta en mi mente eso sonó muy directo y opté por ser más cauteloso con ese tema.

—Lucas, amigo mío, sabes que Roma está enamorada de vos desde, siempre, ¿por qué no le das una oportunidad?. Le Pregunté girando su cabeza en dirección a la chica que mencioné.

—Es linda, no lo niego, pero mi amor por Sara es mucho más fuerte, ¿sabes lo que pasó en su fiesta de cumpleaños el año pasado?. Preguntó el intentando decirme algo que no quiero escuchar ni imaginar.

—No y no quiero lujo de detalles, gracias. Respondí negando con la cabeza.

Terminó el recreo y volvimos al salón, la profesora de Geografía iba a tomar un examen para aprobar el segundo trimestre y tenía que aprobarlo si o si. Lucas y yo estudiamos en mi casa, a ambos nos va muy bien con las materias y siempre estudiamos juntos pero con definiciones diferentes de cada tema.

El invierno que conocí a AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora