VI

193 13 2
                                    


—¿Alguna vez has estado enamorado?— Joder ¿Por qué le acababa de soltar eso? Que me pasa.

—Si...Creo— Me contestó algo dudoso.

No le contesté.

—Te quiero— Me dijo con una voz algo quebrada.

Me quedé sin palabras.

No podía contestarle que yo también le quería, me prometí desde pequeña que solo le diría te quiero a una persona en mi vida, y tenía que ser alguien que yo supiese que jamás me iba a partir el corazón, parecerá una tontería, pero para mi es una frase sagrada.

Me dolió no decirle lo mismo y ver su cara.

Se me escapó una lágrima.

Joder ¿Qué narices me pasaba?

Me dio un abrazo que me reconfortó bastante.

Yo no sé el por qué de por qué lloré, de por qué me duele el estómago cuando le veo y el por qué de cuando me pongo nerviosa.

Ese te quiero me dolió mucho y no se la razón.

Los amigos también se quieren ¿No?

Le quería como un amigo, supongo, pero no puedo decirlo, esas palabras no saldrían de mi boca, hasta que de verdad lo sepa.

Joder estoy loqueando un poco.

Estás enamorada.

Maldita conciencia. Que no.


Pasaron los días y realmente Alessandro y yo actuábamos como si no hubiese pasado nada, como si hubiésemos olvidado lo del otro día.

Hoy me invito a salir con sus amigos, me caían realmente bien.

Estuvimos haciendo tonterías por la calle, estaban demasiado locos para mi gusto.

Se colgaron como 6 veces de una farola, ridículo.

Nos fuimos a la casa de André, uno de ellos.

Tenía piscina.

Se estaban tirando todos como locos.

—Sois unos payasos.

Me fulminaron con la mirada.

Alessandro me cogió en brazos y me llevo al borde de la piscina.

—¡Alessandro no!

—A ver si te piensas mejor las cosas antes de decirlas.

Me lanzó a la piscina, si, vestida.

Todos se meaban de la risa claro, a mi tanta gracia no me hacía, pero me reí igual.

Estuvimos haciendo el retrasado, hasta que se hizo tarde.

Alessandro me llevó a casa.

No se por qué le di un abrazo para despedirme. No me entiendo.

Da igual, son cosas normales de amigos.

Te estás intentando convencer de eso.

Cállate ya conciencia de las narices.

Claramente no me fui a dormir, me fui a ese edificio al que íbamos prácticamente todos los días.

Solo quería pensar y pensar.

Me entró esa angustia que siempre me entraba cuando me alejaba de Alessandro, pero ¿Por qué? ¿Eso le pasa a los amigos?

Eso le pasa a la gente que está enamorada.

Conciencia no sabes ni lo que dices.

Yo no siento nada por él y el no siente nada por mí.

Sigue convenciéndote de eso.

¿Y si era cierto? No, no, no y no.

Por mi mente solo pasaba él, sus ojos verdes que tanto me gustaban, su pelo ondulado que tanto acariciaba, su alta figura...

Joder, para.

Me levante y me fui a mi casa a dormir. Solo quería dormir y olvidarte de mis pensamientos.

Pero no fui capaz de dormirme, me quede otra vez pensando.

Joder eres masoquista.

Al final me quede dormida, tanto que se me olvidó que tenía que madrugar para ir a rodar.

Tenía 20 llamadas perdidas del productor.

Mierda.

Me levanté y me vestí tan rápido, que no me di cuenta que llevaba la camiseta del revés.

Fui hasta el rodaje y les expliqué que me había quedado dormida.

Fui con Alessandro y Ava.

—¿Sigues dormida?— Me preguntó Alessandro riéndose.

—No, ¿Por qué?

—Por que tienes la camiseta del revés— Dijo Ava entre carcajadas

Que vergüenza.

Se me quedo la cara pálida.

Fui al baño a ponerme la camiseta bien.

Cuando me acerqué a Alessandro, le rocé el brazo sin querer.

Noté una electricidad, lo juro, nunca me había pasado, supongo que sería la electricidad estática, yo que se.

Pero cuando me rodeó con el brazo lo volví a sentir, no era electricidad estática, joder ¿Que está pasando?

Creo que él también lo sintió, por que le cambió completamente la cara.

Tienes miedo.

¿Miedo? ¿de que?

De expresar tus sentimientos y que te rechacen.

Mentira.

Tienes miedo de ilusionarte y que se vaya.

Cállate ya.

—¿Lea? ¿Leea?

—Ay que susto, ¿qué pasa?

—Te están llamando los de producción.

Estaba inmersa en mis pensamiento y no me había enterado.


Pasaron las semanas y el y yo nos habíamos vuelto más cercanos, pasábamos aún más tiempo juntos.

Seguía sintiendo eso raro, pero no le dí importancia.

Los pensamientos siempre son nuestro peor enemigo, nos destrozan.
Odio sobre pensar las cosas.

Bajo las estrellas de Nueva YorkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora