VII

180 10 0
                                    


Estás enamorada.

Conciencia te estás precipitando un poco ¿No crees?

En realidad no sabía lo que era estar enamorada, si he tenido un novio, del que me arrepiento haber conocido y del que nunca estuve enamorada ni nada parecido.

Pero estaba sintiendo cosas, cosas que no sabía si eran sanas, por que, ponerme triste si estoy lejos de Alessandro no tiene que ser muy sano que digamos.

Me estoy comiendo el cerebro, deja ya de pensar en eso.

Necesitaba saber si a él le pasaba lo mismo, pero no se lo iba a preguntar.

Los dias pasaron y cada vez notaba más esa electricidad.

—Hace tiempo que no bailamos.

—Vaya vaya, al que no le gustaba la música.

—Bueno, lo que te gusta a ti me gusta a mi.

Estuve a punto de decirle : ¿Entonces te gustas a ti mismo?
Pero obviamente no lo hice.

Nos pusimos a bailar, o más bien a hacer el ridículo.
Pero nos dio igual, lo estábamos pasando genial.

No quería que ese momento acabase.

¿Te has dado cuenta que te mira de una forma distinta a las demás?

Que dices conciencia, se te va la olla.


Realmente nos pasábamos así los días, haciendo un poco el tonto y pasándolo muy bien.

Me gustaba pasar tiempo con el.

Creo que poco a poco nos íbamos dando cuenta de lo que pasaba, pero no lo decíamos, simplemente seguíamos actuando como amigos.

—Dime algo que siempre has deseado.

—Mmm, vivir en Italia, siempre ha sido un sueño.

—Que curioso ¿Y te haces amigo de un Italiano?

Amigo, dijo amigo, eso dolió, aunque era la verdad.

—Ya ves.

Nos sonreímos y miramos al cielo. La verdad siempre he tenido vértigo, pero con el ahí no.

Me sentía segura con él, sentía que nadie podía hacerme daño. Solo él podría hacer daño, sólo el, pero confío tanto...



Se acercaba navidad, había pasando tan rápido el tiempo...

Cuando llegué a casa vi un sobre en mi escritorio, lo abrí rápidamente y vi un papel.

—¡¿¡¿QUEEE?!?!?

No puede ser.

Arriba ponía: "Dame el honor de cumplir uno de tus sueños"

Me iba a Italia, ya está ¡Me iba a Italia!

Eran dos billetes de vuelo a Italia.

Corrí a llamar a Alessandro, se le había ido la cabeza.

—Nos vamos a Milán enana.

—¿Estás loco?

—¿No te apetece?

—¡Como no me va a apetecer tonto! Pero no puedo aceptarlo.

—No empieces con tonterías.

—Te ha debido de costar un pastizal.

—Eso no es problema para mí, quería darte un regalo de navidad.

—Un regalo de navidad es un abrazo o una pulsera ¡No un viaje a Italia!

—No se como lo ves, nos vamos mañana.

Colgó y me puse a preparar todo rápidamente, que nervios ¡Milán!
Y aún encima con él, el mejor regalo de navidad era estar con el, no un viaje a Milán.

Bajo las estrellas de Nueva YorkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora