CAPÍTULO 1

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- ... al jardín llegarás

Las rosas mirarás y al fin

A la familia encontrarás

- Ahora descansa mi pequeña, mañana será un gran día. – me dice una mujer rubia inclinándose sobre mí para darme un suave beso en la frente.

Lo siguiente que escucho son gritos y explosiones, llantos y súplicas y me giro instintivamente hacia un lado para volver a ver a la mujer de antes mirándome con terror. Después mira por encima de mí y le dice algo a alguien que no puedo ver.

- Cuídala con tu vida, no dejes que nadie le haga daño. – dice entre llantos – mi principessa, te vas a tener que ir, pero nunca, escúchame, nunca creas que te ...- no puede acabar de hablar porque se oye una explosión junto a un tiroteo cerca.

Abro los ojos mientras me incorporo en la cama y empiezo a calmar mi respiración agitada por la pesadilla. Hace años que las tengo y son recurrentes, nunca se van y siempre lucen más vívidas. Nadie sabe que las tengo porque cada vez que intento exteriorizarlas se me retuerce el estómago y un nudo se instala en mi garganta haciéndome desistir.

Por un momento cierro los ojos mientras vacío completamente mi mente dejándola en blanco y cuando me aseguro de que no tengo ningún otro pensamiento que pueda aumentar mi actual dolor de cabeza no abro los ojos de vuelta.

Me pongo a pensar y me viene a la mente mi discusión de ayer con Nick. Puedo llegar a entender por qué lo hizo ya que él es una de las personas que sabe lo mal que lo pasé con el rechazo de lo que era el sueño de mi vida, pero me entristece que no me lo hubiera consultado antes.

Decido salir de la habitación para desayunar a sabiendas que mis padres se han ido a trabajar. Recorro el pequeño pasillo alumbrado por la luz que entra por las pequeñas ventanas y el tragaluz del techo, una de mis partes favoritas de mi hogar ya que parece una cúpula a través de la cual se pueden vislumbrar algunas estrellas por la noche. Al llegar al salón me encuentro con la sorpresa de que mis padres están ahí, sentados en el sillón con rostros afligidos y no puedo hacer otra cosa que preocuparme inmediatamente por la rareza con la que ocurre este tipo de situaciones.

- Buenos días. – les saludo en un pequeño susurro cuando entro a la habitación.

Parece que hubieran escuchado la respuesta a todos sus problemas, porque ambos se giran y me miran con un alivio que les ilumina los rostros, cosa que solo me pone más incómoda.

- Buenos días, tesoro. -me saluda mi madre.

- Cariño, nosotros... - mi padre intenta decir algo, pero las palabras no parecen querer salirle con coherencia.

- Papá, tranquilo, en verdad yo siento lo de ayer. Fue una noticia muy impactante pero no debí de haber reaccionado de esa manera y lo lamento, solo pido un poco de comprensión y de tiempo, por favor.

- Claro mi vida, pero antes de nada llama a Nick quieres. Ayer nos llamó preocupado y nos lo contó todo y pese a no haber sido un buen comportamiento el suyo sabes que te quiere y lo preocupado que debe estar. -me dice mi madre.

No lo dudo ni un instante antes de coger el teléfono y llamarlo. Hace unos años le prometí que nunca me volvería a ir sin avisar tras una discusión muy fuerte en la que me fui y no volví a casa hasta el día siguiente.

- Por favor, señores Bethan, díganme que está allí y está bien. – no habían pasado ni dos segundos cuando la voz rasposa de Nick ha aceptado la llamada y ha preguntado por mí.

- Jovencito, sabes que mis padres quieren que los llames por sus nombres. – le digo en broma, es lo único que me ha salido, estaba en blanco y sin saber qué decir.

Internado De PrincesasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora