Compadecerme de la vida que había llevado esta persona no era algo que me saliera fácil. O sea, lo que le había pasado no era para menos, pero, ¡por Dios! El dueño del cuerpo era un idiota. Pasarse cinco años persiguiendo a un tipo solo porque fue cariñoso con él... Y luego, el muy desgraciado se aprovechó de la cantidad de maná que tenía y su don perfecto para dominar los elementos. ¡Le quitó hasta la oportunidad de ir a una mejor universidad de magia! No podía creer que hubiera dejado que "Elion" — ¡solo ese nombre ya me daba repelús! — lo arrastrara por los suelos.
Suspiré, revisando los recuerdos. "Bueno," pensé, "solo era un niño en busca de un poco de amor." Aún así, había una segunda oportunidad para ir a la universidad y decidir si estudiar magia de ataque en la sección militar o magia de sanación en el área médica. Lo único que me interesaba, para ser sincero, era el experimento del 'Hombre Perfecto.' Y, por cierto, en cuanto al amor, ni me lo mencionen. Me daba asco.
—Bueno, manos a la obra— murmuré, levantándome de la cama donde había estado tirada.
Busqué en su pequeño ropero alguna ropa que no fuera un desastre. Una polera gris claro y unos pantalones azul oscuro fueron mi elección. Perfectamente aburrido, pero útil. Dejé la ropa sobre la cama de una plaza, preguntándome cómo alguien podía dormir en un lugar tan estrecho, y caminé hacia el baño. Solo había un retrete y una regadera que me recordaba a mi antigua casa. Me desvestí rápidamente y me metí a la ducha, solo para darme cuenta de que no había ni champú ni jabón.
Por supuesto, ¿cómo lo iba a haber? Sentí una punzada de nostalgia por mi vida anterior mientras bajaba la mirada. Ah. Claro. Estoy en el cuerpo de un chico. Ver eso ahí abajo no fue la experiencia más grata. Sacudí la cabeza, tratando de no pensar en ello demasiado mientras me bañaba con agua caliente, gracias a alguna magia o piedra encantada.
Después de vestirme, me hice una media coleta, usando el cabello largo que el cuerpo ya tenía. Agarré una pequeña bolsa donde había una moneda de plata, cinco de bronce y dos de oro. No mucho, pero al menos sus padres le mandaban dinero de vez en cuando, aunque fuera escaso. Desde que Elion lo había dejado, ya no gastaba su dinero en regalos estúpidos.
—Hora de ir a la escuela— susurré con más sarcasmo del necesario, saliendo de la pequeña casa y caminando por las calles empedradas.
La gente a mi alrededor era... demasiado perfecta. No había un solo rostro que no pareciera salido de un maldito cuadro renacentista. ¡Qué horror! ¿Dónde estaban los defectos? Las cicatrices, las ojeras, ¡algo humano, por favor! Pero no, en este reino, la belleza era casi obligatoria.
Al llegar a la escuela, me encontré con elfos de mi edad y algunos mayores, que supuse eran los maestros, aunque parecían demasiado jóvenes para serlo. Gracias a los recuerdos del cuerpo, supe cómo llegar al aula, donde ese día tendríamos manejo de maná según especialidad: tierra, fuego, aire y agua. También estaban los elementos de luz y oscuridad. Personalmente, la idea de sanar me parecía útil, pero al anterior propietario de este cuerpo solo le importaba el poder de ataque. Como si no hubiera visto suficientes tutoriales sobre magia en su cabeza. Tenía el conocimiento, pero no sabía usarlo.
—Oh, miren quién decidió regresar— escuché una voz burlona detrás de mí.
—¡Oigan, no lo molesten! El bebé parece que va a llorar, ¡waaa waaa!— fingió otro, limpiándose las lágrimas con los puños.
Me di la vuelta para encararlos, sintiendo el enojo hervir en mí. Me encantaría poder golpearlos, pero el problema era que no sabía defenderme. Ellos tenían magia; yo solo tenía... bueno, ganas de darles una paliza. No podía hacer nada.
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Una reencarnacion fallida
Science Fiction- ¿En donde me encuentro? ¿donde estoy? - Esas eran las preguntas que mas rondaban en mi mente mientras miraba hacia el vacío donde no podía distinguir nada Lo más extraño era que no sabia quien era, pero como si alguien me hubiera escuchadl con u...