La esperanza a muerto

12 0 0
                                    

        El chico volvió a entrar mientras ella le sonreía, el jadeaba exageradamente a la par que se dejaba caer al suelo arrastrando su espalda en el muro.

-Fue difícil al parecer - le dijo la chica a la vez que se ponía en cuclillas frente a él

-Menos de lo que parece - contestó riéndo

            Ignacio salía desde la cocina intentando buscar, no tan disimuladamente, alguna mordida o arañazo que le pudiesen haber propinado.

-A todo esto – dijo el hombre - ¿Cómo te llamas?

-Alejandro – contestó el chico

-Thiare – dijo la chica riendo amablemente – él Ignacio

-Muy bien… - intentaba hablar el chico, pero algo lo interrumpía

            Un agudo grito gutural llenó al aire de miedo, cual película. El trío observaba la puerta, mientras unos gigantescos pasos retumbaban en el suelo.

-Están mutando... – susurró el chico poniéndose de pie y dando pasos atrás

-¿A qué te refieres con eso? - preguntó la chica mientras procesaba las palabras

-Una niña, tenía a lo más 9 años - dijo el joven con una expresión de terror y pena - se dejó caer de espaldas y sus brazos... todos sus huesos comenzaban a alargarse, su piel comenzaba a tensarse

-Es imposible... - dijo Ignacio sentándose

-Lo vi, no parecen mayor problema aún - le dijo el joven mientras le mostraba el revolver que traía en una de las bolsas colgadas en su correa derecha

            El gigantesco hombre tomó el arma y apuntó al vacío con ella.

-¿Es una gran botín? - preguntó la chica

            Alejandro se puso de pié y asintió con la cabeza, pero se vio interrumpido por unos potentes golpes tras la puerta.

            Algo salido desde lo más recóndito del infierno se hallaba pisando su terreno.

-Esto se va a poner feo – susurró el joven mientras su piel se erizaba

-Aléjense, necesitan tiempo para correr – dijo Ignacio observando a su hija – yo los seguiré

-Papá no… – dijo Thiare tocando el hombro de su padre

-Es una orden – agregó el hombre fulminándole con la mirada

            Alejandro con pocas ideas, tomó el brazo de la chica mientras esta no dejaba de ver a su padre. Ambos subieron por una roja escalera hasta el techo, Thiare comenzaba a llorar con el paso de unos alargados segundos, que duraron más que en cualquier espacio y tiempo, Alejandro cargaba prácticamente a una cegada chica que era casi un peso muerto. Unos disparos comenzaron a cruzar el aire bajo sus pies, contra unos feroces pasos.

            El hombre intermitentemente se arrepentía de su intento por ser el héroe, pero durante otros segundos pensaba en su hija y volvía a jalar el gatillo contra la imponente bestia frente a sus ojos.

            Thiare por su parte estaba, en otras palabras, muerta. Alejandro miraba cada cierto momento la gran cantidad de zombies que entraban a su base. Diez, veinte, treinta, cada segundo perdía más territorio y los muertos tomaban su propiedad, solo se quedaba con la comida en su mochila y los pocos instrumentos de las bolsas, mientras oscurecía y el sol escondía su luminosidad entre los arboles del horizonte.

-Vamos, levántate – le dijo Alejandro a la chica mientras la ayudaba a levantarse – debemos irnos de aquí o seremos sus presas

-Dame tu arma – dijo la chica cabizbaja

Asesino de bestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora