La Mente Maestra

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            Su brazo pesaba por su inmortal mochila que ya había superado tanto caos, tenía un sueño que no había podido conciliar hace ya dos días – sentía que soñaba despierto –. La luz intermitente sobre su cabeza le hacía no caer en el mundo de los sueños aún de pie. El ruido del motor un tanto viejo, llenaba el ambiente, el suelo estaba completamente sucio en barro por la potente lluvia que había fuera de ese cálido, aunque no grato, ambiente. El hombre frente a él llevaba sus dos pequeños hijos sentados en una esquina, una joven de baja estatura que se veía bastante sería y el resto era solo un caos. El único médico que quedaba se hallaba muy ocupado y con gran dificultad de atender a todos los heridos debido al portentoso movimiento del bus público en el cual iban todos.

            Su mente no sintió aquellos diecinueve días que le costó llegar al último fuerte de su ciudad que quedaba, sentía que el mayor caos, era su paz, y que ya no existía la calma tras la tormenta.

Alejandro sintió rodar hasta sus pies un pequeño auto color negro de juguete que un niño de unos 7 años quedó observando de rodillas.

-¿Es tuyo? – preguntó Alejandro poniéndose en cuclillas

-Ajá... - contestó el menor un tanto intimidado por la fría mirada que inevitablemente tenía el joven

            El chico tomó el juguete y lo lanzó de vuelta rodando al niño quien lo tomó con ambas manos y se escondió tras las piernas de su hermano. El otro chico, aparentemente de la misma edad que Alejandro lo observó incómodamente durante un tiempo, antes de ser llamado por una chica quien parecía bastante enferma.

-Miguel, el solo intentó ser amable – dijo la chica con voz temblorosa y delicada

-Tranquila, no pensé nada – contestó el chico sentándose en el suelo

            Alejandro cerró los ojos para que estos descansasen al menos, pero escuchó una voz al lado

-¿De dónde vienes? – al abrir los ojos observó al hombre que cuidaba a sus pequeños, de unos cuarenta años y una gran barba

-Nido sur – contestó el chico

-¿Es una broma? – Dijo el hombre abriendo los ojos como platos – ese... ¡es un nido de monstros!

            La voz del hombre se sintió en todo el micro bus en el que iban, haciendo que cada ojo aún sin conciliar sueño se dirigiera hacia el chico

-Es peor que eso – contestó el chico fríamente – he visto mutar caminantes en al menos 20 formas diferentes, una más torcidamente horrible que la otra

-Es imposible – dijo Miguel sin mirarlo – nadie ha logrado salir del Nido sur con vida, ni siquiera el ejercito del fuerte

-Nadie ha sido tan astuto como él – una voz de autoridad cruzó cada esquina – yo sé por mis propios medios que él si fue encontrado en Nido sur y, si no fuese por él, el pelotón diecisiete jamás hubiese logrado salir de ahí

            Era un hombre que rondaba los dos metros de altura, con un traje largo negro y una camisa blanca. Miguel inmediatamente guardó silencio y alimentó a su hermano pequeño.

-Entonces, ¿Cómo saliste del nido sur? – escuchó nuevamente la voz del hombre

-Es una larga y atroz historia – dijo una joven mujer – como la que hemos vivido aquí cada uno, yo por mi parte – tomaba una pausa determinante – prefiero ver a una mente maestra en acción que escuchar sus hazañas

            Alejandro le sonrió y ella lo hizo de vuelta, al fin y al cabo, el chico estaba completamente cansado y al caer al suelo durmió sentado quizás cuanto tiempo.

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⏰ Última actualización: Dec 18, 2015 ⏰

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