Ultraviolence | SUNSUN

Capítulo 10: Nunca serás mío

Ya son las diez de la noche y Sunghoon está sentado en su oficina girando pensativamente un bolígrafo en sus manos.

En apariencia, el alfa es absolutamente tranquilo y relajado, pero dentro de él hay una guerra. Sunghoon lucha con sus demonios, trata de apaciguar las emociones que se desatan en su interior y hacer frente a la bestia que poco a poco se apoderaba de él.

Allá arriba, en su cama, yace el omega. Hace un par de horas, Sunghoon con Sunoo en brazos subió al penthouse. Con cuidado, para no causar un dolor innecesario, puso al omega boca abajo sobre la cama y llamó a su médico personal.

Cabe recordar toda la ternura con la que acostó al zorro en la cama y Sunghoon vuelve a enfadarse. Con pasos rápidos, se dirige a la barra y se sirve un segundo vaso de whisky. Lo único que hace es que bebe casi sin interrupción desde el mismo momento en que dejó a Sunoo arriba.

¿Qué demonios le pasa? ¿Por qué no lo dejó en manos de su gente, como siempre? Lo arrastró en sus brazos como si fuera lo más valioso que tiene. Es como si hubiera alguien dentro de él que lo controla. Este, alguien, obligó al alfa a sentarse con el omega antes de que llegara el médico y examinar de cerca lo que le hizo con sus propias manos. El alfa pasó sus dedos por la sangre coagulada donde estaba su mordida e incapaz de soportar más el olor del omega, salió de la habitación.

¿Se arrepienten Sunghoon? No.

¿Lo haría de nuevo? No.

Durante estas horas en la oficina, el doctor Minho lo llamó dos veces y le pidió que subiera al apartamento, pero el alfa siempre encontraba razones por las que no podía hacerlo.

Durante los últimos tres años, Minho ha sido el único médico de la ciudad en quien Sunghoon confía tanto para él como para Beomgyu. El beta mayor es uno de los pocos a los que se les permite comportarse libremente con el alfa. Y ahora, a pesar de que Sunghoon le gritó que estaba ocupado, el beta volvió a llamar y prometió no tratar a la familia Park si el alfa no subía al apartamento. Sunghoon se levanta de mala gana de la silla y se arrastra hasta el ascensor.

Sunghoon apenas puede respirar cuando se detiene en el umbral de la habitación. Sunoo yace boca abajo con los ojos cerrados, su espalda destrozada brilla con abundante ungüento aplicado. A pesar de todo esto, es hermoso. Sunghoon se lo follaría aun así, aunque estuviera inconsciente. El deseo llega a su clímax por el celo, y el alfa se resiste a caminar hacia la cama.

Sunghoon ve imágenes vívidas de él presionando al omega contra la cama, escucha sus gritos en la almohada; porque el omega ciertamente gritará. La conciencia arroja imágenes recientes donde Sunghoon se folla su cuerpo frágil, todo mientras chupa la dulce sangre con sabor a frambuesas. Él quiere hacerlo de nuevo. Quiere atrapar con sus labios los jadeos y gemidos del omega; incluso si son causados ​​por su dolor.

Debido a Sunoo y su celo, su mente se nubla.

Sunghoon tiene que dar un paso atrás hacia la puerta y tratar de no respirar. Incluso el cerebro, inundado de deseo, comprende que el zorro no sobrevivirá después de esto, que el placer dará paso al arrepentimiento. Solo puede esperar que el omega haya aprendido la lección y de ahora en adelante sea complaciente, exactamente de la forma en que el alfa quiere verlo.

—Le inyecté algunos analgésicos, no recuperará el sentido en corto plazo. Creo que así es como su cuerpo combate el estrés.

—Estoy seguro de que estás haciendo un gran trabajo, pero ¿por qué estoy aquí?—Sunghoon pregunta, tratando de contener la respiración. El celo está afectando tanto a su cerebro que se está volviendo cada vez más difícil para el alfa hablar.

—Envié a alguien a buscar unas pastillas para detener su celo.—Minho se acerca al alfa y se para frente a él.—Imagínese mi sorpresa cuando ellos, en cambio, me informaron que el jefe no los estaba permitiendo. ¿Te importaría explicar eso? Porque claramente soy incapaz de entender tu motivo. ¡Ni siquiera debería permitirte acercarte a él ahora, como médico, le prohíbo que lo haga!