El chico de la noria

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No esperaba nada en especial, tan solo le parecía la ciudad más agradable de la región, tal vez por sus múltiples colores o por su diversas atracciones y lugares para visitar, no lo sabe. 

Siendo tan joven se había convertido en campeón de la región Unova, Hilbert se había acostumbrado tanto al exterior, a las aventuras y a la emoción al viajar que no pudo quedarse más en casa al lado de su madre, y fue a buscar aquella viveza que tanto le pedía su jubileo espíritu. 

Ahora que su viaje había terminado solo le quedaba explorar los recónditos lugares de la región, sin saber a dónde dirigirse primeramente revisó su mapa y después de unos segundos buscando tomó una decisión, llamó a su Unfezant y se dirigió a la ciudad Nimbasa. 

Vago por las amplias calles sin esperar que algo lo sorprendiera, tan solo tenía curiosidad sobre que había dejado atrás para continuar su viaje.  

Podría visitar los estadios deportivos, siempre quiso saber quiénes eran los jugadores de baloncesto que veía por televisión, o al teatro musical.

Tal vez le daría una visita al gimnasio y ya de paso saludaría a Elesa, tal vez podría darle más información sobre la ciudad, había tanto que ver, empezó por lo que se encontraba en el exterior pues le tomarían menos tiempo. 

Pasó por los enormes arcos con luces y siguió recto, viendo la gente pasar, oyendo a los músicos tocar perdido entre la música y las tantas voces de la gente y Pokémon. 

Pudo notar más gente de lo habitual específicamente en esta parte de la ciudad. ¿Vendrán a desafiar a la líder? 

No, había gente de todas las edades paseando por el lugar. 

Si que ha incrementado el turismo desde la última vez que vine aquí. 

De pronto un movimiento atrajo su vista hacia arriba y devolvió su mente a la tierra. 

La noria. 

Había olvidado su existencia a pesar de ser otra de las atracciones características de la ciudad. 

Enorme, fascinante e incluso imponente desde ese ángulo tan inferior en el que se encontraba. 

Miró abajo nuevamente y observó varías personas alrededor de la atracción, sintió curiosidad y se acercó. 

Entré la multitud había un sujeto que parecía destacar más que los demás, un joven de apariencia mayor que él, de espaldas, alto, de largo cabello té verde atado al estilo cola de ponyta, y una gorra negra, estaba mucho más cerca de la noria que los demás, pero no lo suficiente como para esperar su turno, solo observaba aquella atracción mecánica girar. 

Aquel adolescente en su vida había visto a alguien con un cabello tan llamativo, largo, esponjoso, sedoso, y brillante. 

Su corazón nunca se había acelerado de esa forma, era satisfactorio, no estaba agitado, no le faltaba aire, solo maravillado, cautivado por la belleza del muchacho. 

Surgió el deseo de acercarse y conocerlo y lo hizo pero conforme más lo hace más personas se interponen en su camino logrando bloquear su vista. 

—¡Con permiso, déjenme pasar!— Alzó su voz opacada por las otras y el ruido de las atracciones. 

—¡Oye!— Lo llamó repetidas veces sin éxito, agitó una de sus manos para llamar su atención pero fue completamente en vano. 

Frustrado buscó esquivar a cuanto individuo se le ponía enfrente, y lo logró medianamente, podía verlo en los espacios que generaban al andar, no le quitaba los ojos de encima temía que si lo hacía lo perdería para siempre. 

El chico de la Noria (Isshushipping)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora