Capítulo 1

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Los paseos nocturnos son los mejores, no hay nadie que te pueda molestar, sólo pasan una o dos personas de vez en cuando pero no molestan.

No sé ni qué hora es, tampoco es que me preocupe, no hay nadie esperándome en casa, siempre estoy solo, y es mejor así.

Me siento en una roca que hay cerca del mar y dejo que la brisa me acaricie, es tan relajante

Le doy una calada más al cigarro y recuerdo cuando mi madre solía traernos aquí a mi hermana y a mí, mi hermana solía acercarse mucho al borde y mi madre le regañaba, luego nos metíamos en el agua y hacíamos competiciones

Limpio las lágrimas que van cayendo sin permiso de mis ojos y tiro el cigarro.

La echo de menos, ella siempre supo que hacer en cada momento cuando empezaban esas voces, ¿por qué me quitaste lo que más me importaba?

Me levanto dispuesto a volver a casa, no sin antes tirar otra rosa blanca al mar.

En el camino me enciendo otro y me pongo los cascos.

Me cruzo con algún que otro grupo de amigos que, al parecer, no controlaron la bebida y no puedo evitar que me den un poco de envidia.

Ya no sé qué es tener amigos, nunca confié del todo en nadie que no fuera mi hermana y Zac, tenía miedo del qué pensarán.

Y aun así soy bastante popular entre las chicas de mi instituto, lo odio, intento pasar desapercibido, pero creo que les gusta el rollo de chico depresivo y solitario.

Estoy pensando en mis cosas cuando noto que alguien choca conmigo, estoy a punto de recriminarle por eso cuando me encuentro con su mirada.

Es una chica normalilla, de las que no destacan.

Pero sus ojos son negros, totalmente negros, es morena, con ojeras, aunque las intente disimular con maquillaje, tiene el pelo corto y negro.

- Ups perdón, no te vi – tiene una mirada cansada.

- No importa, ten más cuidado.

- ¿Cómo te llamas?

- Dareck – me quiero ir.

- Jessa, aunque prefiero Jess, encantada.

Asiento y nos quedamos en silencio unos segundos, que incómodo.

- Bueno me tengo que ir, esta gente no me espera, hasta otra Dareck .

- Hasta otra Jess.

Se aleja sin prisa y cuando veo que llega con su grupo sigo caminando.

Llego a casa, me doy una ducha y me tiro en cama. En tres horas tengo que prepararme para ir al instituto, odio ese sitio, me siento muy observado y molesta bastante.

Perdí la cuenta del tiempo que llevo durmiendo lo mínimo, es verdad que lo hago a propósito ya que cuando duermo a mi mente se le ocurre que es el mejor momento para recordarme la mierda de persona que soy, a veces me gustaría tanto quitarme la vida y acabar ya con esto, pero tengo que ser fuerte, tengo que seguir por ella, se lo prometí.

Me pesan los ojos, intento luchar contra el sueño, pero no puedo

*

- ¡ Dareck! ¡Mira Dareck! - me giro y veo su sonrisa, trae una flor.

- Que tenemos aquí – le respondo sonriendo.

- Es una flor muy bonita, ¿verdad? – su sonrisa es la más sincera que vi en la vida.

- Sí que lo es hermanita, sí que lo es – pone pucheros y me río.

- No me llames hermanita, sólo me sacas un año.

- Pero te comportas como una niñita – le revuelvo el pelo y se molesta.

- Te odio Dareck – dice mientras sonríe, de repente todo se vuelve oscuro.

- Sé que me quieres – me tiembla la voz.

- Tú me mataste Dareck, yo no merecía morir – su imagen se aleja poco a poco, se ve borrosa.

- Claudia, por favor, Claudia – no la veo – Claudia, ¡No hice nada! Claudia

*

- ¡No me dejes! – me levanto de un salto gritando, tengo la respiración acelerada.

Enciendo un cigarro y me dirijo al baño para darme una ducha fría, me miro en el espejo de enfrente y repaso con el dedo la cicatriz que va del pecho a la cintura, la única marca que me quedó de ese día.

Cuando acabo de fumar, me meto en la ducha, me lavo el pelo y me quedo un rato bajo el agua, dejando que se deslice por el cuello y la espalda, hasta llegar a los pies.

- Fuiste tú, ya lo sabes.

- Cállate, yo no hice nada malo.

- No debiste llevarla a ese lugar contigo.

- Cállate

- El único culpable eres tú Dareck.

- ¡YA BASTA!

Doy un puñetazo a la pared y veo un hilo de sangre correr lentamente por esta hasta llegar a la ducha, no puedo más.

Salgo de la ducha después de limpiar un poco la herida para que no manche la toalla, me seco, me visto, cojo mis cosas y salgo de casa.

Otro día en ese apestoso sitio, y otro día más respirando.

Punto y coma Donde viven las historias. Descúbrelo ahora