Llevo tres horas en este lugar y ya me quiero ir de aquí.
En realidad, no odio el instituto, hay asignaturas que me interesan, la gente me molesta, pero es soportable, la única razón por la que lo odio tanto es que no puedo responderle a él, me da dolor de cabeza porque me cabrea, me dan ganas de gritarle que se calle, de romper a llorar, pero aquí no puedo desahogarme de ninguna forma, pensarían que estoy loco o algo así y no quiero más complicaciones en mi vida.
Hora del descanso, me levanto y voy hacia la cafetería, como siempre, cojo una bebida energética para aguantar las cuatro horas restantes.
Gracias a que hace tiempo hablé con la directora puedo salir del instituto en los descansos, así que voy al parque de enfrente, al banco de siempre.
Enciendo el cigarro mientras abro la lata y doy un sorbo, está fría, perfecta.
- Oye ¿ Dareck? – es la pelinegra de la madrugada.
- El mismo, ¿qué pasa? – no me acuerdo de su nombre.
- Soy Jess, choqué contigo de madrugada, por si no te acuerdas – ¿cómo pude olvidar su nombre y no sus ojos?
- Cierto – doy una calada.
- ¿Invitas? – la miro de reojo, suspiro y le doy uno – gracias.
Nos quedamos en silencio mientras enciende su cigarrillo y suelta el humo.
- Sabía que me sonabas de algo, te tengo visto por los pasillos.
- Yo no miro a nadie – doy un sorbo a mi lata.
- Siempre vas mirando al suelo, me pareciste un poco extraño – sonrío con ironía, ni siquiera sé por qué estamos hablando.
Nos quedamos en silencio un rato, quiero que se vaya, si me da por contestarle otra vez no quiero que piense que estoy loco, quiero que se aleje ya.
- ¿Te crees que quiere ser tu amiga?
- Bueno creo que tengo que irme a clase – me levanto, estoy nervioso.
- Seguramente sólo quiere saber si algún rumor es cierto y volverás a estar solo.
- Pero aún quedan diez minutos – me mira extrañada.
- No mereces tener a nadie.
- Tengo que hacer cosas antes de entrar, ya nos veremos – meto las manos en los bolsillos y aprieto la mano, intento estar tranquilo.
- Tienes que estar solo.
- Te acompaño entonces, me queda de camino – me lo está poniendo muy difícil.
- Tendrías que estar muerto.
- Me voy a casa – no aguanto más.
Empiezo a caminar cada vez más rápido, me duele la cabeza. Llego y me siento en el sofá con la cabeza entre las manos.
- ¿No podías dejarme en paz un rato? Era la primera persona que me que habla.
Me levanto y voy al baño rápido, abro el espejo y cojo el bote naranja con pastillas, quedan pocas.
- Eso no te hace nada, me seguirás escuchando.
Lo ignoro y me tomo las dos pastillas diarias, en realidad no sé si son de utilidad, llevo dos años tomándolas y lo sigo escuchando, no sé qué más hacer.
Igual tiene razón, igual debería de quitarme la vida y hacerle un favor al mundo. Suena el teléfono y doy gracias por llamarme justo ahora, aunque, ¿quién mierdas me llama a mí?
Voy a la entrada y veo que no lo tengo registrado, dudo, pero descuelgo.
- ¿Sí?
- Hola, soy Jess, como te fuiste así me preocupaste así que pedí tu número a dirección, me dieron tus cosas también, ¿te las llevo? – mierda me dejé todo allá.
- ¿Tienes cosas que hacer? – espero no arrepentirme de esto.
- Iba a comer a un sitio de aquí, ya que vivo lejos – no lo digas Dareck, no lo digas.
- Si quieres puedo preparar algo para los dos, yo vivo al lado – pero qué hago.
- ¡Genial! Mejor aún.
- Te paso mi ubicación entonces.
Nos despedimos y colgamos, después de pasarle mi dirección voy a preparar una ensalada y unos filetes con patatas, como no sé lo que le gusta tiré de lo típico.
Escucho el timbre y voy a abrir, es la primera vez que viene alguien a mi casa, por lo menos soy ordenado, no me gusta tener nada fuera de lugar.
- Hola – sonríe.
- Hola, pasa – cierro la puerta y suspiro.
No me había fijado en su ropa, lleva unos vaqueros negros ajustados, una camiseta negra de manga corta con un dibujo en blanco, tiene un collar y un anillo, el pelo negro le llega casi a la cintura, ahora que la veo bien, es bastante atractiva.
- Puedes dejar tus cosas ahí encima.
- Okey.
Nos sentamos para comer y hablamos de varias cosas, entre risas acabamos la comida y después de recoger todo voy al salón, ella ya está en el sofá, me siento a su lado.
- ¿Quieres uno? – le ofrezco un cigarro.
- Gracias, una cosa Dareck, ¿cuántos años tienes?
- Tengo 18 – suelto el humo - ¿tú?
- ¿Cuántos crees que tengo? – entrecierro los ojos y se ríe.
- ¿17?
- Sí, aunque para el mes ya tendré los 18.
Seguimos hablando y riendo un buen rato, estoy tranquilo, me siento muy bien con ella, suena extraño porque no la conozco, sólo nos vimos de madrugada porque chocó conmigo y coincidió que iba al mismo instituto, es raro que esté en mi casa, pero me siento bien, en paz, así que no me importa lo raro que pueda ser.
- ¿Te puedo preguntar una cosa un poco delicada? –enciendo un cigarro.
- Sí – el tono de mi voz cambió a uno más serio.
- Si te molesta no hace falta que respondas, pero, escuché que tenías una hermana un año menor, pero que hace dos años murió en un accidente... ¿es verdad que la mataste tú?
Me quedo paralizado, ¿escuché bien? Es imposible que Jess dijera algo así, es imposible.
- ¿Cómo? – estoy inquieto.
- Que si es verdad que murió así, en un accidente de coche – la miro, al parecer él fue quien dijo eso, no ella.
- No – suelto el humo, me vienen imágenes de ese día, no debí llevarla a ese lugar.
- Y cómo bueno mejor no, casi no nos conocemos y no quiero parecer una interesada o hacerte recordar eso, perdona. – veo cómo se muerde el labio nerviosa y se queda mirando al suelo.
- Tranquila, sé que no iba con mala intención.
Ponemos una película en la televisión y Jess se acaba durmiendo, la tapo con una manta y la dejo dormir, se la ve tan tranquila.
Aprovecho la situación para ir al baño y lavarme un poco la cara, lleva todo el día hablándome, pude aguantar porque no se pasó, era soportable, quitando lo de hace un rato claro.
Me seco la cara, voy al salón, cojo el móvil y abro el mensaje que tengo pendiente.
A las 22:45 en el puente
Respondo con un Ok y vuelvo al sofá para acabar de ver la película.
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Punto y coma
RomansaDesde que perdió a su hermana, Dareck se quedó completamente solo, y los problemas fueron aumentando al igual que su deseo por que se acaben de la peor forma. ¿Aparecerá alguien que pueda ayudarlo? ¿Dejará que entren en su mundo? O la desesperación...