Martes, 7:30 AM.
La dichosa alarma de mi móvil suena y con rabia la apago. Me levanto de la cama bastante cansada ya que ayer me acosté a las tres de la madrugada leyendo.
Abro la puerta de mi cuarto y veo que la puerta del cuarto de mi madre está abierta, eso significa que está preparando el desayuno. Me dirijo al cuarto de baño que comparto con mi hermano mellizo, Marcos.
Decido darme una ducha rápida sin mojarme el pelo. Cuando salgo me voy a mi cuarto y me visto, escojo algo cómodo como unos pantalones beige de chándal de Nike, una sudadera negra y mis Air Force. El pelo me lo dejo suelto, como siempre, mi corta melena morena me favorece mucho mi tono de piel. No me suelo maquillar para ir al instituto, pero siempre me echo solo rímel, pera resaltar aún más mis grandes ojos marrones.
Cuando estoy preparada bajo las escaleras para ir a desayunar con mi madre y mi hermano.
-Buenos días, cariño- dice mi madre con una gran sonrisa.
-Hola- digo bostezando.
-¿Qué tal ha dormido la princesita?- dice mi querido hermano haciéndome cosquillas cuando me siento a su lado.
-Imbécil- le suelto y me rio.
Mi hermano y yo desayunamos bastante rápido ya que llegamos tarde a clase.
Salimos casi corriendo de casa y nos subimos a mi moto, una KTM Duke 125. A la gente le resulta bastante raro ver a una chica conduciendo una moto, pero es que me encantan, he heredado esa pasión de mi padre.
Después de diez minutos de trayecto en mi moto llegamos al instituto, aparco en el parking de motos y cuando nos bajamos no puedo ignorar las miradas que se clavan sobre mí, parece que aún a la gente de mi instituto le cuesta creer que yo, Alicia Rodríguez, hija de Juan Rodríguez, conduce una moto.
Me quito el casco y paso con mi hermano al instituto, nada más entrar al grande pasillo en el que se encuentran nuestras clases, a la única persona que consigo diferenciar es a mi mejor amiga, Martina. Ella es argentina, aunque de todos los años que lleva viviendo aquí en Valencia ha perdido el acento que tanto me gustaba, no es muy alta, más o menos mide 1'65, como yo, tiene una melena que le llega a las caderas y su pelo es tan rubio que si lo miras fijamente te deslumbra, y lo que más llama la atención son sus ojos de distinto color cada uno, el ojo derecho es verde y el izquierdo es de color azul, tiene heterocromía.
Martina me saluda de forma alegre, y cuando llego a su lado saluda a mi hermano con el tono de voz que siempre pone cuando le gusta algún chico.
-Qué bueno está tu hermano- me dice y no puede dejar de mirarlo.
-Martina, por favor- digo con tono de desesperación, siempre es igual.
-Amiga, yo digo la verdad- dice y nos empezamos a reír a carcajadas.
Estamos mirando al grupo de mi hermano, son tres los integrantes. Primero está mi hermano Marcos, es alto, tiene el pelo corto y rizado, y sus ojos son azules como el cielo, eso es lo único de él que envidio. Después está Lucas, es africano y su tono de voz es bastante cautivadora, su tono de piel es tan negro como el carbón y con unos grandes ojos negros, siempre hemos tenido mucha conexión pero no somos nada más que simplemente amigos. Y por último tenemos a Julio, igual de alto que mi hermano o incluso un poco más, tiene el pelo medio rapado y no se deja nunca el típico tupé que llevan todos los chicos, el color de su pelo es medio rubio y medio castaño, bastante bonito la verdad, y sus ojos son color miel, nunca hemos cruzado muchas palabras, y cuando hemos hablado ha sido para discutir sobre alguna tontería. No nos soportamos mucho. Cuando me doy cuenta estoy observando a Julio con bastante detenimiento, y por lo que se ve, él se ha dado cuenta de esto, ya que no deja de mirarme con esa mirada tan misteriosa y sensual a la vez.
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Solo tú.
Teen FictionJulio Martínez ha aparecido en mi vida de golpe y porrazo. Pero, yo, Alicia Rodríguez, no le voy a dejar entrar a mi corazón así como así, y mucho menos con lo que pasó con Alex García.