A la mañana siguiente, Julio y yo nos despertamos bastante temprano, a pesar de habernos dormido a las tantas de la madrugada.
Me encuentro recogiendo la habitación en la que he dormido y por lo que veo, deduzco que es una habitación de un niño pequeño.
Bajo las escaleras de la pequeña casa y me encuentro a Julio esperándome en la puerta principal.
-Pensaba que no ibas a bajar.
Dice Julio sonriéndome y cogiendo las llaves de su coche.
-Pues pensabas mal.
Digo devolviéndole la sonrisa.
Salgo a la calle y el viento fresco de la mañana golpea mi cara.
Nos montamos en el coche y emprendemos el viaje hacia mi casa.
Miro a Julio mientras conduce, el cual está concentrado en la carretera, es tan sexy.
Tras un pequeño viaje en silencio llegamos a mi casa, todo está muy tranquilo, pero, el coche de mi madre no está donde suele estar, por lo que supongo que ya se habrá ido a trabajar.
Me bajo del coche y Julio me acompaña a la puerta.
-Me lo he pasado genial- digo mientras abro la puerta.- Gracias.
Le sonrío.
-Gracias a ti, morena.
Me responde Julio mirándome a los ojos.
Escucharle decirme morena hace que las dichosas mariposas vuelvan a revolotear por mi estómago.
Julio se acerca a mí, quedándose a unos pocos centímetros de mi boca. Mi respiración se agita, y él lo nota, por lo que me agarra de la cintura y me arrastra hacia él para que nuestros cuerpos estén totalmente pegados.
-Te voy a besar.
Digo con la respiración entrecortada.
Y, antes de que Julio pueda decir nada, me tiro a besarle esos preciosos labios.
Julio no duda ni un segundo y me sigue el beso, haciendo que se me erice la piel.
De repente, escuchamos como las voces de Martina y de mi hermano Marcos, se acercan a nosotros. Nos separamos apurados pero ya es demasiado tarde.
Los miramos, Martina tiene los ojos abiertos como platos y boquiabierta, y mi hermano nos mira con cara de asombro. Y yo, noto como mi rostro se vuelve igual de rojo que un tomate.
-Bueno, creo que es hora de que me vaya.
Suelta Julio.
Ni Martina, ni Marcos son capaces de articular palabra.
Yo asiento.
-Bueno....- titubea Julio- ya nos veremos, chicos.
Julio me mira por última vez y se marcha. Los tres le vemos irse con su BMW, pero seguimos sin decir nada.
Martina y Marcos siguen en la misma posición que antes, y yo, sin saber qué hacer, paso a mi casa y les cierro la puerta en sus narices.
-¡Dios! Qué tonta soy- pienso y me subo a mi cuarto.
Cierro la puerta detrás de mí y me pongo unos leggins y una sudadera de Nike.
A los cinco minutos alguien entra efusivamente en mi habitación, son Martina y mi hermano.
-Me voy a ahorrar las preguntas que te iba a hacer, porque con lo que acabamos de ver tu hermano y yo, se han respondido todas.
Dice Martina sentándose en mi cama.
-Aunque estaba más que claro lo que iba a pasar entre vosotros dos, nos ha pillado de sorpresa.
Dice mi hermano sentándose al lado de Martina en la cama.
Yo me quedo callada.
-Como sabía que no ibas a decir nada- dice Martina riéndose con mi hermano.
Mi hermano me agarra del brazo y me sienta entre ellos dos.
-Solo te decimos una cosa...
Dice Marcos.
-Que no le hagas a Julio lo mismo que le hiciste a Alex.
Continua Martina.
-No le voy a hacer eso a Julio- digo levantándome bastante cabreada de la cama.- No le voy a hacer nada porque precisamente no somos nada, ni lo vamos a ser nunca.
Digo haciendo énfasis en el nada y utilizando un tono bastante alto.
-Así que ahora, largaos de mi habitación. Los dos.
Digo e inmediatamente Martina y mi hermano me dejan sola en mi cuarto.
Cuando me dejan sola me tumbo en la cama con lágrimas en los ojos, es increíble que después de tantos meses me sigan echando las culpas de lo que hizo Alex. Lo nuestro ocurrió este verano y no fue nada más que un amor de verano, otra cosa es que Alex se lo tomara tan a pecho como lo hizo.
Preparo mi mochila con mis zapatillas de media punta, unas medias cómodas para bailar y el maillot más cómodo que tengo. Cojo mi móvil y mis cascos, y salgo de mi casa lo más rápido que puedo, ignorando así las preguntas de mi hermano y de Martina sobre a dónde voy.
En quince minutos estoy en mi estudio de ballet, y cuando entro me encuentro a algunas profesoras que he tenido en todos estos años y a varias compañeras, a las cuales solamente saludo.
Me meto en la primera sala que veo vacía, y sin pensarlo me cambio en el baño de la sala. Cuando estoy lista enciendo el equipo de música y pongo cualquier canción que me sirva para bailar, caliento un poco y me pongo a bailar yo sola.
Después de estar casi una hora bailando decido apagar el equipo de música e ir a cambiarme al baño.
Cuando desbloqueo el móvil veo un WhatsApp de Julio:
-Perdona por lo de antes, no debería haberme ido así.
-No importa, tranquilo- le contesto.
-¿Quieres que quedemos?- me pregunta.
Me lo pienso un poco antes de responder.
-Claro, en quince minutos ven a por mí al estudio de ballet.
Le paso la ubicación y bloqueo el móvil.
Termino de colocar la sala en la que he estado, y cuando salgo del estudio para esperar a Julio, mis ojos se encuentran con unos ojos verdes esmeralda muy conocidos. No me puedo creer a quien tengo delante de mí.
Es Alex, el maldito Alex.
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Solo tú.
Novela JuvenilJulio Martínez ha aparecido en mi vida de golpe y porrazo. Pero, yo, Alicia Rodríguez, no le voy a dejar entrar a mi corazón así como así, y mucho menos con lo que pasó con Alex García.