Resumen: ¿Más celos de Shigaraki? No importa si lo hago.
Caminaste por la base perteneciente a la Liga de Villanos, asegurándote de cerrar la puerta en silencio. Para ser honesto, pensaste que le dijiste a Shigaraki que saldrías, pero no estabas muy seguro. Eras bastante olvidadizo después de todo.
Una vez que cerraste la puerta, te encontraste cara a cara con el único Tomura Shigaraki. Sin embargo, había algo diferente en él. ¿Estaba su cabello más desordenado que de costumbre? Nah, se veía grasiento como lo era normalmente.
Mientras reflexionabas sobre esto, él te hizo retroceder contra la pared más cercana y golpeó ambas manos cerca de tu cabeza. Cuando se inclinó más cerca de ti, finalmente lo oliste en su aliento. Alcohol. Te sorprendió que bebiera, pero todo te sorprendió en este momento.
"¿D-dónde diablos has estado, eh?" Apenas podía hablar en este punto. Era un poco lindo, pero también preocupante al mismo tiempo. ¿Cuánto bebió?
"Salí con unos amigos". Dijiste mientras lo alejabas ligeramente y arrojabas tu bolso en una silla cercana. Sus ojos rojos se entrecerraron y antes de que pudieras escapar, te agarró del brazo con fuerza.
"Mierda. ¡Probablemente saliste con algún chico!" Escupió, sus ojos rojos mirándote. En respuesta, pusiste los ojos en blanco y apartaste el brazo. Estabas harto de sus celos y solo querías irte a la cama en este momento.
Cuando te volviste para caminar hacia tu habitación, murmuraste algo como "Estaba diciendo la verdad". y salió del área principal.
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Llorar no era parte de tu agenda, pero no podías evitar que las lágrimas cayeran por tus mejillas. ¿Cómo se atreve a inventar mentiras? Estabas diciendo la verdad, pero supusiste que eso no era suficiente para él. Tuvo que crear este tipo imaginario en su mente y fingir que estabas con él. Resoplaste ante esto y golpeaste una almohada cercana. Jódelo.
Escuchaste un golpe en tu puerta y te cubriste la cara con la almohada que golpeaste. Tal vez se vayan. La persona volvió a llamar a tu puerta, esta vez un poco más fuerte. Con un fuerte suspiro, finalmente abriste la puerta. Shigaraki, otra vez. Qué sorpresa.
"¿Qué quieres?" Preguntaste con el ceño fruncido. Antes de que pudiera responder, entró a trompicones en tu habitación y cayó sobre tu cama. "Jesucristo, ¿cuánto bebiste?"
Te dejaste caer en tu cama y lo miraste a la cara. Sus ojos estaban entrecerrados, pero aún podías ver sus ojos mirando hacia el techo. "Podría haber tenido algunos disparos".
