Luciérnagas en un cielo rojo

Capítulo 3

Cominos pollo empanizado con espagueti, el platillo favorito de Ryan; aparte de las hamburguesas.

Vimos una película de caricaturas que para la mitad ya se había quedado dormido. Lo lleve a mi habitación a dejarlo en la cama cuando escuche como mi madre me llamaba y como en mi casa y mayor parte de familia su tono de voz no es tan bajo que digamos, pues Ryan se despertó.

- Bajen chicos, vamos a presentarnos con los nuevos vecinos.

Se los dije, esperemos que mínimo haya tarta de zarzamoras.

- ¿Adónde vamos tío Eric? – cuestiona Ryan adormilado.

- A presentarnos con los vecinos pequeño revoltoso.

Bajo con el pequeño en brazos ya que nos hemos dejado sus zapatos en la sala.

- ¿Listos? – mi madre está en la entrada de la cocina con la dichosa tarta en sus manos.

- Un nudo y... ¡Listo!

- Okey, entontes vamos pequeños retoños.

Salimos de la casa encontrándonos con todavía el cielo claro, se supone que es la hora en que oscurece.

Ryan todavía está algo adormilado así que lo traigo en brazos.

Llegamos a la casa de enfrente con rapidez, calculo unos 14 metros de distancia.

- Toca tu- me pide mi progenitora.

Toco el timbre de los nuevos vecinos y escuchamos como suena dentro de la casa.

Tardan unos minutos en atender y cuando lo hacen sale la señora castaña que he visto desde ayer.

- ¿Sí?

- ¿Amanda? – mi madre la mira curiosa.

- ¿Lucy? – cuestiona la señora que está enfrente de nosotros.

- ¡Querida! Cuanto tiempo.

- ¿Se conocen? – les cuestiono intrigado.

La señora que esta frente a nosotros se cubre la boca con sus manos y me mira con ilusión.

- ¡Eric!, pero ¡qué grande este muchacho y que guapo! -menciona abrazándome

- ¿La conozco? Porque de verdad que estoy muy confundido.

Miro a mi madre desconcertado.

- Claro que si cariño. Es Amanda Howard, la madre de Morgan.

Me congelo en un instante, era ella.

Me incomodo un poco así que solo sonrió con la boca cerrada.

- ¿Y este pequeño? – pregunta mirando a Ryan en mis brazos. - ¿Es tu hijo?

Le pregunta a mi madre.

- ¡Oh, claro que no! Es de mi hija, Laila.

- Es una belleza de niño. – sonríe hacia Ryan y este le corresponde también.

- ¿Y has venido tu sola?

Y de aquí señores, es de donde vienen mis raíces de ser una vieja chismosa.

- ¡No, mis hijos vienen conmigo! ¡Blake!

- ¿Qué pasa mamá?

Y a sus espaldas entra en escena el chico pelinegro que Liam y yo vimos hoy.

- ¿Recuerdas a los Flynn?

- Claro, como olvidarlos. ¿Eres tú Flynn?

¿Me pregunta a mi o a el niño?