Capítulo 5, parte 1: Calentando motores.

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Quique no sabía que regalarles a sus vecinas. '¿Qué se les da a las mujeres?' Se decía a si mismo. Este señor, claro está, jamás le había hecho un obsequio a una dama. La madre de Dami había sido una de sus aventuras pasajeras, una de esas que ni su nombre recordaba, hasta 9 meses después, cuando apareció con un bello bebé en brazos y se fue. Se esfumó, mejor dicho. Sin noticias de ella desde ese preciso microsegundo, Enrique crío a su hijo como padre soltero. Sus padres, y en especial su madre, lo ayudaban de vez en cuando con los quehaceres domésticos. Esto cambió al morir su madre de un infarto agudo hace ya 1 año.
Buscando nuevos horizontes, se mudó con su padre, hijo y abuelo a Aldeo. Allí estableció su sueño: una farmacia. La facultad de medicina había descubierto su pasión por la Química. Sin embargo, no se animaba a seguir su corazón en ese entonces. Todo cambió con la mudanza y el fallecimiento de su madre.
- Dejá de romperte la cabeza pensando, invitalas a cenar. - le sugirió Tato.
- Yo cocinaré algo. - añadió Aldo.
- Ah, vale, gran idea han tenido ustedes dos ¿Es que se pusieron de acuerdo? - río la tercera generación.
Estaba decidido. Cenarian juntos, el problema era invitarlas sin que le cerraran la puerta en la cara o los ignoraran. Era cuestión de intentar, y Enrique estaba dispuesto a todo.
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