Ilusión

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Desde la lejanía el murmullo del Guqin sonaba, un trueno retumbó y poco a poco, gotas de lluvia caían sobre las delgadas hojas de bambú.

Los animales corrían rápidamente a sus refugios, al igual que los jóvenes vestidos de blanco que colocaban las palmas de sus manos sobre sus cabezas en un intento de resguardarse de las gotas cristalinas que de repente el cielo decidió llorar. Todos caminando lo más rápido que las reglas del lugar les permitían para llegar a los dormitorios de los discípulos y darse un cómodo baño de agua caliente para relajarse de la tensión de estudiar sin parar durante todo el día.

La lluvia caía a cantaros, como si el cielo quisiera llorar toda la amargura que retenía.

Pero aún así, el rasgueo de las cuerdas del instrumento musical no paraba, dándole un toque de melancolía al entorno circundante.

Una persona de blanco caminó hacia el lugar de donde provenía aquella musica persistente, sosteniendo un paraguas en una de sus manos mientras que la otra descansaba sobre su espalda.

El hombre se detuvo a un lado de quién tocaba el Guqin. "Es momento de volver, WangJi". Le habló al hombre joven que era 3/4 partes parecido a él. "Te enfermarás si sigues de este modo".

Pero el nombrado no respondió, tal vez porque estaba ensimismado en tocar la pieza correctamente o quizá el dolor que sentía era tan amargo que le impedía articular palabra o simplemente, no podía moverse a causa del entumecimiento en sus miembros.

Estar en posición de loto y tocar el Guqin durante 4 días no era tarea fácil, las pulcras ropas de Lan WangJi se encontraban algo desaliñadas y con rastros de polvo y suciedad, en su rostro prístino se podía percibir alguna que otra mancha y, las ojeras que caían como adornos bajo sus hermosos pero vacíos ojos le hacían parecer un enfermo en fase terminal.

Observando la silenciosa terquedad de su hermanito suspiró. Era la cuarta noche que venía a convencer a su dolido hermano de volver con él para darse un baño o comer algo, pero cada vez regresaba solo; con las manos vacías y el corazón sangrando.

No podía hacer nada para mejorar el estado de salud mental y física de Lan WangJi, cada vez que lo intentaba; hacía que las heridas que el Lan menor quería olvidar resurgieran para carcomer su alma.

Y es que, cada cosa alegre que Lan WangJi pudiese ver o percibir siempre le recordaba a la persona más brillante que estuvo alguna vez a su lado pero, que en la actualidad ni siquiera polvo de él existía.

Wei Ying no estaría a su lado ni hoy ni nunca, el había perdido la oportunidad de amar por su indecisión y falta de comunicación. Él sabía que merecía el karma que el destino le ofreció.

No pudo confesarle su humilde amor a aquél joven de negro, ni tampoco pudo protegerlo de aquellos que querían dañarlo.

Su mayor castigo fue haber conocido a Wei Wuxian.

Su mayor castigo fue amarlo con fuerza y profundidad.

Pero no podía volver al pasado para abofetear al chico mordaz y frío que fue alguna vez cuando Wei Ying rondaba a su alrededor. No podía volver a ver el rostro sonriente de su hermoso compañero.

Jamás lo haría.

El silencio se extendió entre ambos hermanos, sólo dejando a las solitarias notas musicales acompañar el arrullo de la lluvia.

"XiChen... ¿Por qué no me responde? ¿Está enojado conmigo porque no le protegí? ¿Me odia porque lo amo? ¿Por qué no llegué a tiempo cuando las sectas justas aniquilaron a los restos Wen?". La voz de Lan Zhan era ronca y astringente debido a que no había hablado palabra alguna desde hace un par de días, por lo que su garganta se encontraba seca e irritada.

Wei Wuxian Y Shen Yuan Molestando Al SistemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora