Al cumplir la mayoría de edad tus padres deciden arreglarte un matrimonio para que puedas casarte y poder tener un linaje de fuertes dones.
¿Aceptarás cuando te enteres quien es tu prometido?
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UA de Boku no hero
Touya Todoroki x Lectora...
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En todo el recorrido a casa no te diste la molestia de siquiera voltear a tus padres, estabas molesta con ellos y eso se notaba pero era mejor ignorarlos que decir algo al respecto. Al llegar a casa fuiste directo a tu habitación resignandote en no ir al jardín a pesar de ser de noche.
Antes de acostarte decidiste darte una baño ya que necesitabas que tu cuerpo se relajara un momento y cuando el agua por fin estuvo lista te adentraste sintiendo como el agua tibia relajaba tus tensos músculos luego de un pésimo día.
Mojaste tu cabello para luego enjabonarlo al igual que tu cuerpo y luego de unos minutos terminaste de darte una ducha. Te pusiste una cómoda piyama y con ayuda de tu don pudiste secar tu pelo mirando de soslayo como brillaba de un intenso amarillo y naranja para luego dejarlo solo un poco húmedo. Eran en pequeña cosas como esas que lo utilizabas ya que al no ser una heroína, que por cierto no te interesaba serlo, no lo usabas dignamente.
Te recostaste en lo cómodo de tu cama encontrándote con el techo de tu habitación y como el silencio a tu alrededor lo inundaba, pero eso pronto se acabó al escucharse por todo tu habitación los ligeros sollozos que salían de tu boca, tus lágrimas recorrían tus mejillas hasta caer a tu almohada y los leves gritos de frustración tampoco se hicieron esperar. Te contuviste mucho ese día en no soltar algo que demostrara lo que te entristecía todo hasta poder estar el la soledad de tu habitación ya que sinceramente era el único lugar donde podías desahogarte bien.
Pensar que en pocos días estarías comprometida con alguien que no conoces ni lo más mínimo de él te ponía mal, los sueños que tenías sentías que ya no podrías hacerlos al estar amarrada a alguien en un matrimonio. Tenías miedo de que tu prometido terminara siendo como tu padre y que te absteniera de hacer muchas cosas.
Perdida entre tanto pensamiento de esa manera no sentiste como tus ojos rojos por tu llorar comenzaban a cerrarse hasta que te dormiste.
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Los rayos de sol de un nuevo amanecer entraban poco a poco por aquella ventana grande de la habitación dejándote sentir el calor de sus rayos en tu rostro, lograron despertarte para ver como tu habitación se iluminaba.
