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Tomó el cigarro con desprecio, dándole una calada profunda para luego liberar el humo, sentía una mezcla de amor y odio hacia dicho objeto. Por una parte, la hacía olvidarse de toda la mierda que sucedía a su alrededor pero por otra parte, le recordaba a su padre. Kang Dae, un hombre más frío que el hielo -pero su padre de todas formas-, murió a causa de un cáncer pulmonar gracias a su adicción. La dejó totalmente sola con sus abuelos a la edad de ocho años. Y totalmente sola porque estos últimos nunca se interesaron por su crianza, se rodeó y confió en las peores personas gracias a la aversión que sentían ambos adultos hacia ella.

—¡Mierda!-Exclamó tirando el objeto y pisándolo con molestia.

Levantó la cabeza dirigiendo su mirada hacia el cielo, impidiendo así que las lágrimas resbalaran por sus mejillas. Habían sido momentos duros para la castaña, sin embargo no podía decepcionar a su familia, estrictamente hablando Sun hee y Jung Su eran solo sus tíos, sin embargo para ella, se trataba de los padres que nunca tuvo. Los que la encaminaron, le dieron un techo, toneladas de amor y educación, no podía faltarles el respeto de aquel modo, no podía interpretar el papel de pobre diabla cuando los tenía a ambos. Roció aquel perfume que prometía opacar el olor tóxico a cigarro y cuando se disponía a abandonar aquel lugar, algo o mejor dicho alguien, la interrumpió.

—¿Fumas? No deberías hacerlo, es dañino para tu salud.

—¿Qué haces aquí? Piérdete.

—Yo... Necesito hablar contigo.-Replicó la pelinegra visiblemente nerviosa.

—No hay nada sobre lo que hablar, Lisa.

Dicho esto dió la vuelta dispuesta a abandonar el lugar, pero la más alta la adelantó logrando estar frente a ella nuevamente.

—¡Lo siento muchísimo! Fue horrible besarte sin preguntar. Creeme que no se volverá a repetir, yo...-Apretó los puños.— No quiero que pienses que no me importas o que no estoy arrepentida. Estuvo mal y aunque esto no cambie lo que hice, tú mereces que me disculpe.

—Ese ni si quiera es el problema ¿Tan descarada eres?

—¿Qué? Entonces ¿Cuál es el problema?-Preguntó con el ceño fruncido ¿Cómo era posible que su expresión de desconcierto luciera tan real? Sin duda era una sinvergüenza.

—El motivo por el que lo hiciste, ese el problema. Ahora si me disculpas, tengo mejores cosas que hacer.

—Yo... ¡Yo lamento hacerlo solo porque me pareces linda!

—Escuché lo que le decías a aquella chica rubia por teléfono, deja de mentir Manoban.

—¿Chica rubia?-La pelinegra frunció el ceño, solo conocía a una chica con aquella característica.— ¿Te refieres a Somi? Ella y yo no hemos hablado últimamente.-Prosiguió.—Espera ¿Qué escuchaste exactamente? ¿Y qué te hace pensar qué era Somi con quién hablaba?

—¿Recuerdas el beso de hace dos días?-Cuestionó la morena. La contraria asintió de inmediato.—Bien, ese beso sucedió justo después de que hablaras alegremente con Somi, pasas de no soportarme a besarme, así que es bastante obvio que tú y ella solo están jugando con...

—Somi es una amiga de la infancia. Nunca hablamos de ti. Solo nos poníamos al día.-Contestó con firmeza.

—¿Y por qué me besaste justo ese día cuándo es evidente que no te caigo bien?

—Solo quise hacerlo porque eres linda, me pareció un buen momento y quizás me atraes... un poco. También pensé que era mutuo.-Dijo lo último casi en un susurro.—¡Y me caes bien! Aunque quizás te insinúas mucho con tus bromas y bueno, soy bastante religiosa, me ponen nerviosa.-Contestó rascándose la nuca con nerviosismo.

—Patrañas ¿Cómo explicas lo que decías cuándo te llamé? Recuerdo perfectamente como dijiste que "debía aconsejarte antes de comenzar a jugar".-Inquirió de brazos cruzados.

—Oh, no era Somi, si no Rosé, antes de que llamaras estabamos jugando UNO y se suponía que bueno... Ella ese día me aconsejaría sobre lo que debía hacer, ya sabes, por lo del beso.-Replicó jugando con sus dedos.—Lamento que lo escucharas, creí que había tapado el micrófono. Es vergonzoso admitirlo, pero nunca había estado envuelta en una situación mínimamente similar.

El silecio reinó en el lugar.

—Soy una imbécil, lo siento muchísimo.-Contestó la morena sintiendo un líquido cálido comenzar a almacenarse en sus ojos.—Tú no tenías que disculparte, no hiciste nada mal.

—Eh, no llores.-Se alarmó la pelinegra que veía como lágrimas silenciosas inundaban las mejillas de su contraria que intentaba ocultarlas clavando su mirada en el suelo.

Sin embargo, sus palabras provocaron el efecto contrario, pequeños y casi impercetibles sollozos hicieron acto de presencia ¿Qué se hacía en una situación como aquella?
Lentamente se acercó y pasó ambos brazos a los lados de su contraria hasta estrecharla entre sus brazos con firmeza y seguridad, como si fuera lo más normal del mundo.

—Todo está bien, puedes llorar si te hace sentir mejor, pero no es tan malo.

—Cállate, tú deberías...-un hipido la interrumpió.— Deberías estar molesta, maliterpreté todo como una auténtica tonta, deja de consolarme.

Intentó soltarse pero solo logró que la pelinegra apretara el agarre y apoyara su barbilla sobre su cabeza.

—No te soltaré hasta que dejes de sentirte mal.

Mientras tanto a lo lejos se encontraban un tailandés, un coreano y una neozelandesa viendo toda la escena

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Mientras tanto a lo lejos se encontraban un tailandés, un coreano y una neozelandesa viendo toda la escena.

—¿Deberíamos interrumpir? Han pasado casi cuarenta minutos.-Reclamó la pelirroja con impaciencia

—¡Ni se te ocurra!-Exclamaron ambos al unísono entre lágrimas.

—¡Ni se te ocurra!-Exclamaron ambos al unísono entre lágrimas

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Innocent | JenLisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora