Mirar sus ojos era sumergirte en una tormenta capaz de hacer naufragar al buque más resistente, hacer perder el control de su navío al capitán más experimentado, y provocar temor al marinero más valiente de la tripulación. No siempre esos ojos habían albergado esa caótica tormenta, cargada de tristeza y desesperación. Hubo un día donde esos preciosos ojos avellana, libres de presenciar maldad alguna, pertenecieron a una dulce niña; cargados de la inocencia más pura, reflejada en la fusión de colores que componían su iris, albergando una valentía y fortaleza admirables.
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Salir a flote.
PoesiaNo trato de escribir un libro de autoayuda, simplemente escribo sobre sentimientos esperando a que otra alma conecte con ellos. Hay veces en las que hay q recordar de dónde venimos, y no para saber a donde vamos, sino para recordar quienes somos.