Capítulo 2

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Kim Misuk



Soñar por las noches suele ser impactante, ya que las historias que desarrollas en tu cabeza en un estado inconsciente son fantásticas y extrañas. Pero repetir un sueño que acabe siempre en lo mismo es irritante y desgastado, más aun si los tienes solo por una temporada todos los años.

Llegando a hostigarte y sentir una ansiedad inmensa porque termine todo, recuerdo que en los primeros años que sucedió me sentía muy presionada de que la noche nunca llegara, de mantenerme despierta todo el tiempo.

Acudí a diversos psicólogos, con la idea de que algo me sucedía y tenía solución, pero no había una respuesta clara, pasé de amar a odiar el invierno con todas mis fuerzas. Es la estación del año que más aborrezco.

Al ser la primera noche de invierno me dejaba totalmente irritada, siempre al despertar lagrimas bajaban por mis mejillas y amanecía con los ojos llorosos e hinchados, según los doctores despertar de malas era algo que no estaba bien y yo lo hacia todos los días.

La luz de la cocina se prendió y unos pasos se acercaron hasta la puerta de mi habitación, en donde segundos después sonó la puerta.

— Hija, despiértate, se te hará tarde para ir al trabajo.

Dijo una voz ronca afeminada que ya conocía detrás de la puerta.

— Ya estoy despierta mamá.

Respondí con seriedad escuchando como minutos después mi madre se retiraba. Me levante de la cama con la esperanza de no tropezarme con algún objeto, camine hasta llegar al ventanal de mi habitación, dentro del cuarto aun emanaba la oscuridad, pues para la hora que era aún no se veía ningún rastro de luminosidad en el cielo.

Tomé una bata que estaba colgada enredándome bien en ella y salí hacia el balcón. Pude sentir el aire frio con el que la ciudad había amanecido y me hizo calmar aquellas emociones que detestaba por las mañanas. Cuando volví a ingresar a mi cuarto, un calor acogedor me estremeció.

Sin seguir dándole vuelta al asunto procedí a alistarme. Tiempo después con zapatos en mano salí de mi habitación directo a la entrada de mi casa, pero una voz gruesa me detuvo.

— ¿Ahora te vas sin saludar? ¿Eso fue lo que te enseñamos?

Hablo mi padre que se encontraba detrás mío.

— Lo siento, voy tarde al trabajo. Buenos días, nos vemos.

Fueron las ultimas palabras que pronuncie cuando termine de ponerme mis zapatos y salí del lugar. Suspire una vez fuera recargándome en la puerta, mordí ligeramente mis labios y tome rumbo hacia la planta baja del apartamento.

Enredé la bufanda que llevaba colgando en mis hombros, pronto sentí la suavidad de la tela y proseguí con mi camino. A pesar de despertar con un horrible humor, no me quedaba de otra que aceptar lo que me pasaba y una ligera sonrisa apareció en mi rostro.

A decir verdad, por las mañanas parecía un monstruo que lo acababan de despertar y eso hacia que me comportara mal, aunque sabia que actuar de tal manera no era la justificación, pero no podía controlar mis acciones en esos momentos.






El tiempo paso rápido y ya me encontraba a tres cuadras de mi trabajo, me detuve en mi cafetería favorita para pasar por un café, la fila se veía desde el exterior, pero conforme los atendían esta disminuía. Cuando ya estaba a una persona de hacer mi pedido un chico que estaba atrás de mi hablo.

Noches De InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora