Todo empezó aquí

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Y fue ahí, en aquel hospital, en mi lecho de muerte... Tomé la mano de mi mejor amiga Sarah.

- Recuerda siempre que primero tú - le dije.

- ¿Primero yo? - me preguntó un poco confundida.

- Sí, tú y nadi....

Lamentablemente no pude decir más, por que eso es lo curioso de la muerte, siempre quedamos a mitad de la vida, a mitad de la frase, a mitad de los sueños....

Inmediatamente llegaron los médicos, Sarah estaba llorando y gritaba para que no la sacaran de aquella habitación de hospital en donde ya hacía 3 meses que estaba yo internada, por unos pedillos que os iré contando luego. Ahora, todo empezó aquí.

Yo amaba bailar, iba cada viernes sin falta a un grupo de baile al que alguna vez pertenecí. Un viernes 6 de marzo del 2018, me dirigí como de costumbre al almacén donde hacíamos nuestros ensayos, al llegar pude percibir el ambiente muy tenso, me acerqué a Sarah, mi mejor amiga de siempre.

- ¿Qué sucede? - le pregunté.

- Lo que pasa es que tenemos nuevo profesor de baile - me dijo con una ligera expresión de picardía.

- ¿Y qué pasó con Mr. Jones? - pregunté preocupada.

- Al parecer el martes se ha caído de la escaleras de su casa y no podrá bailar en un tiempo - me respondió.

Pasa un momento y de repente todas las personas en la habitación dejan de hablar y observan que el nuevo profesor de baile entra y se detiene frente a todos.

- Buenas tardes con todos - dijo - me presento mi nombre es Brais y seré su instructor de baile sustituto hasta que Mr. Jones se recupere - lo decía mientras me miraba fijamente  y algo dentro de mí se movilizó.

El nuevo profesor empezó su clase enseñando un poco de tango, un baile muy elegante y preciso, lo cuál lo hacía muy bien, todas mis compañeras susurraban cosas acerca del nuevo profesor, algunas decían que era guapo, otras decían que era carismático, y que tenía una hermosa sonrisa.

A decir verdad si me pareció muy guapo, pero yo no quería verme como el resto de mis compañeras que estaban botando la baba por él. Al terminar la clase, Brais se me acercó

- Me gusta la pasión con la que bailas, se nota en el brillo de tus ojos lo mucho que amas bailar - me dice mirándome fijamente.

- Cuánto odio el contacto visual - lo decía en mi mente - sí, bailar es mi pasión y cada vez que bailo soy muy feliz - le dije a él.

- ¿Por qué me esquivas la mirada? - me preguntó de repente, sin previo aviso.

- No, no, no te esquivo la mirada - le respondí tartamudeando - so, so, sólo no me gusta el contacto visual, lo siento.

- Y que pasa si te digo que yo podría perderme en esos hermosos ojos azules que parecen el mar mismo, tan misterioso y maravilloso a la vez - me dijo con una estúpida sonrisa en el rostro, esa sonrisa...

- Mu, Mu, muchas gracias en serio - y volvió el tartamudeo.

-Bueno, nos vemos el próximo viernes, o quizá antes si así lo deseas - lo decía mientras llevaba su mirada hasta el escritorio donde se encontraba una tarjeta, luego de irse revisé la tarjeta y estaba su número telefónico.

- Oh por Dios, que cliché es esto - pensé.

Guardé el número en mi celular pero realmente no tenía intenciones de enviarle un mensaje o llamarlo, solo lo tenía ahí por si algún día me daba el delirio de querer saber de él, saber cuál es su apellido, saber si tiene mascota, saber que le gusta hacer en sus ratos libres, saberme el nombre de su hermana o de su madre, saber su sabor de helado favorito....

Y me detuve allí porque me di cuenta que cuando estamos involucrados realmente con alguien, con el tiempo, vamos aprendiendo a como estar con ellos, pero no lo sé si realmente tengo el deseo de tomarme el tiempo de conocer a alguien nuevo, tomarme el tiempo de aprender a estar con él y que después, así sin más, se largue de mi vida y yo deba aprender a olvidar, es algo que realmente me aterra.

Primero yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora