La ola provocó un sonido parecido al de 1000 cristales resquebrajándose. Como si la tierra fuese a partirse en dos.
En ese momento fue cuando me di cuenta. Cuanta de que estaba hecha para rodearme de ese tipo de sonidos.
Sonidos que te pueden romper por dentro, y por fuera.
Me di cuenta del por qué me sentía tan fuera de lugar. Porque estaba acostumbrada a oír esos 1000 cristales romperse en mi cabeza una y otra, y otra vez.
Aunque hubiese un silencio sepulcral, yo oía como se rompía el mundo.