Femir se asustó ante el mucho que utilizó para transportar a Gus al haber golpeado su cabeza contra el tronco de un árbol. Fue un alivio saber que sólo se trataba del animal queriendo desgastar su cuerno, clavándolo en la madera. Una forma útil para amenazar al mundo vegetal, lastimándolos con el fin de traer más ejemplares al mundo. La naturaleza era algo con lo que Femir estaba muy familiarizado, pero de todas formas le fascinaba ver cómo el mundo se mueve gracias a un ciclo.
Con lo que no estaba familiarizado eran con los humanos y sus extraños objetos. La frecuencia de encontrar barcos perdidos de los hijos de Jiye no era alta. Era tan inusual que, incluso, verlos podía ser considerado una señal de próximas desgracias. Aunque muchas de las hadas, dejándose llevar por su curiosa naturaleza, acababan por quedarse con las pertenencias encontradas. A veces en las naves náuticas encalladas, otras veces objetos que aparecían en la costa. La cajita de Larym había sido encontrada una noche entre la arena. Cuando todos estaban ocupados bailando y cantando en el festival de Luna llena, y Femir junto con Larym quisieron un momento a solas.
Jamás había visto él artilugios como los que encontró en los bolsillos de su rehén. Ese círculo dorado con agujas en el medio, las cuales se movían si Femir giraba el objeto hubiera sido el que más le llamara la atención de no ser por el caño que encontró en el cinturón de Gus. Bueno, no era un caño, eran dos. Muy raro ante los ojos negros del hada. Tenía una palanca curva y él, en su inocencia, la apretó. Se espantó al oír el sonido de la explosión, junto con el musho que salió disparado a perderse en el bosque.
En ese mismo instante, Gus había salido de su estado de inconsciencia. Abriendo sus ojos, aterrado porque también fue capaz de escuchar el estruendo. Al final, se encontró a sí mismo amordazado contra un hongo gigante, con Femir frente a él.
—¿Qué haces? —preguntó en cuanto vio al hada aún viendo con curiosidad el objeto entre sus manos. El pánico lo carcomió, removiéndose en su lugar en el inútil intento de poder aflojar los nudos. Fracasó— ¡Deja eso en donde lo sacaste!
No fue para nada difícil darse cuenta acerca de que Gus le tenía miedo al objeto. Femir lo tomó con más firmeza, ya sabiendo sobre lo peligroso que podría ser, no sólo por la reacción de su prisionero, sino por el mismo agujero hecho en la tierra. Podía compararse con un arco y una flecha, aunque la tecnología era diferente. Más avanzada, más compleja. Ojalá algún habitante de Bilia estuviera aquí para decirle de qué se trataba.
Fuera como fuere, Femir apuntó a Gus con esa cosa, quien tensó sus músculos, hecho una piedra. Sus ojos bien abiertos ante el miedo, viendo a la misma puerta al cielo delante de sus ojos marrones.
—Dime quién eres y qué haces aquí, hijo de Jiye—le dijo en un tono demandante, mostrando la autoridad entre los dos. Porque a pesar de ser el otro más alto y más robusto que Femir, la ventaja la tenía el hada por obvias razones.
—¿Perdón?
—¿Cómo llegaron hasta estos lugares? ¡No tienen la osadía de aparecer!
—¿Hijo de Jiye? ¿Quién demonios es hijo de Jiye?
Una sonrisa de burla se asomó en el rostro de Femir, disgustado por saber que ellos no sabían de dónde venían. Patético. Incluso su propia madre los había abandonado. Toda la raza humana le hacía juicio a la historia de este mundo tan complejo.
—Así que desconocen sus orígenes.
—Mira, en serio no tengo ni la menor idea de lo que hablas.
Cobarde. Gus es un completo cobarde. Femir tuvo un buen ojo al haberse fijado en él. Con su respiración agitada, sus pupilas dilatadas y esos breves jugueteos que hacía con su labio inferior. Estaba en una situación vulnerable, de más está decir. Femir tenía el completo poder de volarle la cabeza con esa extraña arma entre sus dedos largos y delgados.
ESTÁS LEYENDO
La Última Hada
FantasíaLa Colonia de Tar era un pueblo de hadas, ubicado en un amplio bosque de enormes árboles a un lado del mar. Un sitio alegre, siendo un tesoro dentro de este mundo. Al menos eso fue una vez. Femir es la última hada en este mundo y con tal de cumplir...