𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 ⁴

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Después de la estúpida discusión con Ace, he investigado sobre la flakka y resulta que si tiene razón, es una droga altamente adictiva y peligrosa para todo aquel que la consume y hasta cierto punto me aterra que se me caiga la piel y llegue a par...

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Después de la estúpida discusión con Ace, he investigado sobre la flakka y resulta que si tiene razón, es una droga altamente adictiva y peligrosa para todo aquel que la consume y hasta cierto punto me aterra que se me caiga la piel y llegue a parecer un zombie pero, ¿que mas da?, quizás este sea mi destino.

Hace un par de días me dieron el alta, y he aprovechado para descansar del colegio y todas las responsabilidades que acarrea. Esta noche es de diversión, así que procuro buscar el mejor atuendo pues como siempre, disfrutare a mil esta noche, así que mi maquillaje debe quedar esplendido aunque mi rostro siempre sea acompañado de unas intachables ojeras.

llego al local acostumbrado y como de costumbre esta atestado de gente bailando y tomando como si su vida dependiera de eso.

Me acerco a la barra en busca de algo fuerte para comenzar la noche, al recibir el trago me dispongo a agregarle dos pastillas de fentanilo, llegue a este lugar con un propósito olvidarme de todo.

- Yo usted no me tomaría eso. - Busco a la propietaria de aquella voz. - Los hielos no flotan es señal de que su trago esta intoxicado.

La observo fijamente mientras tomo un largo trago, dejándole claro lo que me vale su opinión. Siento casi instantáneamente los efectos de las sustancias en mi organismo, la dejo sentada en la barra encaminándome a la pista.

Tomo el centro de atención meneando mis caderas con sensualidad y una agilidad sorprendente mientras me paseo por sus alrededores ganándome miradas cargadas de lujuria y debía admitirlo me encantaba la atención recibida.

Mientras un fuerte mareo me embarga ocasionando que deba apoyarme en unas de las paredes para no caer, mi cabeza amenaza con estallar mientras un fuerte zumbido se hace presente y sin poder evitarlo lagrimas brotan de mis ojos.

Observo mi alrededor, la música esta al tope y ninguna persona parece percatarse del fuerte zumbido.

Siento unos fuertes brazos cargarme, trato de resistirme pero eso solo provoca que el fuerte dolor aumente, mi cuerpo pierde fuerza y lucho en vano para no caer en la inconciencia.

***

Despierto a causa de una penetrante esencia etérea, alcohol, mis ojos se adaptan rápidamente a la tenue luz del lugar y para mi sorpresa no me encuentro sola.

- Venia a entregarte tu trago habitual y te encontré en una especie de trance a unos pasos del baño. - No se su nombre, en realidad no me esfuerzo por conocer a muchas personas, pero, logro reconocerlo es el chico de aquella noche, el mismo que trato de negarme el trago.

-¿Porque viniste tu y no Tyler?- es lo único que logro articular, no soy capaz de agradecerle.

- El me pidió que te lo entregara.

- Y ¿Donde esta?- cuestiono refiriéndome al trago.

- ¿Vas a tomar después de lo que te sucedió?

- Eso no es de tu incumbencia.

- ¿Qué te sucedió allá fuera?

- Nada que te importe.

- Me importa, si una chica se desmaya en mis brazos.

No sabia que responder, en realidad no sabia que me había ocurrido, a lo largo de mi vida había experimentado diferentes tipo de dolores pero ninguno se comparaba al que recién acababa de experimentar.

— No lo sé, ¿vale? Nunca me había pasado algo parecido. — contesto ante su insistencia — Ahora entregame mi trago.

Me entrega el trago con resignación, lo acepto gustosa, Tyler siempre se encarga de mis tragos personalmente utiliza siempre sustancias que me lográn sorprenderme, esta vez decidio mezclo sustancias leves edunzaltes y por supuesto me resulta esquisita.

Decidida a dejar atrás el pequeño incidente, me dirijo al baño para volver entrar en mi burbuja de resignación, restandole importancia a los mareos que surjen continuamente.

[S•C]

— Tienes que llevarla a casa... — escucho murmullos.

—No puedo desatender el negocio— de repende las voces se vuelven cada vez más chistosas, provocandome estallar en carcajadas.

—Esta más allá que acá, no puedo dejarla dormir en el local.

Mi vista esta nublada por colores, que forman un lindo arcoiris y aunque estoy consiente de que esto es un espejismo proyectado por toda la droga y alcohol que hay en mi organismo, no puedo evitar sentirme fuertemente atraída.

Me alejo volviendo los murmullos casi inaudibles, buscando encontrar el tesoro al final del arcoiris.

Desde pequeña Susan, siempre me había contado que al final del arcoiris se encontraba un cofre en donde se olcultaba un duende quién me ofrecería tres deseos, me decía que todo era posible, esos deseos eran capaces de revertirlo todo y que gracias a eso debía pensar muy bien lo que pediría.

Siempre pense que mis deseos servirían para hacer del mundo un mejor lugar.

Unos fuertes brazos me sacan del pequeño trance en el que me encontraba.

—Ya es hora de irnos, preciosa — nos encaminamos a su coche.

—Tyler, ¿a donde me llevas?

— A casa pequeña — acaricia levemente mis mejillas, sabe perfectamente que esta no es mi parte preferida del día y agradezco internamente que no comente nada al respecto.

Se estaciona, y observó la puerta de mi casa tratando de mentalizarme todos los problemas que me esperan.

Desabrocho el cinturón, y me aviento a sus labios  tratando de olvidarme de lo que me espera fuera del coche.


Desde que se fue Susan, el sitio se encuentra desocupado y aunque eso era lo que quería ahora no estoy tan segura, la soledad le da paso a los recuerdos que he tratado de olvidar.

Desabrocho el cinturón dandome la libertad para sentarme a horcadas sobre el, nuestros labios no se separan en ningún momento mientras sus manos se arrastran deliberadamente por mi cuerpo.

Tomo la iniciativa desabotonando su camisa y el hacé lo mismo, bajando por completo el cierre de mi vestido desviando toda su atención a mis redondos senos magrea, chupa y muerde las aerolas de los mismos haciendome retorcer del placer.

Mis caderas trazan un ritmo sobre su dura erección.

Pero unos toques en la puerta explota la pequeña burbuja de lujuria en la que nos veiamos envolvidos.

No puede ser.

No puede ser

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Nuestro Final FelizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora