Capitulo [17]

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(...)

—¡Maldición!

Adam estaba gravemente herido, las vendas alrededor de su brazo apenas lograban contener la hemorragia. El dolor era intenso, pero lo suficientemente soportable como para resistirlo. Así era como un verdadero guerrero debía actuar. Sin embargo, temía que no pudiera encontrar un médico clandestino a tiempo, y sabía que su herida se infectaría antes de que pudiera darse cuenta.

Se reprochaba por su descuido. Solo llevaba consigo un botiquín básico para una herida de su magnitud. Además, no tenía antibióticos a mano, solo un rollo de vendas que apenas alcanzaba a cubrir por completo la herida. Esta confianza excesiva se debía a que rara vez resultaba herido en sus misiones, gracias a sus habilidades extraordinarias en combate y asesinato. La mayoría de sus misiones se desarrollaban sin problemas, con pocas excepciones en el pasado. Pero hoy parecía ser una de esas excepciones.

—Hermanito, te ves muy mal. ¿No quieres agua?

La principal razón de esta inusual excepción era ella. Todo se debía a esa misteriosa niña a quien liberó en la ciudad abandonada de la Antigua Humanidad. La misma niña estaba sentada frente a él en el suelo rocoso de la cueva donde se habían refugiado. Adam se apoyó en la pared más lisa que pudo encontrar para descansar su cuerpo exhausto.

—No, niña. Seguramente tienes más sed que yo —dijo Adam rechazando suavemente con la mano la pequeña botella metálica de agua que ella le ofrecía—. Yo estoy bien, solo necesito descansar.

Al rechazar el agua, se notaba aún más su tristeza. Adam no sabía mucho sobre niños, no sabía cómo tratarlos o entender sus sentimientos. Por lo general, no le importaba lo que los demás sintieran, ni siquiera lo hacía con sus compañeros de la organización, a pesar de considerarlos camaradas.

Esta vez, sin embargo, estaba dispuesto a aprender. Después de todo, él también había sido un niño una vez. Un niño que nunca recibió apoyo y, desafortunadamente, fue abandonado.

Lo único que podía hacer ahora era adivinar por qué ella se sentía de esa manera y hacer algo al respecto. Incluso intentaría brindarle palabras de aliento para aliviar su tristeza.

—No te culpes por cómo me veo ahora. Fue mi decisión enfrentarme a esos Beowolves. Tú no tienes la culpa.

Adam pronunció estas palabras con una ligera sonrisa, aunque la mueca de dolor que le provocaba su brazo herido no era precisamente reconfortante.

—Yo... Lamento que estés sufriendo por mi causa. ¿Por qué arriesgar tu vida por mí? Mira tu brazo. No tenías por qué... ¿Por qué siempre...?

La niña lloraba. Sus lágrimas recorrían su rostro hasta caer al suelo, mientras sus palabras se ahogaban en un nudo en su garganta. Con fuerza, se abrazaba el pecho en un intento por aliviar la opresión que sentía.

 Con fuerza, se abrazaba el pecho en un intento por aliviar la opresión que sentía

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El nuevo maestro de Beacon (Izuku x RWBY)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora