Patrick:
La noche había inundando nuestros corazones. El cansancio de todo el día había hecho mella en nuestras fuerzas una vez que tocamos aquella cama que parecía llamarnos, los dos quedamos rendidos casi al unísono.
No podía obligarme a descansar teniendo a la mujer que quería a mi lado. A la personas que más amaba en mi propia cama. Necesitaba mi tiempo de contemplación a sus ojos, al cariño que desprendía su mano apoyada en mi pecho, su respiración acompasada y pausada, la pequeña rigidez de sus ojos y la ligera sonrisa que parecía tener. Si aquel no era mi momento favorito del día es porque todos a su lado son tan increíblemente inimaginables que parezco vivir en un continuo sueño.
Mientras que mi mano recorría tranquilo su espalda me dejé llevar por el miedo que sentía. De tener a otra personas amada entre mis brazos. De otorgarle de nuevo un corazón lleno de cicatrices. En sus besos se erguía el hilo de mi vida, de nuevo, la posibilidad de morir en esta vida.
Mi respiración comenzó a acelerarse mientras que mis ojos empezaron a obnubilarse. Las lágrimas empezaron a manchar mi rostro de incontables recuerdos de un crepúsculo pasado. En cambio mi mano, para no perder su contacto, seguía acariciándola tranquilamente.
No te mereces a alguien que te quiera después de todo lo que has hecho.
Vas a llevártela por delante igual que hiciste con Angela.
Todas las personas a las que quieras acaban destruidas por tu culpa.
Las incontables veces que aquella frases me habían sido gritadas aparecieron de improvisto ante mí. Pero todos tenían razón. Ni ella merecía tan poco como yo lo era ni yo merecía tanto como Teresa es. La respiración me empezó a agobiar más que la propia situación. Mi cuerpo no podía continuar tumbado. La sangre y las ganas de vomitar llegaban a mi cabeza provocando que toda la habitación empezase a dar mil vueltas. Mareado me senté con rapidez en el extremo de la cama mirando hacia abajo. Tenía que regular mis pulsaciones, sacar todas aquellas palabras que no paraban de enredarse en mi cabeza.
Debí moverme demasiado rápido porque en ese mismo segundo escuche ma voz de la única persona que podía calmar mis demonios, aunque fueran estos a causa de estar a su lado.
- ¿Jane, estas despierto? - la voz ronca de Lisbon rozó mis tímpanos obligándome a aguantar más aire del necesario. El nudo de mi garganta hacía que me costase demasiado seguir respirando. Tras mi silencio ante su pregunta ésta se incorporó un poco para observar como le daba la espalda, avergonzado por mis miedos. Por el viaje al infierno que acababa de hacer y por el exceso de dolor que se sentía allí abajo.
- ¿Estas bien? - aún con su voz adormilada era capaz de serenar el ambiente, lo suficiente para conseguir otra bocanada de aire. Sentía demasiado calor en el pecho, en mis brazos y piernas. Teresa se movió, algo más preocupada que al principio. Fue esa vez, al incorporarse casi al completo, cuando su suave y hermosa mano se posó en mi hombro. En el mismo momento que su piel se conecto con la mía aquel nudo que oprimía mis entrañas estalló lleno de lágrimas y sollozos. La realidad había impactado en mi pecho, ella estaba a mi lado pero yo no la merecía. No merecía esa felicidad.
Sin mediar palabra sus brazos rodearon mi cuerpo por la espalda apretándome contra su pecho y sin poder contenerme las lágrimas bagaban sin rumbo por mi rostro. El corazón, el cual se hallaba en las manos de aquella mujer, se me compungió con rigidez. El dolor recorrió todas mis articulaciones.
Esa misma noche, cuando la tenue luz de la luna entraba por el ventanal de su habitación, le enseñé a la persona que más quería en el mundo mi completa debilidad. Si ya me tenía en sus manos, en ese momento, me lancé a sus brazos. Me caí de espaldas con los ojos cerrados sin saber si me llegaría nunca a recoger. Pero valía la pena arriesgarse si eso significaba tenerla para siempre. Aún sabiendo que mis miedos pudiesen ensombrecernos y asustarla.
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Momentos... THE MENTALIST
FanficY justo cuando creímos que nuestro amor se perdería si Lisbon subía a aquel avión, todo cambió. Desde ese momento ni ella ni yo hemos conseguido separarnos el uno del otro, y espero que nunca tengamos que hacerlo. Estas semanas antes de volver al tr...