Tras llegar a la isla del tesoro, parte de la tripulación queda petrificada tras la aparición de el enemigo de aquella isla. Senku junto al equipo de exploración, deberán de jugar bien sus cartas para poder salvar a sus amigos y encontrar el tesoro...
Tras la guerra empezar, Senku y sus amigos se habían dividido en dos bandos, uno iba a ir por la estatua del cabeza para mostrarles a los aldeanos de la isla y los otros irían a enfrentarse a Ibara.
El equipo de ir por la estatua del cabeza eran: Taiju, Yuzuriha, Amaryllis, Soyuz, Ukyo, Suika, Kane, Taji, Hisui y Mirai; quienes se sorprendieron al ver a ambas estatuas destruidas, confirmando así la identidad de Nyoko.
—Llegamos tarde—habló Suika al acercarse a los escombros de piedra de Nyoko junto a Taji, Kane, Mirai y Hisui, que entre lágrimas miraban lo que antes era su madre.
—Aun no es demasiado tarde—dijo Yuzuriha—, tenemos el pegamento del reino de la ciencia que hizo Senku.
—¡Es verdad!—exclamó Hisui animada limpiando sus lágrimas.
—Nos dividiremos en dos para restaurar las estatuas, así será más rápido—sugirió Ukyo a lo que todos estuvieron de acuerdo.
«Hay algunas partes bastante desgastadas en los bordes, es probable que se hayan deteriorado por el tiempo. No podremos revivirlo en esta condiciones» Pensó Yuzuriha triste al observar algunas piezas pertenecientes al cabeza de la Isla.
Por otro lado, Soyuz tenía una sensación extraña al estar en ese lugar y al ver la mano de piedra extendida del cabeza, instantáneamente acercó a palparlo, desbloqueabdi así un recuerdo de lo más profundo de su ser. Pudo observarse así mismo en brazos de su madre que ella que era llevado hacía aquel hombre e instintivamente, como todo bebé, extendió su pequeña manita que fue gustosamente tomada por él, con una cálida sonrisa amorosa a su pequeño hijo. Sin duda ese pequeño y efímero recuerdo, le dió cabida a otros más y con lágrimas en los ojos, Soyuz pronunció:
—Lo siento, me ha llevado veinte años. Pero al fin lo he recordado—dijo viendo fijamente aquella mano que agarraba con firmeza mientras lágrima tras lágrima, surcaban sus mejillas—Justo ahora... Al fin... Lo recuerdo todo, Papá.
Con esa última frase, Soyuz rompió en un llanto silencioso agachando la mirada en el proceso.
Los presentes ahí mismo, empezaron a ponerse triste también por la situación de su camarada; Yuzuriha y Taiju sentian una gran impotencia, y paralelamente, Taji, Hisui y Kane sintieron empatía por él, consolandole en un abrazo grupal. Después de todo, ellos sabían de primera mano lo era perder a un ser tan significante en sus vidas y no poder volverle a ver. Soyuz agradeció internamente el apoyo de aquellos niños.
«Sé perfectamente que aunque tenemos en nuestro poder la fórmula de despetrificación, él no podrá volver. Pero... recuerdo cómo era, junto a mis amigos podremos restaurar su apariencia» pensó con determinación alzando nuevamente la visión.
(***)
Luego de una hora, lograron restaurar la imagen de ambas estatuas, los niños estaban más que felices de haberlo logrado, sin embargo, Ukyo vio que los gestos de Nyoko más su pose, eran algo que no cuadraban.
—Nos iremos adelantando—dijó Taiju cargando la estatua del Cabeza minutos antes de partir junto a Amaryllis y Soyuz sin prestar mucha atención al semblante pensativo de Ukyo.
—¿Que pasa?—preguntó Yuzuriha preocupada a Ukyo.
—Se supone que fuimos petrificados al mismo tiempo, sin embargo, la postura de Nyoko es muy diferente. Yuzuriha, confusa ante aquellas palabras, volvió a observar la estatua de su amiga, observando así ciertas irregularidades.
La estatua de Nyoko se encontraba curvada apoyada en la pared con las piernas cruzadas para un lado mientras que una de sus brazos se apoyaba en sus muslos y el otro tocaba el suelo.
—...Es como si... Se hubiera petrificado por partes—pronunció Yuzuriha.
—¡Como la niña del cuento!—comentó Kane recibiendo un asentamiento por parte de sus hermanos y Suika.
—Entonces...—pronunció Yuzuriha sorprendida uniendo los hilos—Es posible que...
—Sea la niña que buscamos—terminó Ukyo viendo fijamente la estatua de Nyoko.
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