Aquel día había salido con dos compañeras del trabajo. Había sido un día realmente complicado. Llevábamos en Londres dos días tratando de conseguir un contrato para la compañía para la cual trabajábamos; pero, al final, todo había salido mal. Aun así, como buenos españoles, salimos a celebrarlo igualmente.
Me acerqué a la barra a pedir una segunda ronda. Fue entonces cuando le vi por el rabillo del ojo.
Miré su reflejo en el espejo que se encontraba frente a nosotros. Él estaba sentado en un taburete, a menos de un metro de distancia de mí. Con la mirada sumergida en un vaso con un líquido que, si mi intuición no me fallaba, era whiskey. Removía mecánicamente los hielos, pero no bebía. ¡Parecía hipnotizado por el movimiento de las piedras!
Me impresionó sobremanera su cabello rubio. Lo llevaba peinado hacia atrás con gomina. Su rostro estaba cubierto por una barba de tres días. No había visto sus ojos, pero su cuerpo irradiaba una profunda tristeza. ¡Dolor! Yo sabía muy bien lo que eso era. Aparté mis propios recuerdos de mi cabeza y cubrí los pasos que nos separaban.
– ¿Un día difícil?, – pregunté, pero sin dirigir mi mirada hacia él.
Cuando sentí que giraba su rostro hacia mí, no pude evitar hacerlo yo también. Mi sonrisa se borró de golpe. Sus ojos, de un azul grisáceo, casi transparentes, reflejaban intenso dolor y, a la vez, rabia contenida.
– Disculpa. – Yo sé cuando molesto. Volteé de nuevo mi rostro y, aprovechando que me habían servido las copas, las cogí como buenamente pude y me marché.
Podía sentir su mirada clavada en mi espalda, mientras caminaba haciendo equilibrio con las tres copas en mis manos.
– ¿Qué te ha dicho ese?, – preguntó una de mis amigas, mirando por encima de mi hombro en dirección del chico rubio solitario, cuando me senté con ellas a la mesa. – ¡Traes una cara de espanto que no puedes con ella!
– ¡Nada!, – respondí malhumorada. ¡Era la verdad! Decir, él no había dicho nada. ¿Para qué? ¡Su mirada lo había dicho todo! ¡Si sus ojos hubiesen sido dos cuchillas, ya estaría desangrada en el suelo! – ¡Un gilipollas!, – añadí, quedándome muy a gusto, regalándole uno de mis insultos favoritos.
Tras haber dado cuenta de la cuarta ronda de bebidas, mi cuerpo me recordó determinadas necesidades básicas. Así que, tras ponerme en pie, y asegurarme que recordaba cómo era eso de mantener el equilibrio y caminar al mismo tiempo, me dirigí a los baños.
Cuando regresaba a la mesa, un brazo desconocido se aferró a mi cintura y, suavemente, me empujó contra la pared más cercana. Levanté mi mirada y le vi.
¡Era el mismo hombre de la barra! ¡Ya me había olvidado de él! En realidad, no le había olvidado; pero ya había instruido a mi cerebro para olvidarle.
– ¡Disculpa lo de antes! – Escuché por primera vez su voz. Era grave y fuerte. ¡Varonil! De pronto algo, que pensé que estaba olvidado en mí, comenzó a cobrar vida. Pero, me negué a permitirle crecer dentro de mí. – ¡Estaba ofuscado!, – dijo el chico rubio tratando de justificarse.
– ¡Perdonado! – Me mantenía retenida contra la pared. Un foco iluminaba mi rostro, obligándome a entrecerrar mis ojos, pues su luz me resultaba molesta.
– ¡Tus ojos!, – Los miraba realmente asombrado.
– ¿Qué les pasa?
– ¡Son verdes! – Me miró atónito. – ¡Antes me parecieron de color chocolate! – Sonrió, le devolví el gesto. Nos quedamos un instante en silencio, como si nos estuviésemos reconociendo el uno al otro.
– ¿Me aceptas una copa?
– Lo siento, no te conozco. – Se apartó unos centímetros de mí.
– Mi nombre es Angelo, – dijo a la vez que me tendía su mano. En verdad, parecía un querubín; su pelo rubio, sus ojos azules, su piel pálida. Me mordí los labios.
– Ana, – Acepté su mano y volví a tener esa extraña sensación. Tiró de mí hacia él y me plantó un par de besos en las mejillas.
– Ahora, ¿puedo invitarte a una copa? – Asentí con la cabeza. Sabía que debía negarme. Mi mala experiencia me lo decía, pero no hice caso. Algo dentro de mí me dijo que debía ser valiente. Lanzarme a la piscina. Y realmente ya estaba cansada de estar sola.
ESTÁS LEYENDO
Amor Verdadero
RomanceUn hombre y una mujer, con pasados dolorosos y todavía muy presentes, se encuentran por azar del destino en una discoteca de Londres. ¿El azar habrá querido reunirlos para que juntos curen sus heridas?, ¿podrá el amor volverles a hacer recuperar la...