𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 3

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—vaya mocosa, hasta que te dignas de despertar para saludarme tan temprano —dijo de forma burlesca

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—vaya mocosa, hasta que te dignas de despertar para saludarme tan temprano —dijo de forma burlesca

—cómo sea —respondió sin tomarle importancia a sus palabras —. ¿Cómo está el mundo aya arriba —interrogó provocando algo de desagrado disimulado del azabache

—qué raro que querías saberlo —camino en dirección a la biblioteca en compañía de la rubia —. Pero no ha cambiado nada, la inquisición sigue con sus mismas acciones y sigue mueriendo niños por las mismas chsas, en más que tú ibas a morir, pequeña Betsabé

Con oír aquello no supo que decir, imaginaba que tal vez, solo tal vez algo cambiará en esas horribles llamas y torturas en las que caían aquellas pequeñas criaturas que no tenían nada de crímenes que pagar, Beelzebud se dio cuenta de esa miarada algo triste y desorientada, la conocía bien. Todos esos años viviendo con ella se dio cuenta de cómo mentía, que la hacía feliz, que la hacía enojar, sobre todo sus anhelos que para él no era algo más que absurdos imaginando que seguía pensando que en algún punto la maldad y crueldad de los humanos un día iba a terminar.

—aunque aquí el tiempo transchurra de forma diferente al mundo humano, te recuerdo que el tiempo en el que naciste fue a inicios de tu desgracia, no esperes a que esto, acabe tan rápido como apareció —le dijo mientras se detenía para verla, mirando que ella mantenía su mirada en el suelo —. Pero no estés tan mal, además debo de darte algo de información

—¿de qué se trata? —interrogó sin nada de ánimos

—entra a la biblioteca, te explico todo en un rato —indicó

Betsabé se adentro de la amplia habitación llena de libros, se quedó sentada en una de las tantas sillas que estaban en la gran mesa obalada y larga, espero paciente a que el de ojos rojos se dignara a aparecer rápido, luego una leve punzada en el pecho surgió haciéndola tener pensamientos negativos que le habían echo año, claro que sabía algo tan obvio desde su corta niñez.

Morir.

Era algo tan inevitable, desde que aceptó la ayuda de aquel ser sabía que eso tenía un costo, los demonios tomaban vidas, no las salavavan, y aunque este le haya ayudado lo hizo sin una pizca de compasión por su pequeña vida tan desastrosa y miserable, él solo quería devorar su alma nada más, a pesar de que siempre supo todo lo que le pasaría en su futuro que tal vez no era tan lejano. Le tenía cierto cariño a Beelzebud, no sabía cómo podía confiar en alguien como él, a pesar de que la cuidó, le dio de comer, necesidades, juguetes, educación, sabía que eso no era para nada sincero, Lilith tal vez le tomó cariño si cerró y puro, pero del señor de las moscas ese sentimiento sería el último que quisiera sentir, es más, tenía el presentimiento de que prefería desaparecer del infierno y de la existencia antes de tener ese tipo de compasión más en una humana. La puerta se abrió sacándola de sus dolorosos pensamientos notando que venía con un pergamino en mano, eso le hizo tener curiosidad ya que a él le daba algo de desagrado.

𝐏𝐄𝐂𝐀𝐃𝐎 ─── Beelzebub Donde viven las historias. Descúbrelo ahora