cap. 4

132 8 0
                                    

Hacía ya dos semanas que estábamos en Londres y la verdad era que nos lo estábamos tomando con bastante calma. Había días que, simplemente por la lluvia, nos quedábamos en casa y mirábamos pelis y series o hacíamos fiestas de pijamas.

- Me apetece salir esta noche – dice Nora de repente.

- Creo que lloverá – comenta Cloe.

- ¿Y qué? Chicas hemos estado días sin salir, somos jóvenes y estamos de vacaciones. Hagamos una cosa: he visto carteles de que cerca de aquí hacen una fiesta en un bar. Nos pasamos un rato y si nos gusta el ambiente, nos quedamos a pasarlo bien – propone.

- Me gusta la idea – respondo.

- Bueno, supongo que ya tendremos tiempo de descansar, me apunto – dice Cloe.

Ya era bastante tarde así que nos fuimos a cambiar de ropa rápidamente. Yo opté por ponerme un vestido rosa pálido muy bonito que me habían regalado mis padres por mi cumpleaños 19 hará casi 2 años.

Llegamos al local en cuestión, que estaba bastante cerca de casa, y empezamos a pedir de beber y a bailar. Una de las cosas que me estaba gustando más de Londres era la música que ponían en los locales.

Nos estábamos divirtiendo cuando empezamos a notar cierta mirada hacia nosotras de un desconocido.

- Ay mi madre se está acercando – dice Cloe, emocionada.

- ¿Qué creéis que quiere? – pregunto.

- ¿Tú que crees cariño? – dice Nora.

- Hola, os llevo observando desde hace un rato y la verdad, perdón si sueno muy directo, me pareces muy guapa y me preguntaba si... Me podrías dar tu número de teléfono para quedar algún día, solo si te parece bien – le dice el chico, castaño con ojos azules y muy alto en comparación a nosotras, a Cloe.

- Eh... Cl-claro, no hay problema – le responde ella, roja como un tomate y embobada.

- ¿Gracias...?

- Cloe, ¿y tú?

- William, aunque mis amigos me llaman Will.

- Encantada de conocerte Will – le dice Cloe antes de que él se vaya.

- Lo mismo digo, Cloe. Hasta pronto – desapareció entre la multitud.

- Tía, que has ligado – gritamos Nora y yo, emocionadas.

- ¿Y lo guapo que es? – añade Nora.

- ¿De verdad que os parece bien chicas? Veníamos a olvidarnos de todo y-

- Cloe, hemos venido aquí a divertirnos todas juntas y de paso a conocer gente, lo que te acaba de pasar está muy bien – la interrumpe Nora.

- Cloe, que uno de los motivos por los que estamos aquí sea mi boda fallida no significa que no podáis salir y conocer más gente. No me voy a enfadar ni a deprimirme solo porque tú o Nora tengáis una cita con un chico que se te acerca a pedirte tu número.

- Bueno, ya veré lo que hago, esta noche es solo de chicas – dice Cloe para después guardarse el móvil en el bolso.

Fuimos a la pista a bailar y nos pusimos a gritar como locas cuando empezó a sonar Love Story de Taylor Swift. Todo iba bien hasta que una pareja empezó a llamar la atención haciendo una propuesta de matrimonio. Esa escena me recordó a Marc y cuando me pidió matrimonio hace un año en su fiesta de cumpleaños. Noté como poco a poco mis ganas de llorar y la necesidad de respirar profundamente se incrementaban. Necesitaba salir de allí.

- Chicas, creo que me voy a ir a casa, no me encuentro muy bien.

- Te acompañamos – dice Cloe.

- No tranquilas, vosotras pasadlo bien, no estamos muy lejos del apartamento, cuando llegue os aviso.

- Está bien, ve con cuidado Nini – se despiden.

Salí prácticamente del local y al poco rato se puso a llover muy fuerte, dejándome prácticamente empapada para el momento que había llegado a casa. Saqué la llave mientras intentaba lidiar con un mini ataque, puede que, de pánico por la escena en el bar, con la mala suerte que cayó a un pequeño charco de agua y se mojó toda. La intenté secar y funcionó para abrir la puerta de abajo, pero ya no funcionó para la puerta que abría nuestra casa.

- ¡No! – me dispuse a sacar el móvil para llamar a las chicas – oye chicas, perdonad que os moleste, ya sé que os he dicho que os podíais quedar de fiesta, pero es que se ha puesto a diluviar y se me ha mojado la tarjeta al sacarla para abrir y me he quedado en la puerta de casa sin poder hacer nada.

- Ya vamos para allá – me contestan.

Ahora solo me quedaba esperar a que llegaran, y con ese tiempo que hacía iban a tardar bastante.

Me senté a un lado de la puerta y sin darme mucha cuenta empecé a mirar fotos mías y de Marc, era algo que cuando estaba muy mal siempre hacía, y aunque sabía que no era lo mejor que podía hacer ahora, no me importaba.

- ¿Necesitas algo? – sentí que un fuerte acento británico me preguntaba. Alcé mi vista y un chico alto y moreno estaba parado frente a mí.

- Oh, no es nada, me he quedado encerrada fuera porque mi llave se ha empapado y no funciona y mis amigas tardaran un rato en venir.

- Si quieres puedes quedarte en mi apartamento mientras esperas, lo comparto con un amigo, pero ahora mismo solo estoy yo – me ofreció.

- No te quiero molestar, además, no nos conocemos – le digo, no muy segura.

- No tienes por qué preocuparte, me llamo Louis, parece que eres mi nueva vecina. ¿Entras?

No estaba muy convencida, normalmente si un extraño me invitase a su casa, le diría que no al instante.

- Si no te terminas de fiar, cosa totalmente comprensible, me puedo quedar aquí haciéndote compañía – me dice al ver que tardaba mucho en contestar o reaccionar.

- No quiero molestar, de verdad, si estás ocupado no quiero que-

- No tienes que preocuparte. El problema con las llaves me ha pasado a mí también más de una vez – dice mientras se sienta a mi lado – esta cosa se estropea más de lo que parece.

- ¿Y qué haces cuando pasa? ¿Debería pedir otra? Me da un poco de vergüenza llamar al casero para esto – le pregunto.

- No hace falta llamarlo, solo tienes que dejarla secar en arroz, como un móvil, y en unas horas ya funciona de nuevo – me explica.

- ¿De verdad?

- Sí, lo descubrí después de pedirle al casero al menos dos llaves extras en menos de dos años.

No se podía negar que el chico tenía su chispa, puede que no me aburra mucho esperando a las chicas después de todo.

Mi chico británicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora